Vivir viajando. Diego Varela

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Vivir viajando - Diego Varela

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movía mucho el fútbol español, un par de años más tarde empecé a seguir al Barcelona y varios años después me interioricé por el Atlético de Madrid por un amigo. Hoy si volviera creo que es lo primero de mi lista.

      España es un país al cual pude volver varias veces y siempre añoro que no sea la última. Quiero volver, he hecho amigos ahí que me han tratado de mil maravillas y todos me auguran espacio para que yo vaya con mi familia. Está claro que es un tema de presupuesto que vuelva y no de ganas.

      Llegó el día de ir a Inglaterra. Finalmente llegó. Había añorado ese momento mil veces. Me había imaginado mirando el Big Ben, hablando inglés y viendo sus calles de tránsito invertido al de Argentina tantas veces que me parecía una locura estar por vivir ese momento. El avión a hélice con el cual viajamos fue impiadoso, se movió muchísimo por tormenta, pero llegamos a Gatwick. Era una época en donde Internet estaba dando sus primeros pasos y la reserva de hoteles se hacía por medio de agencias y de manera rústica. Moraleja, llegamos a Londres sin alojamiento y era ir por el barrio de Victoria a caminar para ver si había algún Bed and Breakfast que se apiade de nosotros y nos aloje. Luego de varios intentos en vano, ya sea porque no había alojamiento o porque estaban totalmente fuera de presupuesto, encontramos uno para quedarnos.

      Ya desde el primer minuto, el tema idioma se me fue de las manos. Había ido con una expectativa de poder hablar de par a par con la gente y no fue así. No sólo que no me entendían nada, sino que yo tampoco entendía un corno. Lógico, Argentina es asiduo consumidor de material de EEUU y nada de Inglaterra. Las diferencias de acento son tan marcadas como las que se pueden encontrar en el español de un Chileno a un Español, a niveles en donde no sólo el acento es distinto, sino la pronunciación y el vocabulario. Welcome to England.

      Uno de los primeros lugares que fuimos, fue al Tower of London, a ver las joyas de la reina. A pesar que fue hace mucho, recuerdo la cantidad de riqueza que tiene ese lugar, es estremecedor. La experiencia de Tower of London hoy en día es abrumante por donde se lo mire. El castillo tiene 1000 (mil) años situado en el Financial District con muchos edificios nuevos, todos vidriados y de gran altura. El contraste de ver la construcción de 1000 años con la nueva es tremendo, en una foto podés capturar 10 siglos. Por otro lado, el castillo tiene su historia, ahí por ejemplo es dónde mataron a Ana Bolena - segunda esposa de Enrique Octavo.

      Me producía un placer increíble caminar por las calles, pasar por Picadilly, Oxford Circus, Tottenham Court Road y Regent St. Las luces, las multitudes, las calles no diagramadas, los double deckers, los taxis negros tan típicos y su lluvia característica. Las construcciones son todas viejas, pero no está deteriorado, está todo perfectamente cuidado, lo que te permite vivir en lugares con muchísima historia pero con el modo de vida de hoy - y con la tecnología de hoy.

      El Museo Británico, aparte de ser gratis, muestra mucho de la cultura Inglesa (en donde en algunas cosas, siento admiración, en otras, no tanto). Por ejemplo es que se afanaron medio Egipto y Grecia. Dentro del área de Grecia está el resto del Partenón que no está en pie en la Acrópolis Griega, en Atenas. Lo más gracioso, es que nos daban folletos en donde indicaba por qué estaba moralmente bien que Inglaterra tenga el resto del Partenón. Adjudicaban que lo “estaban cuidando”. De Egipto también se llevaron esfinges, figuras y obeliscos sin pudor. Los Ingleses, fueron, son y serán, piratas. Esta parte, es la que no me gusta nada, pero la que sí me gusta por ejemplo, es que socialmente, al menos en Argentina, se los tilda de fríos. Ni por casualidad, mis mejores momentos de Europa han sido en Inglaterra, mucho tiene que ver el cariño y la cordialidad que he recibido.

