Manual de atención de familias para profesionales de la salud. Angelina María Dois Castellón

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unión.

      TABLA 5. DISTRIBUCIÓN DE LAS FAMILIAS SEGÚN TIPO DE UNIÓN (CASEN, 2006)

Tipo de unión 1990 2003 2006
Casado 64 51.2 47.8
Conviviente 6.1 13.1 14.9
Anulado/ separado 7.4 9.8 10.5
Viudo 10.6 9.2 9.6
Soltero 11.9 16.7 17.2

      Al analizar las familias chilenas y su evolución en el tiempo, no pueden obviarse las características de los Jefes(as) de Hogar. En Chile, el término Jefe/a de Hogar hace referencia a la persona que con sus ingresos laborales es el principal sustento económico de su hogar y tiene a su cargo personas que dependen económicamente de él/ella.

      Según datos del MIDEPLAN (2006), la escolaridad de los jefes de hogar ha aumentado a medida que disminuye la edad de los mismos. Es así que, en promedio, los jefes de hogar menores de 30 años tienen 5 años más de educación que los jefes de hogar mayores de 60 años. Por otro lado, existe una relación directa entre escolaridad e ingreso, duplicándose los años de escolaridad del decil más rico respecto del más pobre. En el caso de las mujeres jefas de hogar es posible observar una diferencia de 6 años más de estudios en el decil más rico respecto del decil de menores ingresos.

      En general, se observa que, a menores ingresos, aumenta la jefatura de hogar femenina, siendo más del doble en el decil de menores ingresos respecto al decil de mayores ingresos (14.7% v/s 4.9% quintil I: V). Entre 1990 y 2006 aumentó el desempleo que afecta a las mujeres jefas de hogar del quintil de menores ingresos y disminuyó en el quintil de mayores ingresos. En nuestro país, el 65% de las mujeres jefas de hogar es soltera, separada o viuda, en comparación con solo un 17% de los hombres jefes de hogar en igual condición civil (SERNAM, 2009).

      TABLA 6. DISTRIBUCIÓN DE HOGARES CON JEFATURA FEMENINA SEGÚN AÑOS DE ESCOLARIDAD DE LA JEFA DE HOGAR (INE, 2005)

Años de estudio Censo 1992 Censo 2002
Ninguno 3.4 2.4
1-9 años 49.5 33.9
10-12 años 29.8 31.8
13 y más 17.3 31.9

      Según los indicadores de estratificación social del Censo de 2002, en Chile existía un 10% de familias de nivel socioeconómico alto, un 40% de estratos medios y 50% de estratos bajos, situación que empeoraba en los sectores agrícolas. A fines del año 2006, los hogares pobres correspondían a 488.293 hogares. De ellos, el 75,8% (370.158) eran pobres no indigentes y el 24,2% (118.135) hogares indigentes2.

      En 2006, se constató una disminución general de los hogares que vivían en condición de pobreza e indigencia. El porcentaje de hogares pobres disminuyó de un 15,3% en el año 2003 a un 11,3% en el 2006, lo mismo ocurrió con el porcentaje de hogares pobres no indigentes que se reducen de un 11,4% en 2003 a 8,5% en 2006 y el porcentaje de hogares indigentes que disminuyen, durante el mismo período, desde un 3,9% (2003) a un 2,7% en el 2006 (CASEN, 2006).

      Por otro lado, se observa que el número de hijos promedio en las familias de menores ingresos si bien ha disminuido, es mayor que en la población general.

      TABLA 7. NÚMERO DE HIJOS SEGÚN NIVEL DE POBREZA DE LAS FAMILIAS (CASEN, 2006)

Promedio de hijos 1990 2003 2006
Indigente 2.3 1.9 1.8
Pobre no indigente 1.9 1.8 1.7
No pobre 1.3 1.2 1.2

      Al considerar los tipos de familia según el nivel de ingreso, se observa un menor número de familias extensas a mayor nivel de ingreso y más hogares unipersonales y aquellos constituidos por una pareja sola sin hijos. Las familias nucleares monoparentales se distribuyen de manera similar en los distintos estratos socioeconómicos. Las familias monoparentales, en una alta proporción, tienden a incluir a otros parientes, conformando familias extensas, lo que es menos frecuente en los sectores más acomodados, de modo que la familia extensa en Chile se configura principalmente por razones de índole económica. De acuerdo a la etapa de ciclo vital familiar en que se encuentran, las familias que presentan niños y adolescentes, tienen niveles de pobreza e indigencia mayor que en otras etapas. Según lo señalado por Arriagada (1998), la pobreza de los hogares se concentra en el ciclo en el cual la tasa de dependencia es mayor, puesto que hay mayor cantidad de miembros y mayor cantidad de niños con necesidades amplias en educación, vestuario y alimentación. Es la etapa en la que los hijos demandan más cuidado y, por ende, impiden la incorporación plena de la madre al trabajo.

      En general, la jefatura de hogar es mayoritariamente masculina, siendo el hombre habitualmente el único proveedor. La participación de los cónyuges se asocia principalmente al aumento de los ingresos del grupo, lo que les permite contar con ayuda en el cuidado de los hijos y en las tareas domésticas. Sin embargo, un problema relevante es la compatibilización del trabajo remunerado con el no remunerado ya que al interior de la familia no se ha producido la flexibilización de roles ligados al género necesaria para cumplir con las funciones familiares.

      En las familias de nivel socio económico más bajo, el aporte de ingresos generados por los mayores de 15 años es cercano al 30% del presupuesto familiar, por lo que es habitual que los estudios sean interrumpidos pudiendo optar a empleos no calificados y mal remunerados que aseguran la perpetuidad del círculo de la pobreza. Según el Instituto Nacional de la Juventud, el 66% de los jóvenes de las clases más acomodadas dedican la mayor parte del tiempo al estudio, lo que prácticamente duplica la realidad de los sectores más desfavorecidos (Gutiérrez & Osorio, 2008).

      En 2006, dos tercios de los ingresos de las familias del decil más pobre eran destinados al pago de deudas, porcentaje que se reduce considerablemente en los otros deciles.

      Un último elemento a considerar en el análisis de la situación de la familia chilena actual, se relaciona con el envejecimiento poblacional. Chile se encuentra en la etapa de transición demográfica avanzada, definida por una baja tasa de natalidad (año 2004: 14,9/1000 habitantes)

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