Ecos del misterio. José Rivera Ramírez

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Ecos del misterio - José Rivera Ramírez Ensayo

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(sin llegar a una alusión precisa a la homosexualidad; mera acusación de enervamiento en las formas externas y en las energías anímicas): 15-22 (pintura de una lectura pública; descripción de las modulaciones y las vestiduras del poeta lector). 30-36 (recitaciones poéticas al final de un banquete); afirmación exenta de la debilidad:

      Haec fierent si testiculi uena ulla paterni

      uiueret in nobis? (103-4)24.

      Vanidad: en los cargos: el finchado por un edilato provinciano (129-30)

      en la poesía: grandilocuencia, suavidad y ternura en el verso, progreso meramente formal en cuanto a la fluidez, incapacidad de escuchar la verdad sobre el propio valer:

      Et “uerum” inquis “amo, uerum mihi dicite de me”

      qui pote? uis dicam? nugaris, cun tibi, calue,

      pingui aqualiculus propenso sesquipede extet (55-8)25

      por eso el poeta, que contempla en casi todos orejas de burro, sepulta en la

      sátira su secreto, como en el hoyo de la tierra el barbero de Midas (107-121).

      Adulaciones continuas, exclamaciones vacuas, de aplicación universal, y eso en la poesía y en el foro, desprecio de la antigua reciedumbre poética, del verso tal vez duro; afectación grecizante... (ansia de ser señalado, alabado en vida, dejando inmerecida fama, inútil para las cenizas (13-42; 48-53; 58-86; 91-106: 126-134).

      Insinceridad: ya insinuada o expresa en algunos de los versos citados.

      Por su parte expresa positivamente –amén de las censuras ya copiadas– la sinceridad:

      Uerum nec nocte paratum

      plorabit qui me uolet incuruasse querella (90-91)26.

      También el deseo de la fama, pero genuina, legítima:

      Non ego, quum scribo, si forte quid aptius exit,

      quando haec rara auis est, si quid tamen aptius exit,

      laudari metuam; neque enim mihi cornea fibra est (45-8)27.

      SÁTIRA II

      La visión del hombre: Casi todo en el aspecto religioso. Las relaciones con los dioses están impregnadas de superstición y de hipocresía.

      Los deseos son meramente naturales, fantasiosos (35-38; 10-12) o positivamente malos (10-12) (de los primeros también: 41,44-45); están impregnados de ambición, de avaricia, el oro, el lujo ha sustituído las austeras costumbres antiguas (v-gr- 59-66). Se ruega a los dioses que favorezcan los deseos de salud y se vive de manera insana, entregado a comilonas (41-3). Se hacen en secreto peticiones perversas, se quiere comprar el favor divino, con ofrendas suntuosas, y se ha introducido en los templos la humana vanidad, y esto es lo más grave de todo:

      Peccat et haec, peccat, uitio tamen utitur, at uos

      dicite, pontifices, in sancto quid facit aurum? (68-69)28.

      Lo que desean los dioses es un corazón puro, manifestado en sobrios sacrificios, y en una vida conforme a las súplicas elevadas paladinamente, sin impurezas de hipocresía, no caros dones ni prácticas supersticiosas:

      Quin damus id superis, de magna quos dare lance

      non possit magni Messalae lippa propago?

      compositum ius fasque animo sanctosque recessus

      mentis et incoctum generoso pectus honesto,

      haec cedo ut admoueam templis et farre litabo (71-75)29.

      Sólo una posible alusión al desenfreno sexual: lippa propago (72).

      SÁTIRA III

      La visión del hombre: Vive una vida de locura; éste sería el juicio del mismo Orestes enloquecido. Borracheras, sueños prolongados, envidia de las despensas mejor abastadas, miedo de la enfermedad, terror de la muerte, odio de quien anuncia la verdad de la cercanía del peligro... Un dejarse llevar de las circunstancias... Esta es la visión expuesta en la sátira, con vivaz estilo dialogístico, muy digno de pausado estudio. Incapacidad intelectual.

      Los pensamientos del autor: Palmaria la condenación de todo lo anterior. Este joven, que ronca hasta entrado el día, durmiendo la borrachera nocturna, y que entona una serenata de pretextos, para eludir la faena intelectual, es realmente un crío, que merece la papilla y la nana. Nada valen la vanidad de la estirpe, el saludo amical al censor; chatarra son las condecoraciones, dignas del vulgo ignorante; del hombre que nada sabe, que ignora lo que pierde, y, sumergido, no es capaz de remontarse a la superficie de las aguas. Pero éste es inculpable. Mas el muchacho aleccionado...

      El mayor castigo del vicioso será el remordimiento: más exactamente el pesar, que ha de dominarle al contemplar la virtud abandonada (35-38); y la culpa inconfesada que le roe, aun en compañía de la propia esposa, desconocedora del pecado (41-2).

      Hay que tener un proyecto vital, no vivir arrastrado por la fuerza del momento, por la circunstancia. Hay que salir al paso a la enfermedad que nos amenaza, Y para ello:

      Discite et, o miseri, causas cognoscite rerum:

      quis sumus et quidnam uicturi gignimur, ordo

      quis datus, aut metae qua mollis flexus et unde,

      quis modus argento, quid fas optare, quid asper

      utile nummus habet, patriae carisque propinquis

      quantum elargiri deceat, quem te deus esse

      iussit et humana qua parte locatus est in re (66-72)30.

      En substancia: hay que ser sabio. Según, es notorio, la noción estoica de la sabiduría.

      Una sola alusión sexual: muy leve, puede tener significación meramente afectiva: (110-1).

      Hay en la sátira una insinuación de la necesidad e incluso el estilo, de educación: 20-24; 53-75. Y una condenación del magisterio de la época: 44-51.

      Día 30 de junio de 1967

      Las 3,30, y ya me he resumido la sátira cuarta. El día después se ofrece con cariz de tremebundo agobio; pero estas primeras horas son totalmente mías, y dispongo de cinco largas. Veré de aprovecharlas con esmero, para concluir el extracto de las ideas de Persio y escoliarlas luego; aunque esta postrera faena sufre aplazamiento hasta la próxima noche. Desearía, en cambio, rematar la lectura de los cuadernos de notas de Maritain, anotando las principales sugerencias, para devolverlos antes del viaje. En estos momentos, por maravilla, no parece insinuarse malestar físico alguno. Aunque el sueño ha sido muy breve, pues el coloquio con las misioneras se prolongó hasta las 12,10. Tampoco deja de resultar extraña esta súbita comprensión, o al menos este interés por escucharme. Por mi parte, como apuntaba Maritain en su diario, a nadie me niego, y a casi nadie busco.

      SÁTIRA IV

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