Sueño contigo, una pala y cloroformo. Patricia Castro
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Soy una gilipollas y en realidad me merezco todo esto.
Recuerdo la noche en la que me lo jugué todo a una sola carta. No podía ni mirar el móvil sabiendo que me había rechazado —sin tan siquiera leer su puto mensaje— pero lo presentía. Me había declarado a ella y en el fondo sabía que lo iba a dinamitar todo porque Júlia era la indefinición en persona.
Nunca me sentí tan vulnerable y rota como aquella noche. Lloré, lloré y lloré como una niña pequeña y sin saber qué hacer. Júlia se había ido y yo no podía concebir la vida sin ella; ya sé que el rollo del amor romántico es una mierda y sirve de coartada al patriarcado para someter a las mujeres y todo lo demás pero, joder, yo quería y sigo queriendo a Júlia como una parte de mí.
Yo respeto mucho a Albert Camus pero eso de que la existencia es absurda no me acaba de gustar; sí, todo es una mierda y el puto ser humano es como Sísifo, cargando con su vida subiendo una montaña para perderla tontamente al otro lado. Sé que eso no es libertad, es sometimiento, que así no se puede ser feliz y que todo es angustia y sufrimiento menos cuando llega arriba y suelta la piedra. Y luego la vuelve a coger de nuevo, repitiendo lo mismo eternamente. Una puta crueldad.
Camus, pillo de lo que va tu jodida metáfora con el mito griego pero me aburre, tío, yo quiero vivir para algo y vivir para alguien. Cuanto más sienta, más viva y más quiera, más feliz seré. La vida puede tener el sentido que le queramos dar, pero hay algo que permanece a pesar de todas las historias trágicas y absurdas que nos montamos.
Todos queremos querer y que nos quieran, dejar nuestra pequeña huella en el mundo. Camus, colega, te puede parecer absurdo pero es cierto, esa es la puta piedra que de verdad vamos a cargar siempre.
Aquellos días hablábamos de muchas cosas, desde lo mucho que le costaba poner lavadoras hasta de las ganas que tenía de volver a verme. Yo decía poco y escuchaba mucho, me encontraba en arenas movedizas y temía sentirme locamente atraída hacia ella, cegada por la pasión, por sus encantos, por aquellos ojos suyos que me incendiaban. Vivía en perpetuo malestar porque yo tenía una pareja que no se merecía aquello pero era incapaz de evitarlo, afrontar la situación y admitirla.
No entendía nada de lo que estaba pasando. Un día me llegó un mensaje suyo a las tantas de la noche.
Júlia
No estic gaire bé amb el David
David era el pardillo que tenía por novio. Pagaba las facturas y cambiaba las sábanas de la cama en la que los amantes se corrían sobre Júlia, esa misma cama en la que dormía con él. Yo pensaba que él consentía todo aquel circo, que era uno de esos tíos a los que les va ser un cornudo y que su mujer se pase por la piedra a media Barcelona. En realidad el pobre señor no sabía nada y era feliz amansando a las fieras de un colegio como profesor de educación física.
Siempre he pensado que, en general, los profesores de deporte son unos bastardos. Tuve uno que de pequeña me llamaba gorda y me obligaba a correr más que el resto y luego otra, autoritaria —era una sargento de hierro—, a la que le caía mal porque no se me daba bien saltar al plinto y la cabronaza me suspendía cada vez que podía. Siempre pasa en los putos colegios de monjas, entre curas pederastas, violadores y otros seres anormales no damos abasto pero el tal David parecía decente; mientras el tío curraba la otra se la estaba comiendo a cualquier tarao que le hubiera hecho caso.
Una tarde, antes de conocernos en persona y justo antes de coincidir por primera vez en la revista, Júlia empezó a hablar de poliamor; me mandó mil mensajes diciendo que no estaba lo suficientemente deconstruida pero que era un paso que había dado y no se arrepentía.
Júlia
Perquè, cuqui, ja saps que amb el David mai ha funcionat del tot bé, entens?
Tendría que haberla matado entonces y haberme bañado en su sangre de petarda sideral. Sus temas de conversación nunca venían a cuento y me decía cosas jodidamente aburridas pero entre que me ponía a mil, que soy imbécil y me fijo siempre en los más perturbados —y las más locas—, allí estaba yo haciéndole caso e inflándole el ego, dándole atención y cariño constantes.
Me dijo que con David habían abierto la relación porque estaban mal y que ahora estaban viendo cómo iban las cosas. A mí este rollo pequeño burgués de mi-existencia-es-aburrida-y-tengo-que-inventarme-problemas-porque-me-alimento-del-drama-y-si-no-tengo-drama-no-tengo-vida, no me va. Ella pensando en comerse más pollas, que le lamiesen mejor el coño, saliendo en la prensa y tenía al pardillo currando como un negro para llegar a fin de mes.
Alucino con la capacidad que tiene esta gente de crear teorías para justificar sus comportamientos inmorales. Yo sabía que ponerle los cuernos a mi novio no era algo muy decente, aunque eso tampoco me quitaba el sueño. Los tiempos son líquidos hasta para la moral pero, coño, de ahí a no tener ninguna hay una enorme diferencia.
Júlia
Doncs el David i jo tenim una relació oberta
Alexandra
Claro
Júlia
Jo ho necessitava, cuqui
Alexandra
Entiendo ¿y él?
Júlia
Jo ho necessitava molt perquè m’ofegava tal i com estàvem, saps?
Alexandra
Ya, si tiene que ser jodido
Júlia
I això, anem veient… ja et dic, és el millor que he fet, així puc sortir amb gent i tal, i estar amb ell, perquè me l’estimo molt
Alexandra
No, si ya
Júlia
És la meva família, no el podria deixar mai, Alexandra
Alexandra
Ahá, claro
Júlia
A més és molt bon tio, ara vivim junts
Alexandra
Si habéis llegado los dos a ese acuerdo, genial, aunque yo no lo veo
Júlia
I és clar, és una cosa diferent però la gent ho ha d’entendre
Alexandra
No, si es lo que os va bien…
Júlia
Es que tia, ningú em pot dir les polles que em puc o no menjar, saps? ¡Que soy una mujer empoderada!
Alexandra
No, si ya, si yo te entiendo pero ya sabes como es la gente…
Júlia