      Viajar en el London Underground, puede ser un poco desconcertante en un principio si uno no tiene un poco de información de cómo está estructurado. Es simple, el Tube tiene zonas concéntricas, lo que es el downtown de Londres, es Zona 1 + Zona 2; ahí está el 90% de Londres. El resto, son zonas más residenciales e inclusive llega hasta Heathrow, que es Zona 6. Entonces uno saca la Oyster Card, que sirve para el Tube y para los Double Deckers y dependiendo del tipo de pase que uno haya puesto, la tarjeta es válida. Existen miles de modelos, pero el que le sirve al turista es por ejemplo, Semanal Zona 1 + Zona 2, que sale mucho más económico que pagar cada tramo individual y puede moverse libremente por esas dos Zonas. Ahora, si te pasaste de Zona, estás listo. La organización del Tube es una obra maestra de la ingeniería, la coordinación entre todos los tramos y aparte la cobertura que hay en toda la ciudad hace simple todo el traslado.

      Londres no es sólo una ciudad que visité muchas veces, sino que también viví ahí - por poco tiempo - pero suficiente como para conocerla un poco más en profundidad.

      Nos quedaba París en el tintero. Había mucha expectativa, principalmente, porque coincidía con el Mundial 1998 que se estaba desarrollando en Francia y me agarró como algo así de adentro mío que quería ir a ver todos los partidos. Solamente coincidía con el primero, contra Japón. Meses antes de llegar, la venta de boletos era muy anárquica (lo sigue siendo, bajo mi gusto). Desde Buenos Aires a las 4 de la mañana, estuve alrededor de 40 minutos esperando que me atiendan por teléfono desde la FIFA para conseguir mi entrada contra Japón. Me atienden y me dicen que ya estaba sold out. No lo podía creer, solamente me quedaba ir por la reventa.

      Rose tenía contacto con el hotel donde nos íbamos a alojar. Hablamos con el conserje llamado Mustafa, un Argelino que se moría de ganas de ir a la cancha y empezó a llamar por teléfono a todos lados para ver si conseguía las entradas. Yo estaba desbocado esperando la buena nueva. Lo único que se conseguía era reventa y a más de 1.000 usd. Totalmente fuera de mi presupuesto. Encima el partido contra Japón era en Toulouse y eso hacía que aparte había que movilizarse. Lo peor era que después del partido, nos volvíamos a Buenos Aires. Tampoco había chance para enganchar otro partido. El partido contra Jamaica ya lo desde Buenos Aires.

      No pude ir a la cancha. Tuve que esperar 16 años para cumplir ese sueño de ver un partido de Mundial en el estadio. Vi el partido desde el hotel, recuerdo el gol de Batistuta para decretar el 1-0 definitivo, gritando por los pasillos del hotel totalmente enardecido. La pasión muchas veces se manifiesta de formas que no podemos controlar.

      París nos encantó. Conocí una sola pareja a la cual no le gustó París y prometí no seguir ningún tipo de consejo turístico de ellos. Mi realidad estaba tan lejos de la de ellos que sentía que era la discusión entre carnívoros y veganos.

      Si alguien me pregunta, qué fueron las 3 cosas que más te llamaron la atención de París, no dudo en enumerar las siguientes:

      La imponencia de la Torre Eiffel. Es sencillamente maravillosa, uno puede estar horas y horas viéndola y uno no se cansa. En 1998, la Torre tenía una cuenta regresiva hasta el año 2000. Faltaban alrededor de 560 días para ello.Tirarse en el pasto a comer o a simplemente descansar mirando la Torre Eiffel, me generaba una paz mental que sólo puedo conseguir prendiendo fuego para un hogar o para un asado, o cuando eventualmente salía a correr. La gente se mata por subir de día, subir de noche, se agolpa para sacarse la selfie o la típica foto sosteniendo la Torre ... cada uno invierte el tiempo como quiere, pero si hay algo que aprendí viajando, es que los recuerdos que cuentan, son los que uno se lleva consigo. Las fotos, van y vienen, hoy en día inclusive las podemos bajar de Internet. La sensación de paz de mirar la Torre Eiffel, se va al féretro conmigo.

      La vista desde arriba del Arco de Triunfo. Al Arco llegan 11 calles distintas, las cuales se cortan en una rotonda en cuyo centro está el Arco. La vista 360 de París de ahí es asombrosa. No dudaría recomendar subir al Arco de Triunfo, como así no recomendé entrar a la Estatua de la Libertad en New York. Es todo cuestión de gustos y qué lo mueve a cada uno.

      La tumba de Napoleón. El mausoleo es imponente, el hecho que los restos están un nivel menos de dónde se puede ver

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