Podología. Martín Rueda Sánchez

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Podología - Martín Rueda Sánchez

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       La concavidad posterior del escafoides hace que la presión ejercida por el astrágalo en el momento de apoyo sobre el suelo no se transmita al mismo tiempo sobre los segmentos metatarsocuneales, sino de forma secuencial con un movimiento de barrido interno

      El astrágalo se relaciona anteriormente con los segmentos metatarsodigitales primero, segundo y tercero a través del escafoides y de las cuñas. Cuando recibe el peso del cuerpo a través de la tibia, lo dispersa hacia el calcáneo en sentido plantar y hacia el escafoides en sentido anterior. La transmisión de carga en sentido vertical es interna en relación con el cuerpo del calcáneo, al estar parcialmente apoyado en un “voladizo” representado por el sustentáculo del astrágalo (sustentaculum tali). Igualmente, la carga anterior se realiza en un “barrido” gracias a la divergencia interna del cuello astragalino en relación con el cuerpo, estando la polea orientada hacia el segundo metatarsiano, y el cuello hacia el primero. Por tanto, la magnitud de la carga recibida es dispersada en dos componentes.

       El astrágalo no resulta comprimido con el peso del cuerpo porque se desequilibra hacia adelante, abajo y adentro, transmitiendo carga hacia el calcáneo y en forma de barrido a la cara cóncava del escafoides

      Esto hace que, al ser comprimido por el peso, tenga un doble desequilibrio: plantar y anterior, ejerciendo un cabeceo al “resbalar” sobre el escafoides, que finalmente es mantenido por el ligamento calcaneoescafoideo plantar, situado en forma de hamaca. Si este ligamento fuese un elemento rígido, se fragmentaría con la presión recibida en cada apoyo.

       La cabeza del astrágalo se encuentra en forma de “voladizo”, apoyada sobre el escafoides y soportada por el ligamento calcaneoescafoideo plantar, formando un arco de amortiguación

      El ángulo de divergencia del cuello astragalino y el choque de su cabeza sobre una articulación ovalada, la cara cóncava del escafoides, también hacen que la presión se transmita sobre las cuñas de forma secuencial hacia el borde interno del pie, con lo que la presión transmitida a la siguiente fila ósea a través de la articulación de Lisfranc resulta fragmentada. Gracias a ello y a formar una estructura aérea, no soportada plantarmente, las cuñas, a pesar de su menor tamaño y su menor movimiento entre sí, pueden soportar la carga con garantía mecánica y a la vez transmitirla hacia los metatarsianos.

       El desequilibrio del astrágalo y del calcáneo es transmitido a la siguiente línea ósea en sentido medial a través de lo que sería la parte aérea de la bóveda

      Anteriormente, la articulacion de Lisfranc forma un perímetro irregular, al estar el segundo cuneiforme atrasado respecto al primero y el tercero, constituyendo así una mortaja que sirve de anclaje al segundo metatarsiano, circunstancia por la que es el más fijo de los cinco. Esta disposición plural y compleja posibilita los movientos helicoidales de supinación y pronación del antepié con varo-valgo del retropié, a la vez que da una gran estabilidad al segundo metatarsiano, que servirá de ayuda a la elasticidad del primero.

      Podríamos decir que a través de las articulaciones mediotarsianas se direcciona, estabiliza y orienta el antepié tanto en el momento de apoyo sobre el suelo como en el de despegue, por lo que sus desequilibrios o limitaciones funcionales exigirán mecanismos compensatorios a otro nivel, siendo siempre en forma de torsión o rotación.

       La articulación de Lisfranc orienta al antepié en su apoyo sobre el suelo

       La estabilidad de la art. mediotarsiana garantiza el equilibrio del retropié

      5. Los huesos del mediopié, de menor tamaño y más numerosos, están relacionados tanto en sentido anteroposterior como lateral y son cuadrangulares, unidos por articulaciones planas, y por tanto más preparados para soportar momentos torsionales. Es importante observar que el componente lateral de presión debe ser muy amortiguado, por lo que el arco interno del pie concentra el mayor número de inserciones musculares y tiene más movilidad. Una estructura rígida no podría absorber la presión y se lesionaría.

       El arco interno garantiza su resistencia gracias a la elasticidad de sus estructuras y refuerzos musculares

      6. Los componentes del metatarso forman segmentos arciformes radiales, sin relación transversa, excepto en la parte proximal, y ganan movilidad lateral a partir del más largo y alto, el segundo metatarsiano, formando por tanto sistemas de trabajo tipo palanca.

       Los metatarsianos se organizan anteriormente en estructuras arciformes radiales independientes

      Esta interpretación de la disposición ósea nos permite hablar de dos partes o sistemas diferenciados en el pie: uno externo o de carga (calcáneo-cuboides, cuarto y quinto metatarsianos) y otro interno o de impulso y amortiguación (astrágalo, escafoides, cuñas y los tres primeros metatarsianos).

      El externo sería un arco de más resistencia pasiva, por lo que en dinámica actúa antes, es decir, a través de él depositamos el pie en el suelo al final de la fase aérea, mientras que el interno podría absorber mejor torsiones al ser más articulado, móvil y musculado, por lo que tiene más protagonismo en la amortiguación y el impulso.

       El arco externo absorbe en primer lugar la carga vertical (resistencia) y el interno la amortigua

      Si aplicamos estos conceptos arquitectónicos simples al estudio ralentizado de la marcha, resulta además evidente o al menos lógico pensar que el retropié está preparado para un trabajo de resistencia y fuerzas verticales,

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