Las imprentas nómadas. Alessandro Corubolo
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Sensatos impresores comprendieron que allí habría imprevistas ocasiones de ganancia, y se llevaron sus propias prensas al hielo para ofrecer souvenirs impresos que recordaran lo extraordinario del hecho, ya sea imprimiendo el nombre del cliente, o bien personalizando el documento, además de insertar la constancia de que el folleto había sido printed on ice (‘impreso en hielo’) en la fecha indicada.
En las Frost Fairs participó una población heterogénea, con una singular mezcla de clases sociales, pero es seguro que muy pocos asistentes hubieran tenido ocasiones previas de ver el procedimiento de impresión. Asimismo, el hecho singular de las prensas que operaban al aire libre o bajo una tienda provocó un gran interés que se hizo más evidente con la presencia de las impresiones.
Las crónicas narran que las primeras ferias sobre el Támesis helado se realizaron a mediados del siglo XVI. Virginia Woolf, en su novela Orlando, hizo una sugestiva evocación del río helado en 1608, pero fue solo en la Frost Fair de 1683-1684 cuando por primera vez se vio operar a una prensa de impresión. El tipógrafo George Croom la llevó a su quiosco sobre el río helado y comenzó a vender los folletos conmemorativos. Fue un verdadero éxito: un cronista de la época, John Evelyn (1620-1706), contó que el impresor pedía seis peniques por cada una de las pequeñas impresiones y que solo por estos particulares souvenirs ganó cinco libras esterlinas al día (1901: 193), una suma muy elevada para la época. El rey Carlos II visitó el puesto, acompañado por la reina y por otros personajes de la familia real, como también testimonia un folleto específico impreso sobre el río helado el 31 de enero de 1684, del que se conserva una copia en el Museo de Londres.
Un buen número de pinturas e impresiones nos devuelven las imágenes de aquella Frost Fair, en cuyos epígrafes muchas veces se indica, con una llamada al número correspondiente del dibujo, el puesto del impresor y, en algunos casos, también el del fundidor de caracteres, como se observa en el grabado de James Moxon (fl. 1671-1708), en el que también están representados fielmente una prensa tipográfica común y una calcográfica. (62)
Visto el éxito obtenido la primera vez, en cada una de las sucesivas ferias sobre el Támesis helado (1715-1716; 1738-1739; 1783-1784; 1814) (63) fue necesario que diversas imprentas fueran abiertas sobre el río. El récord se registró en la Frost Fair de 1814, cuando trabajaron sobre el hielo entre 8 y 10 prensas. (64) En los museos y bibliotecas del Reino Unido se conservan numerosos ejemplos de los ephemera o non-book printed materials, los materiales menores, impresos en variadas circunstancias.
Prensas tipográficas y calcográficas sobre el Támesis helado, 1683. Detalle de James Moxon, A Map of the River Thames… as it was frozen in the Memorable Year 1683…, grabado, publicado en Londres por Joseph Moxon en 1684.
Copper Plate printing (grabado en cobre) y Letter Press printing (estampa tipográfica), en la ilustración A view of Frost Fair as it appeared on the Ice on the River Thames, Feb.y 3d 1814, Londres, John Pitts, 1814.
La contradicción entre la excepcionalidad, el carácter temporal de la situación en la que se encontraban los visitantes de las ferias sobre el hielo y la capacidad de la imprenta de conservar el recuerdo durante largo tiempo y de forma tangible eran destacadas por los hábiles impresores que publicitaban sus folletos como “adaptables para ser encolados en cualquier libro, con el propósito de transmitir el recuerdo de la época a las edades futuras”. Las invitaciones resultaban ser cada vez más cautivantes:
Tú que aquí paseas y y proyectas relatar
a los hijos de tus hijos lo que aconteció este año,
vete a imprimir tu nombre y a tomar algo adentro
dado que un año como este rara vez se ha visto. (65)
En estos recuerdos tipográficos no faltaron las referencias a la historia de la imprenta y a su nobleza, aunque con evidentes imprecisiones ortográficas y verdaderos errores históricos. El 17 de enero de 1715 fue otorgado a William Robins un elegante certificado, “Printed on the River Thames” (‘Impreso en el río Támesis’), dentro de un rico marco con las imágenes de “Gottemburgh” y de “W. Caxon” separadas por un escudo alusivo. Y en la siguiente Frost Fair de 1738-1739, en una hoja aún más elaborada, alrededor de la habitual certificación de impresión fluvial, un escrito sostenía que: ¡“El noble y misterioso arte de la imprenta, [fue] inventado y practicado por John Guttenheurg, un soldado, en Harlem, Holanda, en el año 1440…”!
Por último, es de 1814 el reclamo a la libertad de imprenta, con el pedido: “Amigos, ahora es el tiempo de ayudar a la libertad de imprenta. ¿Puede la imprenta tener mayor libertad? Aquí la encuentran trabajando en medio del Támesis; dennos ánimo adquiriendo nuestras impresiones y proseguiremos en un verdadero espíritu de libertad durante el hielo”. Pero, la noche del sábado 5 de febrero de 1814, la helada plataforma se hizo más delgada; la lluvia cayó de manera abundante; en el hielo se formaron rumorosas grietas; prensas y puestos flotaron sobre el hielo con no poco temor por parte de los propietarios de los pubs, quienes junto con los tipógrafos tuvieron que abandonar el lugar: lamentablemente, el deshielo había comenzado.
En 1814 fue la última vez que las prensas trabajaron sobre el hielo del Támesis. En las décadas siguientes el río fue canalizado y se construyó un nuevo puente con cinco arcos que sustituyeron al medieval puente de Londres, cuyos diecinueve arcos y amplios pilares hacían más lento el flujo del río al reducir la salinidad de sus aguas. Las condiciones, pues, habían cambiado y heladas como las precedentes no se verificaron nunca más.
DEL RÍO CONGELADO AL RÍO ARTIFICIAL
Si se hubiese atravesado el océano unos diez años después de la Frost Fair londinense de 1814 habría sido posible asistir a otra gran fiesta en la que las prensas han jugado un rol relevante. En efecto, en 1825 se celebró en Nueva York la finalización del canal de Erie, que unía a los Grandes Lagos con el océano Atlántico, con festejos que duraron diez días. Trescientos impresores marcharon en un desfile durante el cual algunos de ellos imprimieron, sobre dos prensas de reciente invención, miles de hojas con versos de celebración para distribuir al público.
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