Historia de lo trans. Susan Stryker

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dejándonos una barba de tres días, o hablando con una inflexión ascendente o descendente al final de la frase. Normalmente estas formas de comportamiento y estilo se han interiorizado tanto que las consideramos naturales, pero –dado que todas son cosas aprendidas mediante la observación y la práctica– sería más apropiado entenderlas como una «segunda naturaleza» adquirida culturalmente.

      Prestar atención al habitus nos conduce a pensar que, aunque nuestros cuerpos sean sin lugar a dudas distintos entre sí, lo que hacemos con dichos cuerpos, así como el modo en que los usamos y transformamos, cuenta más a la hora de hacernos ser quienes somos que aquello con lo que nacemos. Todos los cuerpos humanos son cuerpos modificados: son cuerpos sometidos a dieta y ejercicio, con pendientes y tatuajes, cuyos pies se amoldan al tipo de zapatos que se usa. Dar forma, estilizar y mover el cuerpo para presentarse ante los demás de un modo particular es una parte fundamental de las culturas humanas –una parte tan importante que es virtualmente imposible practicar ningún tipo de modificación corporal sin que otros miembros de la sociedad tengan una opinión sobre si dicha práctica es buena o mala, acertada o errónea, dependiendo de cómo o por qué uno lo haga. Todo, desde cortarse las uñas a cortarse una pierna, queda en algún punto del espectro moral o del juicio ético. Por tanto, muchos miembros de la sociedad poseen fuertes sentimientos y opiniones sobre las prácticas consideradas como modificaciones corporales transgénero, til-dándolas a menudo de «antinaturales», incluso cuando cultivar un determinado estilo de personificación para expresar nuestra identidad es algo que todas las personas hacemos de un modo u otro.

      Identidad: La identidad es quién se es. Es una palabra con una paradoja en su interior. Significa que dos cosas que no son exactamente lo mismo pueden sustituirse la una a la otra como si lo fueran. En matemáticas, decir que (1 + 4) = (2 + 3) es decir que incluso componiéndose de números distintos, dos conjuntos son matemáticamente idénticos porque su suma es exactamente lo mismo. En la sociedad y la cultura, el concepto de identidad funciona de forma similar. Cuando dices, «Yo soy socialista» o «Yo soy hindú» o «Yo soy músico» o «Yo soy mujer», el «soy» hace las veces de signo igual, y estás afirmando que tu sentimiento particular de ser algo (un «Yo») se describe mediante una categoría a la que crees pertenecer. Tú y la categoría no sois exactamente lo mismo, pero en determinadas circunstancias lo uno puede sustituir al otro. En la vida social, suele ser bastante importante expresar con qué categorías te identificas o llamar la atención sobre categorías en las que se te ubica, te identifiques o no con ellas. Obviamente, es posible tener muchas identidades personales distintas, sobrepuestas o incluso contradictorias, así como que se incluya en la misma categoría a personas que sean significativamente diferentes entre sí en muchos aspectos.

      Política de identidad: Aunque no se limite a los Estados Unidos, la política de identidad es muy importante para entender la sociedad estadounidense contemporánea, dada la historia del país como república democrática. La política de identidad tiene que ver con reivindicaciones de pertenencia y ciudadanía en relación con algún tipo de estatus minoritario. Supone un llamamiento a las nociones de la sociedad civil que protegen los derechos de las minorías del abuso de la mayoría y promueven la idea de que las formas culturales, las historias, las experiencias y las identidades minoritarias poseen un valor intrínseco. En un sentido muy genuino, la política de identidad, que se basa en la asignación de cuerpos minoritarios a las categorías sociales jerárquicas, ha formado siempre parte de la historia de los EE.UU. al ser una nación que ha desplazado y absorbido pueblos nativos que fueron categorizados como racialmente distintos a los colonos, que ha esclavizado a africanos por su raza y sus orígenes no europeos, que ha controlado la inmigración ofreciendo acceso preferente a algunas etnias y negando el acceso a otras, que ha impedido a las mujeres votar y que ha criminalizado a personas homosexuales y trans. Las minorías siempre han tenido que implicarse activamente en los procesos políticos para dar a conocer sus necesidades y para hacer oír su voz, en relación con los grupos socialmente dominantes. Desde mediados del siglo xx, muchos grupos de identidad minoritaria han apelado a las nociones de justicia, derechos civiles, igualdad y orgullo cultural para combatir las formas de discriminación ejercidas por la sociedad mayoritaria consciente o inconscientemente.

