Las imprentas nómadas. Alessandro Corubolo
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Las imprentas nómadas - Alessandro Corubolo страница 7
23. Por el momento, remitimos solo al texto más conocido: Isnenghi (1977).
24. En relación con la nueva visión de las ciencias también gracias a la utilización de la máquina de imprenta a vapor, remitimos especialmente al volumen de Second (2013).
25. Juego de palabras que recuerda el inicio de la celebérrima aria de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi, “La donna è mobile”. Puede decirse que, en Italia, la frase posee un significado proverbial. [N. de la T.]
CAPÍTULO 1
TAMBIÉN LAS MÁQUINAS SON PROTAGONISTAS
Las máquinas y las diversas contingencias en las que ellas produjeron han sido las protagonistas de nuestra investigación. Ya fuesen pequeñas, medianas, portátiles o, en definitiva, transportables a pesar de su envergadura, tales artefactos sin duda responden a esos criterios que hemos identificado como necesarios para la impresión in itinere. No obstante, se debe observar que, para los fines de nuestro estudio, hemos considerado más significativo el uso que se les dio y no tanto el conocimiento de las máquinas en sí mismas, su tecnología de impresión o su construcción. De todas maneras, hemos dedicado cierto espacio para relevar sus diferencias macroscópicas con el fin de conectarlas siempre con las materialidades que podían quedar excluidas.
Por ejemplo, no nos hemos preguntado si algunas de sus partes podían develarnos misterios todavía irresueltos en algunas páginas ni si, accionándolas de una manera o de otra, se podía llegar a un mayor conocimiento de cada una de las piezas que las componen.
Han sido otros los motivos que nos han llevado a ocuparnos de ellas: en principio, y como ya se ha dicho, el pensar cuál era en realidad su uso y cuáles los productos que ellas podían producir durante sus desplazamientos, en los caminos más o menos largos y difíciles en los que no permanecieron inoperantes. Además, aunque considerándolas en sus aspectos esenciales, se ha buscado identificar su tipología y los motivos que justificaron su uso, los que siempre –creemos– hemos intentado relacionar con particulares eventos históricos.
Por lo que respecta a la tipología de las máquinas de imprenta, es necesario revelar que esta es muy variada y que también el uso del que hablaremos ha dependido siempre de contingencias particulares. En efecto, no está dicho que su capacidad de ser transportadas haya sido siempre la causa de proyectos de impresión in itinere, aunque puede ser un indicio de ello. Baste pensar que, así como podían ser utilizadas normales y pesadas prensas de hierro fundido para las imprentas militares que seguían a los ejércitos, también una minúscula y liviana platina, adaptada para ser transportada o escondida fácilmente, podía en cambio estar fijada al banco de un tipógrafo comercial y, sin moverse jamás, imprimir exclusivamente tarjetas de visita o pequeños volantes a lo largo de toda su existencia. (26)
Es verosímil que, desde los inicios de la imprenta, los mismos prototipógrafos que llevaban su actividad de ciudad en ciudad advirtieran la existencia de prensas y equipamientos no muy grandes ni muy pesados, más pequeños y fáciles de transportar y maniobrar. Tal era el caso de las prensas de un golpe, más adaptadas para producir materiales efímeros como bulas e indulgencias. Entre estas, las impresas por Gutenberg ya habían demostrado su importancia en el contexto político-religioso de la época.
Con el pasar del tiempo surgieron otras necesidades, y con ellas llegaron las respuestas de inventores y productores. Se requerían no solo máquinas que pudieran ser transportadas adonde era importante imprimir de manera ocasional o a lugares donde el espacio era limitado, sino que incluso se hizo necesario encontrar soluciones para aquellos aficionados que pretendían imprimir, o bien lograr máquinas que se adecuaran a ser escondidas sin esfuerzo, evadiendo las disposiciones de ley que en todas partes de Europa regulaban con rigidez la posesión de prensas. Junto con estos aspectos “privados” y el aumento en el siglo XIX de la demanda de pequeños trabajos tipográficos, se sumó la necesidad de recurrir a máquinas que respondieran a la posibilidad de imprimir “minutas”, como circulares, boletines, tarjetas de visita, módulos de facturas y similares, tipología de productos de la prensa que en el mundo anglosajón se define como job printing, o bien, en el léxico tipográfico, “trabajos corrientes”, comprendidos en la amplia franja bibliográfica de los llamados materiales menores.
