Harmonía. Ariadna Queen

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Harmonía - Ariadna Queen страница 3

Автор:
Серия:
Издательство:
Harmonía - Ariadna Queen

Скачать книгу

Solo para que ella escuchara y se hiciera cargo del clima hostil que había generado la semana anterior-- para variar, hoy también será un día difícil.

      La joven nunca se mostró interesada en los comentarios de pasillo por lo que siguió caminando como si nada. Estaba concentrada en su objetivo; sentía que luego de cinco años en la agencia ya había demostrado con creces su capacidad y no tenía que darle explicaciones a nadie, obviamente ya estaba lista para mayores desafíos.

      Ámbar estaba cerca de cumplir los treinta años. La edad le sentaba muy bien y tenía unos hermosos ojos verdes que resaltaban con su cabellera oscura. Podríamos describirla como una típica muchacha similar a las chicas de su edad: un poco callada, un poco reservada, un poco esto, un poco aquello; no le gustaba participar de charlas grupales con sus compañeros, mucho menos individuales, ni siquiera con los que la rodeaban y formaban parte de su estrecho círculo de trabajo; lo único que se le escuchaba decir a diario era: «buenos días» o «buenas tardes». Nada más que lo justo y necesario para no parecer descortés y solo mantenía conversaciones que tenían que ver con temas estrictamente laborales. Eso sí, una cosa no quitaba la otra, siempre se la podía ver muy elegante, increíblemente bien vestida, arreglada y maquillada como para ir de fiesta, o al menos es lo que pensaban sus dos compañeras, Agnes y Mary, que no perdían oportunidad de hacerle notar al resto de los muchachos lo superficial y vanidosa que lucía Ámbar.

      --No me sorprende que esta unidad esté a punto de disolverse --Agnes, la más veterana de ellas destilaba su veneno contra su compañera-- deberían traer agentes preparados en lugar de modelos de alta costura, sería una forma de demostrar un poco de respeto por todos nosotros.

      Las normas para ingresar y permanecer en el equipo eran rigurosas, como la de cualquier cuerpo de élite. No podían ser más envidiados porque pocos sabían de su existencia. Hasta entre ellos mismos eran reservados. Sus nombres eran falsos y la persona a cargo de la unidad se la conocía solamente como «el jefe». Se utilizaban todos los recursos para proteger a estos agentes, no era de extrañar entonces que no hubiera objetos de afección en sus escritorios, mucho menos fotos de familiares. Cosa que le venía muy bien a Ámbar, aprovechaba todo esto para no hablar casi con nadie y quedar a salvo bajo la excusa del «protocolo de seguridad». Hasta la estructura del edificio ayudaba bastante.

      Peter, Michael y John dejaron de hablar de inmediato al escuchar a su compañera. Ya estaban cansados de las dos mujeres que lo único que hacían desde hace cinco años era criticar y criticar a la señorita Stone.

      --Ten cuidado con tus comentarios, no sea cosa que se te atraganten tus palabras, desde que llego Ámbar lo único que haces es ejercitar tu lengua junto a tu dama de compañía --Peter uso toda la ironía del mundo especialmente con su cara.

      --No sabía que Stone necesitaba que la protejan --Mary «la dama de compañía» de Agnes, le soltó la frase como un guantazo a Peter.

      --Si ustedes dos se dedicaran a trabajar un poco más en lugar de hablar tanto, seríamos la mejor división de espías de todo el mundo. Hagan el favor de resolver el caso de las vacunas adulteradas primero y luego opinen. Les recomiendo no decir más tonterías, al menos que quieran enfrentarse a una denuncia interna por malos tratos y les juro que soy capaz de presentar una y de Nivel IV.

      De ninguna manera nadie se atrevería a presentar un formulario de investigación interna acusando a un compañero de violación al protocolo de buenas normas de conducta, o al menos nadie lo había hecho todavía, ni siquiera contra esas dos; por otro lado, ninguno de los que formaban parte del equipo necesitaba que alguien los defendiera, todos eran lo suficientemente capaces de lidiar con sus propios demonios, de lo contrario nunca hubieran podido pasar las duras pruebas de ingreso.