      Intersexo: Normalmente, ser un cuerpo productor de óvulos implica tener dos cromosomas X, y ser un cuerpo productor de espermatozoides implica tener un cromosoma X y uno Y. Cuando se unen las células del óvulo y el espermatozoide (es decir, cuando tiene lugar la reproducción sexual), sus cromosomas pueden combinarse en patrones (o cariotipos) distintos a los típicos de macho (XY) o de hembra (XX) (como es el caso de XXY o XO). Otras anomalías genéticas pueden causar anomalías en el desarrollo sexual del cuerpo. Del mismo modo, pueden darse otras diferencias de desarrollo sexual durante el embarazo o después del parto como resul-tado de trastornos glandulares que generan diferencias adicio-nales en el desarrollo típico del sexo biológico. Algunas de estas anomalías hacen que un cuerpo genéticamente XY (típicamente masculino) parezca típicamente femenino al na-cer. Algunos cuerpos nacen con genitales que combinan for-mas típicamente masculinas y típicamente femeninas. Algunos cuerpos femeninos (típicamente XX) nacen sin vagina, útero u ovarios. Todas estas variaciones sobre la organización más frecuente de la anatomía reproductiva humana –junto con otras muchas, muchas más– reciben el nombre de estados intersexo. Hermafroditismo era la palabra empleada para hacer referencia a intersexo, pero en la actualidad suele considerarse peyorativa. Algunas personas intersexo prefieren el término médico TDS (acrónimo de Trastorno del Desarrollo Sexual) para describir su estado sexual, pero otros reniegan del término por su nocivo efecto patologizante y despolitizante. Estas personas suelen hacer uso del acrónimo DDS que hace referencia a «diferencias de desarrollo sexual» o bien se aferran al término intersexo –o incluso a hermafrodita o a su equivalente en argot herma– para poner de relieve su sentimiento de pertenencia a una comunidad minoritaria politizada.

      La condición intersexo es mucho más común de lo que solemos reconocer; estadísticas fiables sitúan el número en uno de cada dos mil nacimientos. La condición intersexo no tiene tantísimo que ver con el transgénero, excepto en la medida en que demuestra que la biología del sexo es mucho más variable de lo que mucha gente quiere ver. Resulta muy oportuno cuando se tienen creencias culturales sobre la existencia de dos únicos sexos y por tanto de dos únicos géneros. Estas creencias pueden convertir a las personas intersexo en objeto de intervenciones médicas como la cirugía genital o la terapia hormonal, generalmente cuando aún son bebés o niños y niñas pequeños para «corregir» su supuesta anomalía. Es el hecho de estar sujetos a las mismas creencias culturales sobre el género y ser objeto de las mismas técnicas de modificación corporal llevadas a cabo por las mismas instituciones médicas, lo que proporciona la mayor base común para personas intersexo y transgénero.

      Algunas personas trans, que atribuyen a su propia necesidad de atravesar los límites de género una causa biológica, consideran que tienen una condición intersexo (algunas teorías actuales abogan por diferencias en el cerebro asociadas al sexo), y algunas personas con cuerpos intersexo también llegan a considerarse transgénero (en la medida en que desean vivir en un género distinto del que se les ha asignado al nacer o después de nacer).

      Aun así, conviene pensar en las identidades, comunidades y movimientos para el cambio social transgénero e intersexo como algo distinto en términos políticos y demográficos, si bien con ciertas áreas de solapamiento y determinadas afiliaciones compartidas.

      Morfología: Morfología significa «forma». Al contrario que el sexo genético, que (al menos por el momento) no puede cambiarse, el sexo morfológico de una persona o la forma del cuerpo que tradicionalmente asociamos a un macho o a una hembra puede modificarse hasta cierto punto mediante cirugía, hormonas, ejercicio, vestimenta y otros métodos. La morfología típica de macho adulto es tener genitales externos (pene y testículos), pecho plano (sin mamas) y pelvis estrecha. La morfología típica de hembra es tener vulva, vagina, clítoris, mamas y pelvis ancha. El término morfología puede también hacer referencia a aquellos aspectos de la forma del cuerpo como el tamaño de las caderas en relación con la cintura, la circunferencia de la muñeca en relación con la mano, la anchura de los hombros

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