Podología. Martín Rueda Sánchez
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Podología - Martín Rueda Sánchez страница 6
Como podemos apreciar, tanto la patología como los criterios relativos a la evolución, el diagnóstico y el tratamiento serán diferentes en uno y otro caso.
Tomando como referencia estos posibles cambios estructurales, vemos que las combinaciones son múltiples, así como sus posibles mecanismos acomodativos. En conjunto, la pierna es una columna articulada que permite la flexoextensión, pero que además es capaz de moverse en rotación gracias a la articulación de la cadera. Si nos fijamos en los ejes de movimiento de las articulaciones del tobillo y mediotarsiana, y buscamos un eje común a ellas, comprobamos que también podemos moverlos en 3D: podemos describir un círculo con la punta del pie moviendo simultáneamente en flexión, extensión, inversión y eversión.
Por tanto, nos encontramos ante una columna plurisegmentada con capacidad de flexoextensión en las zonas intermedias, pero de rotación en los extremos. Gracias a ello podemos cambiar constantemente la dirección de la marcha, y simultáneamente el plano del suelo, sin perder el equilibrio. Esta capacidad de adaptación funcional puede verse alterada por disminuciones de la amplitud en sus extremos y, cuando esta disminución no puedan absorberla las articulaciones intermedias, se someterá el conjunto a momentos torsionales. Sólo si medimos sus amplitudes y las comparamos mentalmente a un modelo mecánico, entenderemos mejor su complejidad.
c a p í t u l o
3
BIOMECÁNICA DEL PIE
El pie representa un puzzle perfecto, en el que no es posible modificar o aislar cualquiera de sus partes sin influir directamente sobre el resto.
Podríamos considerarlo como un servoamortiguador, dotado de la resistencia suficiente para mantenernos y propulsarnos vigorosamente, pero con la elasticidad adecuada para que el movimiento resulte suave y progresivo. Consistencia que le confieren sus partes óseas, elasticidad que le proporcionan sus articulaciones y componentes fibroelásticos y vigorosidad de que le dotan sus potentes músculos y tendones.
En la fase de apoyo de talón, su esquema mecánico sería de columna, en el momento estático se comportaría como una hemibóveda y en el dinámico sería el equivalente a una palanca, que, haciendo apoyo sobre la porción metatarsodigital, debe desplazar un peso que gravita sobre el astrágalo.
Apoyo talón: columna Fase media=bóveda Momento impulso: palanca
Así, funcionalmente, el fulcro lo constituye una unidad: el antepié, pero mecánicamente lo forman cinco metatarsianos, dos sesamoideos y 13 ó 14 huesos más pequeños representados por las falanges.
Observando la forma y disposición de las estructuras del pie, tanto duras como fibroelásticas, así como de los planos de movimiento articular, y teniendo en cuenta que la forma final es el resultado de la acción y coexistencia de unos factores genéticos sometidos a unas leyes físicas de crecimiento y desarrollo, debiendo cada elemento cumplir unas exigencias mecánicas con un margen de garantía, podemos observar que:
1. En la disposición ósea espacial del pie no existen dos huesos situados en el mismo eje vertical. De esta forma se evita la compresión directa, se gana resistencia y elasticidad y se generan desequilibrios secuenciados que producen movimientos económicos.
2. Los dos huesos de mayor tamaño del pie representan la única estructura vertical y son los más posteriores, por lo que soportan en primera instancia más compresión.
3. El sistema del calcáneo finaliza en dos vectores divergentes de longitud creciente de afuera hacia adentro.
La doble desalineación en un plano vertical y anterior genera un momento de amortiguación y aumenta la resistencia mecánica del retropié
El doble desequilibrio posterior hace que el apoyo del antepié se realice desde atrás hacia adelante y desde afuera hacia adentro
Detalle de la situación de los dos huesos posteriores
Constituye por tanto un arco con poca altura, poco movimiento, pocos músculos y grandes ligamentos, y está sometido a más carga: será, pues, un arco de resistencia.
El calcáneo tiene relación distal tan sólo con el cuboides, y a partir de éste con los segmentos cuarto y quinto. Además recibe carga en sentido vertical desde el astrágalo y la transmite verticalmente hacia el suelo en un plano más externo y posterior, y anteriormente sobre el cuboides. Por tanto, este hueso recibe una gran carga vertical o de compresión que es capaz de absorber a base de desequilibrarse en sentido anterior y lateromedial. Como hemos observado, el calcáneo, al ser comprimido sobre el suelo, cae en sentido anterointerno y esa inercia la transmite al cuboides a través de una articulación en forma de silla de montar, “arrastrándolo” en su caída y propiciando un movimiento hacia la pronación. El momento de giro que produce en el cuboides se aprovecha para empujar lateralmente las cuñas y el escafoides y anteriormente los metatarsianos quinto y sobre todo cuarto, el cual, al tener menor movimiento, se convierte en el elemento anterior más fijo del arco de carga o externo, de ahí que resulte afectado más fácilmente por una sobrecarga que el quinto, que, por su parte, además de ser más móvil, está discretamente apoyado por su apófisis estiloides, donde las inserciones de los peroneos anterior y corto “vigilan” y contribuyen a que el momento de inercia sea siempre anterointerno, contribuyendo así a la estabilidad del pie.
El calcáneo se apoya anteriormente sobre el cuboides, y éste sobre el quinto y cuarto metatarsianos, formando un arco de resistencia o carga
4. El sistema astragalino finaliza en tres vectores divergentes de atrás hacia adelante, de los que el más fijo es el central y el más móvil es el más periférico. Como ocurría con el arco calcáneo, en el astragalino la onda de choque es fragmentada en cada articulación y cada hueso la transmite sobre el siguiente, cada vez más reducida. Es importante observar en esta reconducción de fuerzas la misión del escafoides, cuya forma