La misión liberadora de Jesús. Darío López R.

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La misión liberadora de Jesús - Darío López R.

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a Palestina del último peldaño de la escala temporal, sino más bien que estaba por llegar a Pales­tina el impacto igualitario del año sabático. (Yoder 1985: 32–33)

      René Padilla, sobre este mismo pasaje, afirma lo siguiente:

      Al comienzo mismo de su ministerio, en su manifiesto sobre su misión anunciado en la sinagoga de Nazaret, lee la profecía de Isaías 61.1–2 y afirma que el día del cumplimiento ha llegado. De su interpretación de ese pasaje bíblico se deriva que Jesús entiende su misión en términos de la inauguración de una nueva era —el año favorable del Señor— [...] caracterizado por el anuncio de la buena noticia a los pobres, la libertad de los presos, la restauración de la vista a los ciegos, la liberación de los oprimidos. Con el Antiguo Testamento como telón de fondo, Jesús concibe su actividad mesiánica en términos de la instauración del año favorable del Señor, es decir, el año de jubileo y, consecuentemente, de la reestructuración de la sociedad según los dictados del amor y la justicia. Es el portador de las bendiciones del reino, las mismas que son derramadas sobre gente que vive en condiciones de privación y opresión, pobreza y explotación. (Padilla 1986: 169)

      Teniendo en cuenta la información que Lucas nos proporciona en su evangelio, así como el aporte de las personas que han estudiado este pasaje, se puede afirmar que cualquiera sea la óptica teológica desde la cual se lea y analice este pasaje, no se pueden desconocer cuatro asuntos que están bastante claros y que no requieren de mayor explicación o análisis crítico:

      a. Jesús se aplica a sí mismo las palabras de Isaías 61.1–2. En él se cumple esta profecía mesiánica de Isaías. Jesús afirma que en su persona y ministerio el reino de Dios se ha hecho presente en el seno de la historia21. Sus palabras y sus acciones liberadoras en beneficio de seres humanos concretos como los enfermos, las viudas, los publicanos, los samaritanos y los endemoniados, dan cuenta de esa realidad.

      b. Es un pasaje que está conectado con el año de jubileo. Un año de liberación en el cual se daba una nivelación social, se condonaban las deudas, los pobres recuperaban sus tierras y los esclavos eran liberados (Lv 25.1–55)22.

      c. Tiene una dimensión social y política incuestionable relacionada con la liberación de las personas que se encontraban en situaciones de opresión como los pobres. Los pobres (un término que se halla también en Isaías 61.1, anawin, ptojós como se traduce en la Septuaginta) «significan claramente en Lucas los desprovistos de lo que es necesario para vivir» (Gutiérrez 1989: 42)23, como en Lucas 6.20; 7.22; 14.13–21.

      d. Aparecen en este pasaje las dos notas claves del Evangelio de Lucas: el amor universal de Dios y su opción preferencial por los pobres y los excluidos. Ambas son dimensiones irrenunciables de la buena noticia del reino de Dios y no pueden relegadas o recortadas, bajo ningún pretexto.

      Respecto a la imparcialidad del amor de Dios y a su predilección por los pobres y los excluidos, que destaca notoriamente cuando se lee Lucas 4.16–30, a la luz de Isaías 61.1–2 e Isaías 58.6, se tiene que precisar lo siguiente:

      En primer lugar, cuando cita a Isaías 61.1–2, Jesús no lee la última parte de Isaías 61.2 (el día de la venganza del Dios nuestro), evitando de esa manera toda referencia de hostilidad a los gentiles. Proclamó así la gracia imparcial de Dios, subrayada además en la referencia a dos despreciables gentiles que recibieron el favor de Dios, como la viuda de Sarepta y Naamán, el leproso sirio (Hertig 1998: 167–179). La gratuidad y la imparcialidad del amor de Dios afloran entonces como notas claves de la misión liberadora de Jesús en su discurso programático de Nazaret, notas claves que se expresan notoriamente en su opción galilea y que son ejes transversales del tercer evangelio.

