Las imprentas nómadas. Alessandro Corubolo

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Las imprentas nómadas - Alessandro Corubolo Scripta Manent

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la presse, presentación de Roger Chartier, París, Imprimerie national Editions, p. 259. En la nota 35 de su presentación, Chartier enumera los diversos ensayos publicados en Francia hasta 1993 relativos a la “prensa clandestina”.

      23. Por el momento, remitimos solo al texto más conocido: Isnenghi (1977).

      24. En relación con la nueva visión de las ciencias también gracias a la utilización de la máquina de imprenta a vapor, remitimos especialmente al volumen de Second (2013).

      25. Juego de palabras que recuerda el inicio de la celebérrima aria de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi, “La donna è mobile”. Puede decirse que, en Italia, la frase posee un significado proverbial. [N. de la T.]

      TAMBIÉN LAS MÁQUINAS SON PROTAGONISTAS

      Las máquinas y las diversas contingencias en las que ellas produjeron han sido las protagonistas de nuestra investigación. Ya fuesen pequeñas, medianas, portátiles o, en definitiva, transportables a pesar de su envergadura, tales artefactos sin duda responden a esos criterios que hemos identificado como necesarios para la impresión in itinere. No obstante, se debe observar que, para los fines de nuestro estudio, hemos considerado más significativo el uso que se les dio y no tanto el conocimiento de las máquinas en sí mismas, su tecnología de impresión o su construcción. De todas maneras, hemos dedicado cierto espacio para relevar sus diferencias macroscópicas con el fin de conectarlas siempre con las materialidades que podían quedar excluidas.

      Por ejemplo, no nos hemos preguntado si algunas de sus partes podían develarnos misterios todavía irresueltos en algunas páginas ni si, accionándolas de una manera o de otra, se podía llegar a un mayor conocimiento de cada una de las piezas que las componen.

      Han sido otros los motivos que nos han llevado a ocuparnos de ellas: en principio, y como ya se ha dicho, el pensar cuál era en realidad su uso y cuáles los productos que ellas podían producir durante sus desplazamientos, en los caminos más o menos largos y difíciles en los que no permanecieron inoperantes. Además, aunque considerándolas en sus aspectos esenciales, se ha buscado identificar su tipología y los motivos que justificaron su uso, los que siempre –creemos– hemos intentado relacionar con particulares eventos históricos.

      Es verosímil que, desde los inicios de la imprenta, los mismos prototipógrafos que llevaban su actividad de ciudad en ciudad advirtieran la existencia de prensas y equipamientos no muy grandes ni muy pesados, más pequeños y fáciles de transportar y maniobrar. Tal era el caso de las prensas de un golpe, más adaptadas para producir materiales efímeros como bulas e indulgencias. Entre estas, las impresas por Gutenberg ya habían demostrado su importancia en el contexto político-religioso de la época.

      Con el pasar del tiempo surgieron otras necesidades, y con ellas llegaron las respuestas de inventores y productores. Se requerían no solo máquinas que pudieran ser transportadas adonde era importante imprimir de manera ocasional o a lugares donde el espacio era limitado, sino que incluso se hizo necesario encontrar soluciones para aquellos aficionados que pretendían imprimir, o bien lograr máquinas que se adecuaran a ser escondidas sin esfuerzo, evadiendo las disposiciones de ley que en todas partes de Europa regulaban con rigidez la posesión de prensas. Junto con estos aspectos “privados” y el aumento en el siglo XIX de la demanda de pequeños trabajos tipográficos, se sumó la necesidad de recurrir a máquinas que respondieran a la posibilidad de imprimir “minutas”, como circulares, boletines, tarjetas de visita, módulos de facturas y similares, tipología de productos de la prensa que en el mundo anglosajón se define como job printing, o bien, en el léxico tipográfico, “trabajos corrientes”, comprendidos en la amplia franja bibliográfica de los llamados materiales menores.

      Como es obvio, fueron justamente las máquinas “portátiles” las que respondieron, más que ninguna otra, a las exigencias específicas de la imprenta itinerante. Sin embargo, es necesario relevar que para cierta imprenta en movimiento, en aquellos casos en los que el problema del peso o del espacio no era fundamental –vale decir, hasta el siglo XVIII–, fue suficiente servirse de las prensas normales de madera con rosca y palanca. Se llegó luego a las prensas de hierro –desde las Stanhope hasta los modelos sucesivos–, producidas a lo largo de todo el siglo XIX. Estas compensaban su mayor peso con una mayor precisión y un uso menos dificultoso, y se transformaron en los instrumentos utilizados en las imprentas móviles o “de campo” de los ejércitos europeos, así como en la Marina militar y en las naves civiles.

      En cambio, para el uso privado o clandestino fueron construidas expresamente prensas a fuelle, o bien prensas de madera de muy pequeñas dimensiones, cuyo ejemplo más conocido es la presse de cabinet del siglo XVIII, de la que aún hoy puede verse un ejemplo en el Museo de la Imprenta y de la Comunicación Gráfica de Lyon. Como ya se ha dicho en la introducción, ella corresponde a la descripción de la presse portative de la que habló Malesherbes, la que, gracias a sus pequeñas dimensiones, fue muy empleada en especial durante la Revolución francesa.

      La imprenta litográfica, no obstante las dificultades técnicas que se encontraban en la práctica, y aunque no respondía plenamente a los requisitos de economicidad y simplicidad, también fue considerada adecuada para su transporte. En Inglaterra, desde los años veinte del siglo XIX, prensas tipográficas portátiles de pequeño formato fueron proyectadas y ofrecidas al público. Las necesidades militares (dibujo e impresión de mapas) hicieron que, incluso durante las dos guerras mundiales, se utilizasen máquinas litográficas que, si bien no eran en absoluto transportables, se lograron montar sobre trenes o camiones y, por lo tanto, se desplazaron una y otra vez hasta las cercanías de los frentes donde se combatía.

      Hacia

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