Harmonía. Ariadna Queen

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Harmonía - Ariadna Queen

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metal todas las ventanas y la iluminación paso a un tono casi rojizo intermitente.

      Los tres en un claro acto instintivo pegaron un brinco y se fueron hacia la sala rombo; especialmente diseñada a prueba de todas las armas conocidas y por conocer. Lista para resistir los peores ataques terroristas, con provisiones para largos meses y capacidad para alojar a cinco personas. Solo hacía falta conocer la contraseña para despejar la mesa del centro y acceder por una pequeña escalera al piso inferior que hacía las veces de bunker y tenía el mismo tamaño que el piso en el que estaban ahora ellos.

      En pocos segundos ya estaban refugiados, hicieron todo lo que les habían enseñado durante tanto tiempo, podíamos decir que había sido una muy buena cobertura, sino fuera por el terrible descuido que habían cometido los tres y como suele pasar en estos casos, se enteraron de la peor manera.

      --Salgan de la sala de inmediato --retumbó metálicamente una voz extremadamente furiosa.

      Quedaron completamente desolados, conocían muy bien esa voz y a quien estaba tras ella. Era «Lupus», aparecía muy pocas veces, pero nunca era para dar buenas noticias.

      Primero salió el jefe, en ese momento hubiera deseado que realmente fuera un ataque terrorista, tenía más chance de salir con vida a dar explicaciones todavía no sabía ni por qué.

      Dio varios pasos al frente y luego se movió hacia la derecha, le costó unos segundos cerrar la boca, pero al final pudo recomponer su postura y pensó que, si le hubieran sacado una foto en ese momento, el Dr. Koze hubiera tenido material para al menos un par de clases.

      Ámbar aventajó a Peter en un segundo y quedaron los dos forcejeándose en la puerta de salida. La joven era mucho más ágil y rápida, por lo que un solo instante le valió para dar un medio paso antes, eso no impidió que salieran mirándose aguda y filosamente.

      El panorama era inquietante, nunca habían presenciado semejante despliegue, había dos hileras de uniformados de camuflaje urbano, armados hasta los dientes, además de los dos guardias personales de Lupus, uno a cada lado de la máxima autoridad, o al menos la que ellos conocían como máxima.

      --Agentes entiendo que sabrán lo que pasa, por qué estoy aquí ¿verdad? --terminado de hablar movió ligeramente su pierna derecha y cruzó sus brazos en su espalda mientras elevaba el mentón hacia arriba. Debido a su altura le fue necesario bajar un poco la vista para ver a los agentes.

      Peter dio un paso hacia adelante. Tuvo efecto inmediato, antes de apoyar su pie ya tenía un enjambre de luces rojas en todo el cuerpo. ¡Era imposible! Tenía más miras que soldados en la habitación. El jefe y Ámbar se miraron en completo silencio, se entendían perfectamente sin necesidad de hablar, así que ambos se dedicaron a visualizar de dónde provenían las luces que en ese momento los apuntaban a todas partes del cuerpo.

      --Me disculpo --dijo levantando las dos manos el jefe--. Creo que se me pasó la hora. Estábamos debatiendo y hemos perdido por completo la noción del tiempo es que...

      --La coherencia en determinar si la teoría del Dr. Koze se aplica a fotos, interesante debate como para perder la noción del tiempo. Me pregunto si hacemos figurar esto en el expediente de hoy y especialmente como responsable de la seguridad y el cumplimiento del protocolo de salida --el hombre hizo una pausa solo para enfatizar la siguiente frase-- entiendo que estaremos de acuerdo en que usted es un completo desastre.

      --No tengo excusas --dijo el jefe-- el completo responsable soy yo como máxima autoridad y Peter no ha tenido más opción que...

      --No, no las tiene y le recuerdo que la máxima autoridad aquí, soy yo --dijo Lupus furioso-- estamos al menos de acuerdo en algo, no volverá a ocurrir. Queda suspendido una semana a partir de este momento, quedará como interino el Capitán Harsh y quiero que desaparezcan inmediatamente de mi vista ¡ahora! --Lupus gritó al decir esta última frase y se le acercó al jefe con una fiereza que hizo que Peter se hiciera varios centímetros más pequeños de lo que era-- Afuera ustedes dos. Stone, usted sígame a la oficina ¡ya!