      a. En segundo lugar, cuando en Lucas 4.18, Jesús inserta una frase tomada de Isaías 58.6 (a poner en libertad a los oprimidos), intro­duce un correctivo necesario para una religión despreocupada por las condiciones materiales concretas en las cuales vivían los pobres y los oprimidos (Hertig 1998: 167–179). Este texto del profeta Isaías, si se examina a la luz de toda la propuesta que subyace en Isaías 58 en la cual se denuncian las prácticas reli­giosas hipócritas y en la que se enfatiza que el verdadero ayuno consiste en romper las cadenas de injusticia y preocuparse por la situación de los pobres, tiene una indudable dimensión social y política. En otras palabras, la misión liberadora de Jesús no puede espiritualizarse o entenderse como la simple salvación de almas incorpóreas, ya que la palabra ptojós (pobres) utilizada en Lucas 4.18, tiene la connotación de carencia material, privación y miseria24. Además, porque los quebrantados de corazón, los cautivos y los ciegos, mencionados en Lucas 4.18, expresan formas concretas de privación y miseria material en la cual se encuentran seres humanos concretos.

      En la aldea de Nazaret, Jesús, ungido por el Espíritu, expuso un pro­grama misionero liberador en favor de los pobres y los excluidos. Este programa misionero liberador que se expresa en su opción galilea es una clara opción por la vida y la justicia del reino de Dios. Su predicación y sus acciones liberadoras dieron cuenta de esa opción galilea que le granjeó la enemistad y el rechazo de los poderosos de su tiempo. Frente al testimonio del Evangelio de Lucas, acerca de la plataforma mesiánica de Jesús, como miembros de iglesias pentecostales, tenemos que preguntarnos cuál es nuestra plataforma de acción misionera en favor de los menesterosos y los desheredados del mundo y para qué nos ha ungido el Dios de la Vida con el Espíritu de vida; ¿para favorecer y defender acríticamente políticas económicas criminales en contra de seres humanos indefensos o para buscar que todos los seres humanos disfruten de una calidad de vida plena, digna y justa como creación de Dios?

      La buena noticia del reino de Dios

      La otra pregunta que guió mi búsqueda teológica sobre la opción galilea de Jesús que se presentaba como un eje teológico transversal en el Evangelio de Lucas fue la siguiente: ¿Qué se afirma acerca del mensaje liberador subyacente en el discurso mesiánico de Jesús expuesto en la sinagoga de Nazaret? Si bien es cierto que en Lucas 4.16–30 no se utiliza directamente la expresión reino de Dios, las palabras de Jesús en su manifiesto mesiánico contienen el meollo del mensaje que comenzó a proclamar por las ciudades y aldeas de Galilea. Un mensaje de liberación que transformó radicalmente la calidad de vida de los pobres y los excluidos que se encontraron con Jesús, como la viuda de Naín, y que se resume en las palabras de las personas que presenciaron esta acción liberadora en favor de una mujer viuda en peligro de ser una persona muerta en vida si su hijo no hubiera resucitado: Dios ha visitado a su pueblo (Lc 7.16).

      Lucas en su evangelio —en sintonía con el testimonio de Mateo y Marcos (Mt 4.17, 23; Mr 1.14)— enfatiza que la buena noticia que Jesús comenzó a proclamar fue la irrupción del reino de Dios en el escenario de la historia (4.43–44). En su relato utiliza en dos ocasiones la expresión evangelio del reino de Dios (4.43; 8.1); en otros momentos utiliza la palabra reino (11.2; 12.32; 22.29, 30; 23.42), pero en la mayoría de los casos utiliza la expresión reino de Dios (6.20; 7.28; 8.10; 9.2, 11, 27, 60, 62; 10.9, 11; 11.20; 12.31; 13.18, 20, 28, 29; 14.15; 16.16; 17.20, 21; 18.16, 17, 24, 25, 29; 19.11; 21.31; 22.16, 18). Sin embargo, independientemente de las palabras que utiliza para referirse a la misión liberadora de Jesús, lo que está claro es que el mensaje que Jesús proclamó, con palabras y acciones de liberación en favor de los desvalidos, fue que en su persona y ministerio se estaba dando cumplimiento a las promesas del Antiguo Testamento relacionadas con el Mesías.

      En su registro del discurso mesiánico de Jesús en la sinagoga de Nazaret, Lucas expresa claramente cuál era la identidad y la misión del Mesías: El Espíritu del Señor está sobre mí […] Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros (4.18, 21). Estas palabras indican, como ya se ha señalado en otros momentos, que el reino de Dios se había acercado y que Jesús de Nazaret era el autobasileia.

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