Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola

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Historia de la República de Chile - Juan Eduardo Vargas Cariola Historia de la República de Chile

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recepción en esa ciudad del primer convoy el 15 de septiembre de 1875247. Hacia 1877 la mayor parte de sus calles principales estaban pavimentadas con adoquines y sus veredas, con asfalto. Y desde 1869 esas calles estaban numeradas, según acuerdo de la municipalidad que aceptó la idea del regidor Daniel Barros Grez, para, con ello, “hacer de la ciudad de Talca la única de Sud América que tuviera este sistema propio de los Estados Unidos”248.

      CONCEPCIÓN Y LA FRONTERA

      En el centro-sur del país la evolución de Concepción muestra también la estrecha vinculación existente entre el desarrollo económico y el crecimiento demográfico. Las consecuencias de la guerra de la emancipación, que la dejaron a muy mal traer, eran visibles todavía en 1828, cuando la visitó Poeppig:

      A las grandes dificultades que experimentó la ciudad para superar las consecuencias de la guerra se agregó el devastador terremoto de 1835, que también arruinó a las ciudades del centro. Sin embargo, el auge cerealista y el desarrollo de la molinería le permitieron iniciar una sostenida recuperación. A lo anterior se unió el comienzo de la explotación del carbón en Coronel, Lirquén, Puchoco, Lota, Curanilahue, Carampangue, Colico y Maquehua, que en ocasiones dio impulso a actividades complementarias, como la fundición y refinación de minerales de cobre traídos del norte, y la fabricación de ladrillos refractarios, de botellas y de vidrios planos. Una vez más, como había ocurrido en Copiapó, La Serena y Valparaíso, la presencia de los extranjeros fue decisiva en el impulso a estas actividades.

      La sociedad de Concepción, con estrechos nexos con Chillán y Los Ángeles, estuvo marcada con fuerza por su carácter fronterizo, y conservó en los primeros decenios republicanos el sello militar que la había caracterizado durante la monarquía, sello que estaba dado no tanto por la guerra secular con los indígenas —guerra que en verdad fue imaginada—, sino por la presencia de contingentes militares, de las milicias y de todo el aparato administrativo anexo, cuyos principales integrantes se establecieron en la zona, contrajeron matrimonio con mujeres de la localidad, adquirieron tierras de los indígenas y, exactamente como ocurrió durante la monarquía, se ocuparon de manera preferente de sus actividades agrícolas y ganaderas, lo que habitualmente hacían con el concurso de los soldados de la guarnición. Las familias Rioseco, Cruz, Larenas, Santa María (Escobedo), Benavente, Del Río (Gastetuaga), Lamas, Ojeda, Prieto (Seixas), Bulnes, Freyre de Andrade, Manzano, Vial y Squella, entre otras, en su mayoría de origen castrense, tuvieron presencia en la región, en especial en la segunda mitad del siglo XVIII, y se vincularon a otras del siglo anterior y del XVI, muchas también de raigambre militar, como Roa, Riquelme de la Barrera, Alarcón, Sanhueza-Palafox, Serrano, Navarrete (Álvarez de Toledo), Henríquez, Meza, Vásquez de Novoa, Del Solar, Sotomayor, Merino, De la Barra, Urrutia (Avellaneda), y otras. También durante el siglo XVIII se incorporaron a Concepción familias que, como Martínez de Rozas, Urrejola, Zañartu, Unzueta, Eguiguren, Ibieta y Urrutia-Mendiburu, alcanzaron un lugar destacado en la elite local y en la de Santiago en el siglo XIX.

      Uno de los ejes de la elite de Concepción estuvo constituido por la familia Carvajal-Vargas, fundada en el siglo XVII por el limeño Juan Marcelino de Carvajal-Vargas y Quezada, llegado a Chile como comandante general de la caballería. Casado con Luisa de Roa y Alarcón, fue progenitor de Fermín Francisco de Carvajal-Vargas, quien contrajo matrimonio con su prima limeña Joaquina de Brun y Carvajal, condesa del Puerto y de Castillejo y titular del cargo hereditario de Correo Mayor de Indias. Fermín Francisco de Carvajal negoció el reintegro del Correo Mayor a la Corona, en compensación de lo cual recibió el título de duque de San Carlos, con Grandeza de España y residencia en la península. El título de conde de la Unión obtenido para uno de sus hijos y el de conde de Montes de Oro para su hermano Carlos Adriano, que permaneció en Concepción, situó a la familia en un plano social muy elevado, y durante el proceso emancipador se mantuvo realista, al igual que las familias Urrejola, Eguiguren, Lantaño y muchas otras. Como era evidente, tal actitud les originó a esas familias considerables pérdidas patrimoniales al producirse el descalabro de la monarquía.

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