Tirso de Molina. Tirso de Molina

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Tirso de Molina - Tirso de Molina страница 4

Автор:
Серия:
Издательство:
Tirso de Molina - Tirso de  Molina

Скачать книгу

él propio lo ha buscado.

      ESCENAS XI y XII

      [Paulo y Pedrisco llegan a la Puerta del Mar, en Nápoles, sitio designado por el Demonio para que conozcan a Enrico.]

      Pedrisco.

      Maravillado estoy de tal suceso.

      Paulo.

      Secretos son de Dios.

      Pedrisco.

      ¿De modo, padre,

      que el fin que ha de tener aqueste Enrico,

      ha de tener también?

      Paulo.

      Faltar no puede

      la palabra de Dios: el ángel suyo

      me dijo que si Enrico se condena,

      me he de condenar; y si él se salva,

      también me he de salvar.

      Pedrisco.

      Sin duda, padre,

      que es un santo varón aqueste Enrico.

      Paulo.

      Eso mismo imagino.

      Pedrisco.

      Esta es la puerta

      que llaman de la Mar.

      Paulo.

      Aquí me manda

      el ángel que le aguarde.

      (Aparece Enrico con sus compañeros.)

      Roldán.

      Deteneos, Enrico.

      Enrico.

      Al mar he de arrojalle, vive el cielo.

      Paulo.

      A Enrico oí nombrar.

      Enrico.

      ¿Gente mendiga

      ha de haber en el mundo?

      Cherinos.

      Deteneos.

      Enrico.

      Podrásme detener en arrojándole.

      Celia.

      ¿Dónde vas? Detente.

      Enrico.

      No hay remedio:

      harta merced te hago, pues te saco

      de tan grande miseria.

      Roldán.

      ¡Qué habéis hecho!

      (Salen todos.)

      Enrico.

      Llegóme a pedir un pobre una limosna;

      dolióme el verle con tan gran miseria;

      y por que no llegase a avergonzarse

      otro desde hoy, cogíle en brazos

      y le arrojé en el mar.

      Paulo.

      ¡Delito inmenso!

      Enrico.

      Ya no será más pobre, según pienso.

      Pedrisco.

      ¡Algún diablo limosna te pidiera!

      Celia.

      ¡Siempre has de ser cruel!

      Enrico.

      No me repliques,

      que haré contigo y los demás lo mismo.

      Escalant.

      Dejemos eso agora, por tu vida.

      Sentémonos los dos, Enrico amigo.

      Paulo

      (a Pedrisco).

      A éste han llamado Enrico.

      Pedrisco.

      Será otro.

      ¿Querías tú que fuese este mal hombre,

      que en vida está ya ardiendo en los infiernos?

      Aguardemos a ver en lo que para.

      Enrico.

      Pues siéntense voarcedes, porque quiero

      haya conversación.

      Escalant.

      Muy bien ha dicho.

      Enrico.

      Siéntese Celia aquí.

      Celia.

      Ya estoy sentada.

      Escalant.

      Tú, conmigo, Lidora.

      Lidora.

      Lo mismo digo yo, seor Escalante.

      Cherinos.

      Siéntese aquí, Roldán.

      Roldán.

      Ya voy, Cherinos

      Pedrisco.

      ¡Mire qué buenas almas, padre mío!

      Lléguese más, verá de lo que tratan.

      Paulo.

      ¡Que no viene mi Enrico!

      Pedrisco.

      Mire y calle,

      que somos pobres, y este desalmado

      no

Скачать книгу