Manual de atención de familias para profesionales de la salud. Angelina María Dois Castellón
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En Chile, al igual que en el resto del mundo, los cambios sociales y estructurales que ha vivido la familia y las diferencias culturales y económicas de las que son objeto, no permiten construir una única definición de familia, lo que da cuenta del proceso de transformación constante que no admite referirse a ella como a una estructura inmutable, sino más bien a un conjunto de formas de estructurar la vida entre personas.
Aún así, la experiencia de familia sigue siendo universal, un ideal de vida y un valor esencial para las personas (Herrera, 2006; Burgos, 2004; Jadue, 2003; Instituto Nacional de Estadísticas [INE], 2002).
LAS FUNCIONES DE LA FAMILIA
La familia humana es una realidad compleja que opera dentro de contextos sociales específicos y cambiantes que la obligan a vivir procesos de permanente adaptación de modo tal de mantener su continuidad y fomentar el crecimiento psico-social de cada uno de sus integrantes.
En ese sentido, se considera que la familia es un sistema integrativo que cumple funciones esenciales para el desarrollo de la persona y para la supervivencia y estabilidad de la sociedad. Se configura como sustento emocional para el desarrollo de los hijos, otorga estabilidad para los adultos y es fuente de apoyo social para todos sus integrantes (Servicio Nacional de la Mujer [SERNAM], 1994 citado en Muñoz & Reyes, 1997).
La familia como institución es capaz de aglutinar y ejecutar al mismo tiempo distintas funciones, lo que le ha valido ser vista como una institución que economiza muchos medios y recursos y que, a la vez, hace mucho con pocos recursos, lo que la hace insustituible (Montoro, 2004).
Las funciones familiares se modifican según el contexto y la cultura. Sin embargo, a modo didáctico, se pueden agrupar en:
1. Satisfacción de las necesidades biológicas tendientes a la reproducción y a regular la conducta sexual de sus integrantes dentro y fuera del grupo social al que pertenece. Satisface también necesidades relacionadas con la crianza y cuidado de los hijos y asistencia y cuidado de los miembros más débiles de la sociedad (Montoro, 2004; Hidalgo & Carrasco, 1999).
2. Satisfacción de necesidades psicológicas, lo que produce una matriz de experiencias afectivas y vinculares que van generando la pertenencia sobre la cual se desarrolla la identidad personal. Según Parson (1974, citado en Burgos, 2004), a través del matrimonio, además, contribuye a la estabilización de la personalidad de los adultos al constituirse en el centro de su vida afectiva. Estas relaciones afectivas y de intimidad son la característica más notable de la familia, que actúa como reguladora y canalizadora de los afectos y sentimientos de sus integrantes y, por otro lado, permiten el establecimiento de responsabilidades recíprocas entre sus miembros a partir de las cuales se construye la identidad de la familia y la posiciona como una totalidad distinguible y única (Montoro, 2004; Martínez, 2001; Hidalgo & Carrasco, 1999).
3. Funciones de socialización a través de un proceso gradual que le va a permitir al niño entrar en contacto con la sociedad y sus distintos grupos sociales. Siendo la familia la principal trasmisora de la cultura, cumple funciones de socialización primaria con los niños al enseñarles a comportarse en la sociedad de acuerdo a los cánones que ésta espera y al transmitirles creencias, valores y normas sociales primordiales (Hidalgo & Carrasco, 1999; Martínez, 2001; Montoro, 2004). La especificidad de la influencia familiar en la educación del niño se caracteriza por su duración y continuidad sobre una base afectivo motivacional muy fuerte. La familia también cumple funciones en la socialización secundaria de los adolescentes y adultos influyendo en la forma en que el individuo se inserta en la sociedad y en el mundo laboral (Burgos, 2004). Por otro lado, durante el proceso de socialización, la familia cumple con tareas relativas a la formación de género y transmite la representación cultural que cada sociedad o grupo le asigna a la condición femenina o masculina (Quintero, 2006) con lo que favorece la adquisición de un patrón psicosexual adecuado que permite al individuo identificarse con los de su propio sexo y diferenciarse de los del otro, favoreciéndose así una adaptación integral al medio (Martínez, 2001).
4. Funciones económicas, dado que la familia ordena los comportamientos económicos básicos y más elementales como, por ejemplo, la alimentación y la provisión de servicios básicos y se constituye como un sistema productor y comprador de servicios y bienes para lograr la supervivencia de sus miembros (Montoro, 2004; Hidalgo & Carrasco, 1999). Esta función abarca las actividades relacionadas con el trabajo de sus integrantes, el presupuesto familiar en relación a los ingresos y el cumplimiento de tareas domésticas y el consumo regulado de los bienes y recursos (Reca, 1996).
5. Función mediadora con las distintas estructuras sociales, ya que relaciona a sus integrantes con otras unidades del sistema social. A través de los roles familiares y adjudicación de un determinado estatus, la familia puede ser considerada como una plataforma para las acciones en otras esferas sociales (Hidalgo & Carrasco, 1999).
LA FAMILIA EN CHILE DESDE UNA PERSPECTIVA EPIDEMIOLÓGICA
En Chile, según las estimaciones del XVIII Censo Nacional de Población y VII de Vivienda 2012, existía una población de 16.572.475 personas que incluían un total de 5.729.977 hogares, cifra que representa un 30.2% más que en 2002. Alrededor del 66% de estos hogares se distribuían en las regiones Metropolitana, V, VIII y X. De los datos del XVII Censo Nacional 2002, se puede afirmar que el 83.5% de las personas vivía en familia, situación que se mantuvo sin variación respecto de los inicios de la década de los ochenta (Instituto Nacional de Estadísticas [INE], 2003).
En Chile, las familias nucleares1 siguen siendo una realidad mayoritaria y una aspiración cultural ya que simbolizan la posibilidad de acceder a una vivienda independiente. Este tipo de familia significa, además, menos conflictos con los parientes, la posibilidad de desarrollar estilos de vida propios, mayor intimidad en la pareja y autonomía de los padres en la crianza de sus hijos. Pero implica una mayor carga para la pareja responsable del hogar y el peligro de mayor soledad para la pareja y los hijos en el caso de viudez o separación conyugal.
Por otro lado, si bien la familia extendida involucra la convivencia con otros parientes y, por lo mismo, relaciones familiares más complejas, significa un gran apoyo en compañía y cuidado, especialmente para los menores, enfermos y ancianos. Compartir vivienda y hogar es una expresión de solidaridad que ayuda a la sobrevivencia de todos los miembros del hogar. En 1992, el 15.8% de las familias incluía algún nieto del jefe de hogar, el 8.3% algún hijo casado o separado, 7.8% algún yerno o nuera, 5.5% a padres o suegros y 8.8% a otros parientes. En la actualidad, el 71.8% de las familias extensas corresponde a familias compuestas por hijos allegados a sus padres (Ministerio de Planificación Nacional [MIDEPLAN], 2006).
TABLA 1. ESTRUCTURA FAMILIAR (CASEN, 2006)
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