Las imprentas nómadas. Alessandro Corubolo

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Las imprentas nómadas - Alessandro Corubolo Scripta Manent

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medios de transporte, ha despertado en nosotros la necesidad de ocuparnos de ella, para captar las finalidades propias de esos y otros usos.

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      Máquina de imprenta a vapor Napier (ca. 1830)

      Itinerantes a lo largo de los caminos o cargadas sobre muy diversos medios de transporte, cuando las máquinas que hemos identificado comenzaron a imprimir, produjeron, como ya se ha explicado y también en virtud de su poder creciente a lo largo de los siglos, sobre todo materiales menores o a lo sumo periódicos, cuyos formatos no correspondieron casi nunca a los originales. Más que contribuir a desarrollar nuevos saberes, dejando de lado casos muy raros, la producción obtenida al publicar in itinere se dirigía, pues, a asumir otra tarea, de todas maneras relevante: la de contribuir a comunicar expresiones vinculadas con contextos particulares que en principio podríamos definir como políticos, en el sentido más abarcador que se quiere dar a este término.

      Por lo que respecta a las fuentes, además de la bibliografía específica, que fue rastreada de diferentes maneras –incluso a través de la consulta de numerosísimos Opac y Meta Opac, de repertorios sobre todo de materiales menores, pero de diversos siglos y no solo italianos; de limitadas incursiones en los archivos para buscar no solo documentos, sino también fotografías; de un considerable uso de periódicos, revistas y de diversas publicaciones efímeras–, la investigación se ha centrado desde el inicio en la iconografía. Esta ha sido considerada fundamental para dotar al volumen de aquello que, entre nosotros, hemos llamado las “piezas justificativas” de lo que íbamos diciendo.

      Se entiende que nunca hemos pensado en nuestro trabajo como un sondeo exhaustivo, ni por lo que se refiere a los temas que han sido afrontados, ni por los ámbitos geográficos de investigación, y ni siquiera por la documentación iconográfica que se encuentra como correlato del texto. Esperamos que el hecho de haber abarcado numerosos contextos históricos pueda absolvernos de eventuales lagunas bibliográficas y documentales.

      Como ya ha sido dicho, sentimos la necesidad el dotar a cada capítulo del volumen de un aparato iconográfico, y eso ha constituido, por lo tanto, uno de los primeros caminos de la investigación que hemos emprendido. Creemos, en efecto, que no se podía dedicar atención a hechos y sucesos o exhumar temas en general poco conocidos sin proporcionar a cada uno de ellos las búsquedas de material ilustrativo que corroborara elecciones y situaciones, en principio también muy lejanas de nuestro imaginario. Mucha documentación ha sido encontrada en Internet, con estudios realizados en profundidad y, para la consulta, con el uso de modalidades lingüísticas diversas. Haber recurrido a entes e instituciones –no solo italianos– ha permitido que pudiésemos obtener una gran cantidad de imágenes.

      Otras imágenes provienen de textos especializados, de numerosos álbumes y de varios sitios con fotografías de época. No siempre los documentos encontrados han resultado ser plenamente legibles, en particular aquellos de los períodos de guerra, impresos en circunstancias difíciles. De todas maneras, nos hemos valido de ellos para poder documentar mejor nuestro recorrido.

      Cuando las palabras no basten para respaldar tesis y episodios narrados, la rica documentación iconográfica que nos ha ayudado asumirá de por sí un valor formativo, lo que casi siempre ha sido su función, tal como también nosotros nos lo habíamos propuesto.

      Esperamos que nuestra elección genere una buena acogida del volumen por parte de los lectores, o bien que, así concebido, este resulte interesante incluso para el lector no especializado.

      Nuestros maestros, muy lejanos en el tiempo, cuando comenzábamos con nuestro estudio, nos invitaban a considerar que el trabajo que habíamos iniciado no habría sido tan nuevo como podíamos pensar, sino que, seguramente, alguien antes de nosotros ya había afrontado el tema.

      En nuestro caso, tales palabras resultaron verdaderas: antes de este volumen se publicó un buen artículo periodístico de divulgación escrito por Giorgio Coraglia (2012), que sin embargo difiere de nuestro asunto, ya que une las diferentes y diversas movilidades de la imprenta y se detiene solo en algunos de los casos que hemos analizado en nuestro itinerario, respecto de la multiplicidad de los que investigamos nosotros. La presencia de estos casos nos permite afirmar que el fenómeno de las máquinas que imprimen de manera itinerante puede ser considerado en una amplia escala. Sin embargo, es necesario reconocerle a Coraglia el mérito de haber identificado una línea de investigación, que nosotros aceptamos y seguimos ampliamente. Según sabemos, nadie, ni siquiera aquellos que han trabajado en el repertorio coordinado por Santoro, ha tenido en cuenta las expresiones de Coraglia, ni en un sentido, ni en otro.

      14. Abreviaciones: ASB, Archivo de Estado, Bolonia; ACSR, Archivo Central del Estado, Roma; ASN, Archivo de Estado, Nápoles; BCAB, Biblioteca Comunale dell’ Archiginnasio, Bolonia; DBI, Dizionario Biografico degli Italiani; RSR, Rivista Storica del Risorgimento.

      15. Dizionario degli editori, tipografi, librai itineranti in Italia tra Quattrocento e Seicento (2013) coordinado por Marco Santoro, editado por Rosa Maria Borraccini et al., Pisa–Roma, Serra, 2013, 3 volúmenes. Entre las reseñas al repertorio señalamos, por su interés y profundidad, la de Petrella, Giancarlo (2015) “Torchi itineranti e stampatori erranti”, Biblioteca di via Senato, febrero, pp. 5-15, aunque tampoco ella está cerca de nuestro asunto.

      16. Véase Alfieri (1985); también “Per far di bianca carta carta nera”. Prime edizioni e cimeli alfieriani (2001; en esp. 40-41); por último, Castiglioni y Corubolo (2008).

      17. En relación con la entidad y la complejidad de los casos analizados, creemos que aún no ha sido superado el ensayo de Waquet (1989).

      18. Nos limitamos a indicar el texto donde, según creemos, se cita por primera vez esta actividad decididamente anómala de D’Annunzio que se inicia, como ha sido dicho, en 1931: Chiara (1983: 185).

      19. También tomamos de Fumagalli (1905: 228) la imagen de la prensa Stanhope utilizada por el ejército piamontés en 1848, lamentablemente perdida durante la Segunda Guerra Mundial.

      20. Véase L’Illustration, journal universel, 28 de mayo de 1859, p. 360, periódico en el cual pueden leerse aún noticias muy útiles para conocer el equipamiento del que disponía la imprenta a bordo del furgón: “la experiencia ha demostrado que un jefe y dos cajistas, que forman el personal, bastan para todas las necesidades. El interior de tal furgón está organizado de manera que puede contener todo: las cajas, la prensa y sus accesorios, el aprovisionamiento de papel, el agua para la maceración, las redes, espacios, cuadrados, cuadratines, etc., en una palabra, existe un atelier completo de tipografía contenido dentro de un espacio muy reducido donde cada cosa se encuentra en su lugar, y que reúne la ventaja de seguir a todos los movimientos de la Armada, por más veloces que sean”.

      21. Véase Dizionario delle arti e de’ mestieri (1774: 60).

      

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