      --Lo lamento jefe --se amargó Peter y una vez afuera se atrevió a preguntar -- ¿Crees que Ámbar haya tenido algo que ver en todo esto?

      --Espero que no, o se arrepentirá --dijo el jefe enfurecido--. Lo tomaré como unas vacaciones, me hacen falta. Si hubiéramos estado en una misión pudo haber sido una catástrofe. Realmente esta vez sí que la he fastidiado.

      Peter se alejó con la cabeza baja y apresuró el paso hacia el lado contrario al que caminaba el ahora furioso y perturbado hombre.

      El jefe se quedó pensando en lo que había sucedido, algo no encajaba. No era posible que en tan poco tiempo hubieran aparecido docenas de soldados, pero lo más increíble fue ver a Lupus. Se podía decir que no era un hombre de creer en casualidades, y sí, era una falta al protocolo de seguridad y por ello se habían activado automáticamente todos los sistemas por no haber pasado a tiempo por los escáneres de salida. Chequeó un momento su reloj, confirmó que funcionaba y que lo tenía sincronizado. Es más, eran pasadas y veinte y estaba en la calle, no podía haber durado todo aquello tan poco tiempo y además era desmedido semejante operativo porque Peter no había salido de la agencia. No tenía ninguna lógica y a medida que se alejaba del edificio se iba sintiendo cada vez más estúpido, obviamente todo aquello olía a Stone, hasta tenía su sello y astucia. Peter estaba en lo cierto y detrás de esa movida debía estar Ámbar y vaya a saber uno con que intenciones, pero no entendía que hacía Lupus en persona y para que montar semejante escena. Ellos podrían haberse reunido a sus espaldas, para que humillarlo de esa forma seguramente querían correrlo a un costado, pero no se los haría tan fácil, cuando la vuelva a ver tendrá muchas cosas que explicar.

      Ahora sí que estaba realmente hecho una fiera. Por instinto dio media vuelta y corrió hacia el edificio, un grupo de agentes de seguridad privado le impidieron la entrada y él se quedó allí explicando que debía ingresar y que lo esperaban en una de las oficinas del piso diecinueve. Luego dijo que le habían recomendado un curso de latín. Pero claro, era un extraño, nadie conocía al grupo de élite, su entrada no estaba habilitada y ya le habían bloqueado su tarjeta de ingreso. Pensó en decir que llamasen a Lupus, pero sonaba raro, lo último que quería era generar otro conflicto y terminar detenido, solo podía pensar en Ámbar, qué estaría pasando en ese momento, algo importante sucedía, hasta había un operativo fuera del edificio y vaya a saber por qué lo habían sacado de esa manera y para peor suspendido por una semana, solo pensaba en su vuelta y todo lo que tenía para decirle a la muchacha, mientras tanto usaría su tiempo libre para hacer trabajo de campo, no se tragaba el cuento de la fuga y le quedaban unas cuantas dudas sobre el nuevo directorio de las empresas implicadas en la investigación de Ámbar.

      --Bien, señorita Stone, la escucho --Lupus sonó intrigado y dejó atrás la actitud hostil con la que había ingresado al edificio.

      El cuarto era pequeño por tratarse de un edificio tan amplio, pero contaba con un escritorio y un ordenador, un hermoso cuarto de baño con una tina enorme, una ventana pequeña y una biblioteca.

      Ámbar le mostró unas carpetas y los documentos que tenía encriptados. Si bien estaban en un lugar completamente acondicionado para que no se escuchara nada desde el exterior, no pudieron evitar hablar en voz baja. Media hora fue suficiente para que se hubiese justificado la maniobra de distracción de la muchacha, todo planificado para montar la escena y que nadie sospechara, ni siquiera el jefe.

      --Señorita Stone, si esto se comprueba, usted tiene idea de lo que puede ocurrir ¿verdad? es muy grave tener un traidor entre nosotros, pero mucho más dentro del grupo de los seis de esta unidad, lo comprende Stone ¿verdad?

      --Lo sé, lamento lo vulgar de la excusa,

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