Democracia envenenada. Bernhard Mohr

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Democracia envenenada - Bernhard Mohr

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produce. Estados Unidos y la Unión Europea generan una imagen consciente de Rusia como algo grande y amenazador para que los países pequeños hagan un trabajo en equipo más estrecho y para aprovecharse de ellos económicamente. En realidad, es totalmente ilógico que países como Estonia, Ucrania y Georgia se alíen con países de la Unión Europea, que están muy lejos, mientras Rusia está más cerca. Nosotros nos conocemos, estamos acostumbrados los unos a los otros. ¡La Unión Europea no quiere comprar el vino de Georgia, mientras que nosotros sí lo queremos!».

      Cuando yo objeto que las acciones de la Unión Europea son una reacción natural ante la fuerza militar rusa en Crimea y en el Donbás, Yuri me interrumpe y lo llama «una reacción idiota», ya que «Crimea siempre ha sido rusa».

      «Pero al mismo tiempo yo puedo entender que haya críticas, porque acá hay ciertos aspectos jurídicos que se han roto. Pero a un nivel popular es completamente natural que Rusia maneje Crimea. Si los alemanes se hubieran quedado en Kaliningrado después de la guerra, Kaliningrado hubiera sido nuevamente una ciudad alemana hace mucho tiempo».

      Es una perspectiva sorprendente, dicho de una forma moderada. Hablar sobre los derechos de la gente como «aspectos jurídicos sencillos» es un eufemismo bastante fuerte. Frecuentemente he experimentado que los rusos señalan el desprendimiento de Kosovo por parte de Serbia como una muestra de que la adhesión de Crimea tiene un ejemplo europeo a seguir en tiempos modernos, ¿pero Kaliningrado? Llamado originalmente Königsberg, era la capital de la Prusia oriental alemana, pero terminó perteneciendo a la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. La población alemana que estaba allí fue deportada por la fuerza. ¿Por qué saca a relucir Yuri la barbarie que hubo durante la Segunda Guerra Mundial?

      ¿Pero entonces qué pasa con el presidente? ¿Qué actitud tiene Yuri hacia él?

      «Yo veo a Putin con ojos positivos. Él ha hecho que Rusia vaya por el camino correcto. Además, nos ha dado esperanza a los contratistas de tener la libertad de desarrollarnos en la dirección que queramos. Él apoya a la élite y reparte los recursos del presupuesto para proyectos importantes».

      Es así como Yuri entra rápidamente a hablar sobre el caso de Savchenko.

      Nadiya Savchenko es una piloto de helicóptero ucraniana de treinta y cinco años, que fue capturada por los rebeldes apoyados por Rusia en el oriente de Ucrania, en junio de 2014. En lugar de adquirir el estatus de prisionera de guerra, fue condenada a veinte años de cárcel por una corte civil en el sur de Rusia. De acuerdo con la Fiscalía, ella asesinó a dos periodistas en la parte rusa de la frontera, a pesar de que su defensor presentó en el juicio datos de su celular y una filmación que demuestran la imposibilidad de que ella hubiera estado en el sitio donde se cometieron los crímenes. En mayo de 2016 fue dejada en libertad e intercambiada por dos soldados rusos. Cuando llegó a su casa en Ucrania, Savchenko —quien en ausencia había sido elegida diputada en el parlamento ucraniano—, utilizó expresiones fuertes contra el presidente ruso.

      «Si esto hubiera pasado bajo el dominio de Stalin, nunca hubiéramos escuchado nada más de Savchenko. Pero personas buenas la dejaron libre. Ella no debería haberse expresado de esa manera. Ella debió haberse dado por bien servida», comenta Yuri y se recuesta en su silla de plástico.

      Mientras vemos un nuevo bus cargado de turistas chinos que se dirigen hasta la plaza del palacio, me quedo sentado reflexionado sobre lo que él dijo. Es un día delicioso de comienzos de verano y Yuri tiene pensado ir a una dacha en las afueras de Nóvgorod, un par de horas en automóvil con dirección hacia el Sur. Tanto Jurij, su esposa, como su hija mayor, la pasan bien allí. Tienen, además, otra dacha más cerca de la ciudad y ninguna deuda en sus casas de campo o en su apartamento del centro. Como es viernes, es preciso estar sentado frente el volante antes de que empiecen los peores atascos. Yuri me regaña por no avisarle más temprano de mi llegada. En ese caso él hubiese aplazado el paseo familiar, comprado algo para beber y prendido la calefacción de la piscina en la otra cabaña, la que está situada en las afueras de la ciudad; dicho en otras palabras, nos hubiera invitado a un par de amigos locales y a mí a pasar un verdadero fin de semana.