      El clima interno se había enrarecido al llegar Ámbar, hace ya casi cinco años. Había generado un gran revuelo, especialmente porque apareció de un día para el otro y «como la única y principal asignada en la investigación del mayor caso de corrupción de la historia de la agencia». Para peor, solo unos días antes de eso también había sido asignado a esta unidad «el jefe», así que los dos eran novatos a los ojos del resto.

      Se podía decir que Ámbar despertaba todo tipo de pasiones, algunos la adoraban, otros simplemente la odiaban y eso incluía al gran conductor de ese equipo, pero desde el incidente entre ellos dos que había concluido con el portazo de Ámbar, habían pasado a otro nivel de enfrentamiento y ambos estaban intratables.

      Ella pasaba sobre todo eso sin que le molestara, no estaba allí para hacer amigos, mucho menos para recibir aprobación. Esa joven tenía las cosas claras y no podía detenerse ante nada. Con el tiempo había logrado tener control sobre sus emociones. Lo único que no podía evitar era una especie de mantra, casi sin darse cuenta solía acomodarse su cabello sobre sus hombros, un gesto típico de ella, un tic reiterado como si fuera un ritual que le proporcionara inteligencia extra a la hora de pensar; solo que, al ser tan bella, lejos de molestar cautivaba a los hombres de la agencia. Ellos estaban acostumbrados a tratar con mujeres como Mary y Agnes, amargadas, filosas, desagradables. En definitiva, todo era causa y efecto, era inevitable que la joven llamara tanto la atención.

      -- ¿En qué ha quedado ese asunto de la droga de alto rendimiento deportivo que daña la vista? --el veterano Michael hizo un esfuerzo para suavizar el tenso ambiente.

      --Estamos estancados --John frunció el ceño y se rascó la cabeza, sabía que Michael estaba cambiando de tema, pero le hizo recordar su frustración y sus flojos resultados del último año y hablar de casos inconclusos o de investigaciones a medias no ayudaba en nada.

      Como en todo trabajo de equipo, a la hora de repartir triunfos todo era sonrisas y aplausos, pero cuando las cosas no resultaban como se esperaban, aparecían los reproches y el pedido especial para que rueden cabezas por el aire. Todos intuían que estaban bajo la atenta mirada de varios directivos de alto rango, especialmente por la juventud del responsable de la unidad, quién era el primero en saber que su posición era la más comprometida y detestaba la pérdida de tiempo y sobre todo los dimes y diretes organizados desde el seno mismo de su equipo.

      A pesar de sus treinta y pico de años, tenía un marcado liderazgo y don de mando natural. Bastó su sola presencia en la sala y sin decir una palabra, todos se callaron y apresuraron el ritmo cansino de la mañana.

      El joven también intimidaba con su físico. Era alto, cabello oscuro que le daba un aspecto de rudeza adicional, ojos azules de mirada profunda y en comparación a los otros tres hombres que superaban los cincuenta y ya tenían el pelo algo entrecano, parecía un atleta de alto rendimiento.

      Al jefe no le gustaban que su equipo tuviera esos excesivos tiempos de descanso. Sabía todo lo que pasaba en la agencia de sobra, de hecho, tenía montado en su escritorio un cuidadoso sistema de vigilancia de cada una de las salas del lugar, así que dejaba que se reunieran un poco, de tanto en tanto, pero siempre que todo fuera acompañado por buenos resultados, cosa que parecían no suceder por esos días.

      --Les recuerdo que debemos resolver algún otro caso antes que termine el mes. Ya no puedo tolerar esta falta de compromiso de ninguno de ustedes, o se creen que estamos en una agencia de investigaciones secreta solo porque el gobierno no sabe en que gastar el dinero de su presupuesto de defensa --irrumpió con actitud desafiante y mirando especialmente a Mary y Agnes. Ambas se levantaron en milésimas de segundos al saberse en falta.

      --Qué les dije, el jefe hoy se las trae. Apenas lo vi entrar, sabía que íbamos a tener un día complicado --murmuró Peter a John, aun sabiendo que si lo escuchaban podía tener consecuencias.

      --En media hora reunión de emergencia. Quiero a cada uno de ustedes con el detalle y avances de lo que han hecho en estas semanas. ¡Vamos que esto no es un club de veraneo! --pareció no importarle la resolución

Скачать книгу