Listos para correr. T.J. Murphy

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Listos para correr - T.J.  Murphy Deportes

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pequeñas lesiones crónicas, sino que las consideras señales de que necesitas mejorar las posturas, la mecánica y la salud de los tejidos.

      Y hay mucho más: hay 12 estándares. Mi primera misión es que examines detalladamente cada estándar para explicarte qué es y por qué es importante. Después de eso, pasaré a explicarte el modo de mejorar tu rendimiento con los estándares, suministrándote un abanico de ejercicios de movilidad que, si los practicas con regularidad, ejercerán un cambio positivo y te ayudarán en lo posible a estar «listo para correr».

       PARTE 1

      ¿Alguna vez le has preguntado al médico qué hacer con una rodilla irritante o un problema en los pies y recibiste el siguiente dictamen: «Deje de correr»?

      O quizá seas un corredor de fondo que ha acumulado en una caja de zapatos un montón de medallas recibidas por terminar maratones y te has visto tan plagado de lesiones crónicas que has pensado que es el momento de dejar de correr y pasarte a la bicicleta. O estás convencido de que no has nacido para ser corredor. Yo solía pensar así. De adolescente fui un atleta completo, pero cien metros era lo más lejos que podía correr sin que me doliese la rodilla. Estaba convencido de que había nacido para hacer muchas cosas, pero correr no era una de ellas. ¿Te suena? Tal vez pienses que no tienes bien los pies o que tus rodillas están hechas puré o que simplemente no tienes un cuerpo adecuado para correr. Así que evitas correr (en la medida de tus posibilidades) como deporte o modalidad de entrenamiento. Por ejemplo, eres un crossfitter que levanta con facilidad 227 kilogramos en peso muerto, pero cuando el entrenamiento exige carreras duras con intervalos, te preparas para un día abrumador o bien no acudes al entrenamiento.

      En el proceso de convertirme en entrenador y fisioterapeuta, y desarrollar mi obsesión por la física del movimiento, las posturas y la mecánica, me di cuenta de que todos nosotros hemos sido creados para correr de por vida. Tal vez tengamos que dedicar tiempo y trabajo a recomponernos, pero el camino está despejado.

      En mi caso, con 104 kilogramos era capaz de correr el ultramaratón Quad Dipsea con unas zapatillas planas de 141 gramos. ¿Cómo? Se empieza por desaprender algunas cosas. Ese es el primer paso para estar «listos para correr».

       CAPÍTULO 1

       CORREDORES PERDURABLES

      ¿Te gustaría poder completar corriendo todo el kilometraje para el que tu cuerpo fue diseñado?

      Comienza por arriba, por el maratón olímpico, y con imágenes que perduren más tiempo que la del primer atleta que rompió la cinta o que estableció un nuevo récord mundial. En 1968, John Stephen Akhwari, de Tanzania, entró cojeando en el estadio olímpico con su rodilla derecha vendada con tiras de cinta atlética. Fue el último, acabó una hora después que el ganador. La visión de aquella victoria a cualquier precio de la mente sobre el cuerpo inspiró a un periodista a decir que era «una actuación que da sentido a la palabra coraje».

      En los Juegos Olímpicos de 1984, la corredora suiza Gabriele Andersen-Schiess entró en el estadio olímpico unos veinte minutos detrás de la medallista de oro Joan Benoit. Charlie Lovett capta perfectamente la escena en su libro Maratón olímpico:

      «El público dio un grito contenido de horror al verla entrar tambaleándose en la pista, con el torso contorsionado, con el brazo izquierdo inutilizado y la pierna derecha presa de espasmos. Con un gesto de la mano rechazó la ayuda del personal médico que corría a ayudarla, sabedora de que si la tocaban, quedaría descalificada. El público reunido en el L. A. Coliseum aplaudió y vitoreó mientras ella, parando de vez en cuando para sostenerse la cabeza, recorría cojeando la pista para terminar los últimos 400 metros de la carrera».2

      También habría podido mencionar que tenía las rodillas horriblemente próximas, hundidas hacia dentro a cada paso, rozándose los tejidos blandos con una fricción que casi hacía saltar chispas. Aquella atleta hizo todo eso por entrar en el puesto trigésimo séptimo.

      Los vítores de la multitud eran tan fuertes que Andersen-Schiess, a pesar de que su cuerpo se estaba desmoronando ante aquella audiencia que proclamaba su aprobación y que atestaba el Coliseo, intentó reunir el suficiente control motor como para taparse los oídos con dos dedos.

      Se ha convertido en parte del espíritu del mundo del maratón la imagen de un corredor derrengado acabando una carrera de fondo épica a pesar del precio físico pagado. Doblado, contraído y cojeando, con los sistemas corporales fritos y deteriorados, rechaza la ayuda con la mano, cruza la línea de meta y se convierte en el héroe de la jornada.

      Los Juegos Olímpicos son los Juegos Olímpicos, y hay mucho que contar sobre el sacrificio y los Juegos, pero el hecho de que esta mentalidad comprometida con terminar lo emprendido haya calado en el mundo del atletismo es causa de alarma, o al menos objeto de discusión. Hubo 541 000 personas que acabaron un maratón en Estados Unidos en 2013.3 Ve y pasa una hora en la llegada de un maratón después de que hayan desfilado los que acabaron en cuatro horas y hayan recibido sus medallas. Estudia la mecánica, las cojeras, las rodilleras y las cintas cinesiológicas empleadas para que algunos de estos corredores crucen la línea de meta.

      El coraje es algo fantástico. Yo soy todo coraje, pero deberíamos ser sinceros respecto al coste implícito cuando el coraje se despliega para obligar a un cuerpo poco preparado o forzar a un cuerpo humano deteriorado a dar los 33 000 pasos que se dan en un maratón.

      Lo tremendo de los corredores es su mentalidad de terminar lo emprendido. Aunque también puede ser su perdición.

       CIENTO DIEZ AÑOS

      Pensemos por un momento en la vida de un jugador de béisbol de la Liga Mayor, quizá un lanzador cuyas pelotas alcanzan los 153 kilómetros por hora. Tal como Tom Verducci escribió en Sports Illustrated:

      Entra en las instalaciones de un club de béisbol importante antes de un partido y verás un cuerpo técnico compuesto por todo tipo de profesionales: entrenadores de la fuerza, masajistas, masoterapeutas, médicos, hidromasajes, baños de agua caliente, baños de agua fría, salas de pesas, gimnasios… y lanzadores lesionados.4

      Si eres un lanzador titular que juega 35 partidos al año y ya llevas muchos años en la Liga Mayor (ser lanzador y disfrutar de una larga carrera profesional tienden a ser términos antagónicos), es probable que te destroces el hombro y el codo más de una docena de veces. Digamos que te retiras con treinta años; gracias a un incesante carrusel de movimientos explosivos repetitivos, te has desgastado de veras.

      Si ganases diez millones de dólares o más al año, es probable que esta experiencia te compensara relativamente bien. Diste tu brazo por el béisbol y te lo compensaron bien.

      Pero ¿y los corredores? En esto es en lo que quiero que pienses. Si tienes alguna de esas lesiones que merman tu rendimiento (y tienden a aparecer juntas), entonces estás acelerando el ritmo al que desgastas las articulaciones y tejidos blandos cada vez que los pies golpean el suelo debido a:

       • Posturas defectuosas.

      

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