      ¿Por qué este personaje generoso y buen anfitrión —que siempre hace preguntas ingeniosas— piensa de esta forma? El tema central en el caso de Savchenko no debió haber sido cómo la hubieran tratado si estuvieran gobernados por Stalin. El tema central es por qué Rusia incumple la Convención de Ginebra y viola los derechos humanos en casos como este, y por qué la mayoría de rusos consideran que esto es correcto. Savchenko no es la única ucraniana que ha sido acusada y condenada por cortes rusas. El cineasta Oleh Sentsov, quien nació en Crimea, y que luego de la anexión dijo claramente que él todavía consideraba ese sector como ucraniano, fue condenado a veinte años de cárcel en el 2015 por planificación de ataques terroristas. Las autoridades consideran que Sentsov fue condenado exclusivamente debido a su oposición contra la adhesión; Amnistía Internacional catalogó este proceso como un espectáculo. ¿Y cómo podía Yuri «mostrarse positivo» hacia el presidente, cuando él mismo experimenta que es más y más difícil tener un negocio debido a la corrupción de los servidores públicos? ¿Hay más personas que, como él, utilizan el capitalismo como un modelo para explicar por qué los frentes entre Occidente y Rusia se han vuelto tan cortantes? Nos damos un abrazo de oso el uno al otro, y prometo avisarle con más antelación la próxima vez que venga a San Petersburgo, o a Piter, como Yuri y otros nativos prefieren llamarla.

      Pedro el Grande quería una ciudad suntuosa e imponente que no se quedara atrás de Ámsterdam o París. Una red de líneas fue trazada sobre la mesa de dibujo por los mejores arquitectos y urbanistas del siglo XVIII. Bartolomeo Rastrelli, el hombre que diseñó el Palacio de Invierno y la catedral de Smolny, era italiano y provenía de una familia de arquitectos que había trabajado, entre otros, para el Rey Sol, Luis XIV, en París. El zar decidió construir una ciudad para sí y para los suyos, la nobleza. Para aquellos que viajaban en coches y caballos había carreteras anchas, cuadras de kilómetros de largo y espacios abiertos que podían resultar prácticos, pero para aquellos que viajaban a pie, se convirtió en una ciudad difícil de transitar. De los tiempos de estudiante recuerdo las caminatas sin fin en el asfalto cubierto de nieve. El metro de San Petersburgo es el más profundo del mundo debido a que la ciudad está sobre un pantano y las estaciones también se construyeron para usarse como refugios en caso de guerra. Tomaba tanto tiempo llegar hasta el fondo que muchas veces prefería no abordarlo. Y en la calle de los desfiles, la avenida Nevski, estaban los trolebuses, pero era tal el caos vehicular que estos simplemente se quedaban atascados. De ahí que tuviera que hacer grandes caminatas.

      El siguiente encuentro lo acordé a cinco minutos del Palacio de Invierno, situado en la calle Millionnaya. Allí vivía el cocinero de Pedro el Grande, su tapicero, sus príncipes, almirantes y generales, en otras palabras, todos los que significaban algo en la Corte. La calle recibió ese nombre en el siglo xix, cuando se construyeron hogares ostentosos a ambos lados, entre ellos la llamada casa del conde Sheremetyevo. El opulento conde contaba con ochenta y cuatro habitaciones para disfrutar su privacidad. De todas formas, el tiempo deja su huella y no todas las fachadas están bien cuidadas. Larisa, sin embargo, parece no haber cambiado nada desde el día en que nos conocimos. Cuando ella me recibe en la puerta de entrada de la calle Millionnaya número 8, está igual de alta, delgada, con el cabello corto. Tal como la recuerdo.

      Larisa Gromyko trabajó primero como asesora del Moj rajon, luego estuvo durante un corto periodo como directora administrativa. En la actualidad, es directora de mercadeo de Lenstroytrest, una de las más grandes constructoras de la ciudad. La finca raíz ha sido un sector lucrativo en las grandes ciudades de la Rusia postsoviética. A pesar de que Moscú y San Petersburgo han visto un boom en la construcción, algo natural desde el cambio de siglo, los habitantes siguen viviendo en espacios tan pequeños como de 19 m2 (Moscú) y 23 m2 (San Petersburgo) en promedio. En comparación, en Mitte, un habitante de Berlín vive en 36 m2 y un noruego en 46 m2, con espacio para estar a sus anchas. En otras palabras, podemos decir que hay espacio para crecer. Sin

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