Podología. Martín Rueda Sánchez

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Podología - Martín Rueda Sánchez

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las zonas de cargas, muy posteriorizadas, y el eje pie-pierna en momento unipodal, mostrando un valgo fisiológico

      La secuencia dinámica del paso tampoco será normal, al no existir diferenciados los momentos de apoyo de talón, fase media y despegue, sino comportándose todo como un bloque.

      Por ello existe la creencia de que el niño pequeño tiene los pies planos y que el arco no se hará presente hasta los 2 ó 3 años. Sabemos que eso no es cierto y por tanto, mediante las técnicas exploratorias adecuadas, como el examen morfológico, las movilizaciones, las técnicas radiológicas y simplemente el examen computerizado de la huella, cuando ello es posible, podemos hacer diagnósticos precisos y no dejar a su suerte la evolución de ese pie, lo cual puede plantear después problemas para reequilibrarlo. Así pues, el crecimiento se compone de una serie de etapas, y cada una de ellas depende de la anterior y condiciona la siguiente, y nosotros debemos actuar con criterios coherentes.

       Huellas y dinámica de un niño de cuatro años de edad, con sobrecarga selectiva del primer metatarsiano con rotación interna de la rodilla y valguismo, motivado por una insuficiencia de los rotadores externos de cadera y una pronación mediotarsiana

      Paralelamente, si hasta esta edad el niño ha mantenido posiciones prolongadas inadecuadas, ya sea durante el gateo o durante el sueño, éstas seguirán presentes y exageradas con frecuencia por la repetición de unos esquemas posturales insuficientes y un mal control del tono muscular.

      Si bien es verdad que gran parte de las alteraciones posturales que el niño pueda presentar antes de caminar desaparecen progresivamente con el tiempo, no es aconsejable relegar siempre a la suerte el que se normalicen, por lo que conviene para el futuro desarrollo de la extremidad infantil que todo el proceso de grabación de esquemas posturales y mecanismos propioceptivos se haya realizado de forma correcta, pues de lo contrario la dinámica supondría en muchas ocasiones no sólo la continuidad de un defecto o deformidad postural, sino también su aumento o estabilización inadecuada, desde el momento en que el hueso del niño es una estructura isotrópica y, por tanto, adapta su crecimento a la postura.

      Tengamos presente que actualmente el pie crece y se desarrolla en superficies lisas y uniformes donde hay una falta de estimulos y cambios posturales, y, en consecuencia, un gesto y un suelo repetidos en cada apoyo.

      Nosotros tenemos que valorar el pie de acuerdo con su momento, su edad y su tiempo de aprendizaje, teniendo en cuenta además el peso, el grado de elasticidad y la genética…, más el hecho de que cada niño puede tener un ritmo diferente, por lo que toda generalización tal vez sea desafortunada. Creo que si una alteración de los apoyos no evoluciona positivamente, su neutralización mediante cuñas, movilizaciones y estímulos será siempre una elección acertada.

      Ni los niños tienen los pies planos, ni un pie plano puede volverse cavo, ni toda la patología del pie se limita al pie plano, ni las cosas se corrigen solas; sencillamente evolucionan. Los niños tienen su pie y, si existe una alteración dudosa, cuanto antes se actúe, mejores resultados obtendremos, y la actuación no se limita a una plantilla. Las cosas son a veces complicadas y a veces simples, pero acostumbran a ser lógicas.

      c a p í t u l o

      2

      INTRODUCCIÓN A LA BIOMECÁNICA DEL PIE

      El análisis de las alteraciones que afectan al pie requiere en-tender primero la estructura de un pie normal y sus diferentes comportamientos mecánicos durante las distintas exigencias que la actividad del hombre plantea cotidianamente. Por ello trataremos de hacer un mero resumen de la mecánica articular, incluyendo los aspectos anatómicos de sus componentes, tanto blandos como óseos, así como su contemplación en el espacio, para analizar sus comportamientos en las tres dimensiones siempre en relación con la estructura a la cual soporta.

      Abordaremos el comportamiento de un cuerpo rígido dentro de los sistemas de referencia, lo que conocemos como traslaciones, torsiones y rotaciones, entendiendo la traslación como el desplazamiento lineal de todas las partes contenidas en el cuerpo analizado durante un tiempo específico, y la rotación como el movimiento de todas las partes contenidas en el cuerpo en una trayectoria circular alrededor de un eje denominado eje de rotación, contenido en el centro del cuerpo, girando por tanto todas las partes la misma amplitud en una unidad de tiempo. Se produce torsión cuando un cuerpo es sometido a movimientos opuestos entre los dos extremos de un eje longitudinal.

      La descripción de cómo un cuerpo rígido se mueve dentro del sistema de referencia se denomina cinemática, mientras que el estudio de las fuerzas que actúan sobre un cuerpo y producen movimientos de traslación o rotación se llama dinámica.

      Para que se produzca el movimiento, es necesaria la aplicación de una fuerza.

      Entenderemos por fuerza cualquier acción que causa o tiende a causar cambio en el movimiento de un objeto. Es una cantidad vectorial, es decir, tiene magnitud y dirección. También tiene una línea de acción y un punto de aplicación. Como ejemplos más claros de fuerzas tenemos la acción de la gravedad, la reacción del suelo y la tracción del músculo.

      Estas fuerzas, aplicadas a un cuerpo rígido, pueden producir tanto traslación como rotación, pero cuando actúan en sentido contrario sobre el mismo cuerpo, en sus dos extremos, producen torsión.

      Para calcular la magnitud de la fuerza que se ejerce sobre un cuerpo, aplicamos la Segunda Ley de Newton:

       F (newton) = M (kg) · a (m/s2)

      Para calcular el valor de la torsión, o momento de la fuerza, se aplica la fórmula T = f · d, siendo F la fuerza ejercida sobre el cuerpo, y d la distancia perpendicular entre la fuerza que aplicamos, o brazo de palanca, y el eje de rotación.

      Aplicado esto al músculo, resulta que la proximidad del tendón al eje de la articulación determina la longitud del brazo de palanca a través del que actúa la fuerza de éste. Así pues, los músculos cuya inserción esté más lejos del eje de la articulación tendrán un brazo de palanca más largo, por lo que pueden producir más fuerza que otros músculos que tengan mayor sección, pero que se inserten más próximos a la articulación.

      Tendremos presente que el cuerpo equivaldría a una estructura antigravitacional, cuyo único punto de contacto con el suelo lo constituyen sus pies. Éstos, además de mantenerlo, se comportan como captores que remiten al cerebro una información sobre lo que pisamos, con el fin de que, junto con otros parámetros o referencias, el cerebro elabore un complicado programa que mantenga el tono suficiente y necesario para soportar una posición vertical y desplazarnos, así como generar las compensaciones necesarias, cuando exista un desequilibrio en cualquier segmento, con el objetivo de mantener el centro de gravedad en la posición correcta.

      Todo ello se realiza a la vez con unas cotas de ahorro insuperables, por lo que cada uno de los elementos tiene la resistencia justa y suficiente mantenida dentro de unos parámetros en los que los mecanismos

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