Como es obvio, fueron justamente las máquinas “portátiles” las que respondieron, más que ninguna otra, a las exigencias específicas de la imprenta itinerante. Sin embargo, es necesario relevar que para cierta imprenta en movimiento, en aquellos casos en los que el problema del peso o del espacio no era fundamental –vale decir, hasta el siglo XVIII–, fue suficiente servirse de las prensas normales de madera con rosca y palanca. Se llegó luego a las prensas de hierro –desde las Stanhope hasta los modelos sucesivos–, producidas a lo largo de todo el siglo XIX. Estas compensaban su mayor peso con una mayor precisión y un uso menos dificultoso, y se transformaron en los instrumentos utilizados en las imprentas móviles o “de campo” de los ejércitos europeos, así como en la Marina militar y en las naves civiles.
En cambio, para el uso privado o clandestino fueron construidas expresamente prensas a fuelle, o bien prensas de madera de muy pequeñas dimensiones, cuyo ejemplo más conocido es la presse de cabinet del siglo XVIII, de la que aún hoy puede verse un ejemplo en el Museo de la Imprenta y de la Comunicación Gráfica de Lyon. Como ya se ha dicho en la introducción, ella corresponde a la descripción de la presse portative de la que habló Malesherbes, la que, gracias a sus pequeñas dimensiones, fue muy empleada en especial durante la Revolución francesa.
Como sucede en otros ámbitos, las motivaciones que se encuentran en el origen de algunas innovaciones de la actividad están vinculadas con los desarrollos de la sociedad: en particular en el siglo XIX, sobre todo en Inglaterra, existió una especie de carrera de los inventores y constructores para responder de manera adecuada a los nuevos intereses surgidos en la burguesía que se consolidaba. En principio, el objetivo principal fue el de dar al nuevo público nuevos medios para la imprenta doméstica (parlour presses, ‘prensas de salón’) que no fueran solamente versiones en miniatura de las prensas de hierro fundido, sino soluciones ad hoc. Así, aunque estas pequeñas prensas fueran producidas para el entretenimiento, para pequeños trabajos corrientes, para ser usadas en unidades separadas del Ejército y de la Marina o de grandes organizaciones, en cualquier caso su capacidad de ser transportadas, su bajo gálibo y la relativa facilidad de su uso las hacía adecuadas además para tareas muy variadas, que a veces no tenían nada que ver con el sector del mercado al que se dirigían. Por ejemplo, la Jardine Showcard Hand Press, que se vendía en los años 50 del siglo pasado, estaba pensada, como su nombre lo indica, para imprimir las etiquetitas de las mercaderías expuestas, aunque rápidamente se intuyó que los modelos más recientes de esa prensa habrían servido para un uso más amplio, (27) si se tienen en cuenta justamente los requisitos con que debía contar para ser trasladada.
La imprenta litográfica, no obstante las dificultades técnicas que se encontraban en la práctica, y aunque no respondía plenamente a los requisitos de economicidad y simplicidad, también fue considerada adecuada para su transporte. En Inglaterra, desde los años veinte del siglo XIX, prensas tipográficas portátiles de pequeño formato fueron proyectadas y ofrecidas al público. Las necesidades militares (dibujo e impresión de mapas) hicieron que, incluso durante las dos guerras mundiales, se utilizasen máquinas litográficas que, si bien no eran en absoluto transportables, se lograron montar sobre trenes o camiones y, por lo tanto, se desplazaron una y otra vez hasta las cercanías de los frentes donde se combatía.
Hacia