El amor, Aún. Una lectura del Seminario 20 de Lacan y sus fuentes antiguas. Carmen González Táboas

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El amor, Aún. Una lectura del Seminario 20 de Lacan y sus fuentes antiguas - Carmen González Táboas

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fálico, (si hubiera relación sexual como tal, pero no la hay, asunto cuya dificultad lógica se verá más adelante) este goce fálico no haría falta, y el goce femenino (el Otro goce, el de Briseida) ese no haría falta que sea. Dicho simplemente, habría goce sexual directo como en el apareamiento animal. Pero porque se habla, hay hombres y mujeres, es decir, significantes de los que se goza de infinitas maneras. En el mundo animal no los hay; no hacen falta el goce fálico ni el Otro goce; ni el falo-función, ni escritura alguna. El goce-ausencia (goce de Uno solo y ausencia de un significante que lo nombre) hace fallar toda relación de complementariedad. La diferencia sexual “no es finalmente diferencia significante, es la diferencia del sexo como goce, del goce como alteridad radical para cada sujeto” (17).

      UN ARTILUGIO MATEMÁTICO

      “Lo necesario está conjugado con lo imposible” (74). Lo necesario, lo que hace falta, lo que no cesa de no ocurrir (la relación sexual) hace falta en cada paso del neurótico por ser el que cree en las palabras. No cesa de verificarse que, relación sexual, no la hay; es lo imposible. Si el goce está marcado por ese agujero que no le deja otra vía que la del goce fálico, “¿cómo lo que no es sino falla, hiancia en el goce, puede llegar a realizarse?” (16). Antes de responder con la lógica de la sexuación, dice Lacan: eso “solo puede ser sugerido con atisbos muy extraños” y hace resonar étrange (extraño) con être ange (ser ángel); ser ángeles sin cuerpo nos haría tan necios como la cotorra de Picasso, agudeza de Lacan que se entenderá mejor con el “Complemento sobre la necedad” y la reaparición del ángel en el capítulo II, “A Jakobson”.

      BREVE EXCURSUS: EL MITO DE DON JUAN

      “A Dios se lo hace existir amándolo”, dice Lacan, que se vuelve hacia la mística cristiana porque necesita una lógica que exponga los efectos de afecto del significante en el cuerpo viviente. En la experiencia mística, inaprehensible para la lógica del Uno y el Todo, el alma se dirige hacia ese partenaire inhumano que viene en lo inefable de una presencia diseñada por las Escrituras reveladas, sentida, estremecida, gozada, padecida. Santa Teresa dice que se sufre con un dolor no del cuerpo sino del espíritu, y agrega: “aunque no deja de participar el cuerpo y aún mucho”. Y las palabras con las que al místico se le pide escribir sobre la experiencia no le dicen en realidad nada, no retienen nada de todo eso, o apenas unos jirones en los bordes de la obra poética.

      COMPLEMENTO SOBRE LA NECEDAD

      El “Complemento sobre la necedad”, es la palabra de Lacan presentando (12/12/72) la intervención de François Recanati que veremos enseguida. Se había propalado la noticia: ¡Lacan ha hablado de amor! A lo que Lacan dice que Parlez-moi d’amour no es más que una canción, que también hay la carta, la declaración, la palabra de amor (son todas diferentes)… pero que él habló “de la necedad” (la bêtise) en la que estamos inmersos por gozar de hablar… también de amor. ¿La necedad “condiciona” ese Encore este año anunciado? (20). ¿Qué quiere decir Encore? Es un adverbio de intensificación, una aspiración, una jaculación (¡no más, vamos, otra vez!), que no se comprende si no se trata de un gozar. Lacan habla del peso de su propia presencia en el Seminario; “ustedes gozan de ella”, como él mismo goza pues vuelve cada vez. “Mi presencia es mi necedad”; podría estar haciendo otra cosa, y ellos también. “No puedo situarme sino en el campo de ese aún”, el campo del goce del hablanteser, el que encore (aún otra vez cada vez) goza en corps. Eso no cesa. Aunque no lo sepa.

      Hablo,

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