La quínoa chilota. Francisco Fuentes
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La historia natural y política sugiere que la diversidad genética de la quínoa podría haber pasado al menos por cuatro eventos genéticos de “cuello de botella”, los cuales han resultado en una pérdida de diversidad genética. El “primero”, y potencialmente el más severo de los cuellos de botella pudo haber ocurrido cuando los dos ancestros diploides de la quínoa tuvieron sus hibridizaciones, asumiendo: 1) que las posteriores progenies resultaron a partir de especies alotetrapoides aisladas con capacidad reproductiva (probablemente C. berlandieri, Wilson 1980); y 2) que este evento ocurrió solo una vez, significando que las especies del complejo tetraploides del Nuevo Mundo tuvieron un origen piramidal (monofilético).
El “segundo” cuello de botella putativo, pudo haber ocurrido cuando la quínoa fue domesticada a partir de sus ancestros tetraploides silvestres; sin embargo, esta constricción genética pudo no ser del todo muy significativa, dada la capacidad de quínoa para tener cruzamientos con otras especies tetraploides (Wilson y Manhart, 1993), y de hecho este evento simpátrico posee múltiples formas tetraploides de C. hircinum y/o C. quinoa var. melanospermum (Mujica y Jacobsen, 2006). La significancia de este segundo cuello de botella es directamente dependiente sobre el primero, del cual a partir de la monofilogenia del complejo tetraploide, implica la presencia de una diversidad genética relativamente pequeña para intercambiar en sus cruzas compatibles con parientes silvestres. Otra posibilidad, que recientemente se informa a través de estudios de diversidad genética usando marcadores de ADN, es que la quínoa fue domesticada dos veces: una en las alturas de los Andes y una segunda vez en tierras bajas de Chile (Christensen et al., 2007; Fuentes et al., 2009b; Jarvis et al., 2017).
El “tercero”, considerado un cuello de botella de tipo político, pasó hace más de 400 años atrás, desde el período de la Conquista hasta la década de los ochenta, período durante el cual la quínoa fue marginada de los procesos productivos debido a su importancia en la sociedad y por considerarse sagrado en la creencia religiosa de los indígenas (Ruas et al. 1999). Así, su cultivo se conservó solo en lugares donde no se intervino con programas de modernización agrícola, siendo particularmente conservado por mujeres campesinas e indígenas. Existe abundante evidencia de que la quínoa en tiempos de la Conquista estuvo relegada a tierras marginales (salinas y/o de secano) (Risi y Galwey 1984).
Actualmente el fenómeno de migración de la población desde las zonas rurales de los Andes hacia centros urbanos, está exponiendo a la quínoa a un “cuarto” evento de cuello de botella, con una consistente pérdida de su diversidad, debido a la pérdida de la tradición de su cultivo (Fuentes et al., 2012; Martínez et al., 2015).
HISTORIA DE LA QUÍNOA EN CHILE
La historia de la quínoa en Chile ha evolucionado en conjunto con antiguas culturas a lo largo del territorio nacional, a través de continuos ciclos de cultivo e intercambio de semillas (Fuentes et al., 2009a). Ejemplo de estas culturas en el extremo norte del país son: aymaras, quechuas, atacameños, coyas y diaguitas; en la zona centro: picunches y pehuenches y; en el sur: mapuches y huilliches, quienes seleccionaron la quínoa a través de su adaptación a los más contrastantes y amplios gradientes agroecológicos (Fuentes et al., 2012).
Diversos documentos históricos relatan la presencia de la quínoa en territorio chileno, desde la zona norte hasta los valles y montañas del sur. Este paisaje agrícola fue tempranamente descrito por Pedro de Valdivia al Rey Carlos V en el siglo XVI: “…esta tierra es prospera de ganado como el Perú... abidosa de todo los mantenimientos que siembran los indígenas para su sustentación, así como maíz, papas, quínoa, madi, ají, frijoles...”. Más al sur, Miguel de Goizueta en 1558, escribano de la expedición al archipiélago de Chiloé de Francisco Cortés Ojea y Juan Fernández Ladrillero describió: “… hablaba el capitán con los indios é decía que le entendían bien que parecía lengua de Mapocho (…) Los Indios andaban gordos é bien vestidos (…) De esta provincia de Ancud hay grandísima fama de su fertilidad de mucha comida de maíz crecido é gran mazorca, papas y quinua; es una tierra baja, sin monte, é de casas grandes, de á cuatro y seis puertas (…)”.
Dentro de las crónicas escritas, Juan Ignacio Molina (1810) detalla su sistema de producción, haciendo referencia especial a la variedad del sur llamada “Dahue”, la cual “produce hojas cenicientas y semillas blancas. Con las semillas negras hacen una bebida estomacal agradable y con las blancas, que al cocerlas se distienden a guisa de un pequeño gusano, preparan una sabrosa sopa; comen aún las hojas, cocidas como las de las espinacas. Cerca de tres meses antes de sembrarla, conducen allí para dormir sus ganados, cambiándoles de sitio cada tres noches, cuando el campo está bien estercolado, siembran, el grano sobre la yerba y sobre el estiércol”. Posteriormente el botánico francés Claudio Gay, en sus expediciones en Chile durante el siglo XIX describe a la quínoa como: “…planta originaria de América y cultivada desde mucho tiempo en Chile. Los españoles la encontraron en todas partes desde Copiapó hasta la Isla de Chiloé en donde los habitantes la cultivaban asociada al maíz y las papas...”.
A mediados del siglo XX el cultivo de la quínoa estaba casi desapareciendo según descripciones realizadas por Looser (1943). Sin embargo, debido a la persistencia de los campesinos aún se le cultiva en la zona andina, en el extremo norte del país en la frontera con Perú y Bolivia (Lanino, 1976), así como en la zona central al sur de Santiago, a nivel del mar en Concepción y en la Araucanía, donde la población mapuche le denomina quinhua o kinwa (Junge, 1978).
MACRO ZONAS DE PRODUCCIÓN DE QUÍNOA EN CHILE
La producción de la quínoa en Chile se puede dividir en tres macro zonas productivas, las cuales se relacionan consistentemente con factores de clima y suelo, de uso de la diversidad genética presente y de sistemas de producción agrícolas propios de cada zona (Fuentes et al., 2012).
En la macro zona norte la quínoa es producida en las regiones de Tarapacá, Antofagasta y Atacama. Los genotipos del ecotipo de salares son tradicionalmente cultivados por comunidades indígenas del altiplano chileno, en suelos salinos, altitud variable entre 3.000 – 4.000 metros sobre el nivel del mar y pluviometría fluctuante entre 100 – 200 mm/año entre los meses de diciembre a febrero (Fuentes et al. 2012).
Por su parte, en la macro zona centro y sur de Chile (regiones políticas de Coquimbo al Maule y desde el Biobío a Los Lagos, respectivamente), se cultiva la quínoa correspondiente al ecotipo de la costa. Su cultivo se caracteriza por desarrollarse a altitudes variables entre los cero a los 800 metros sobre el nivel del mar, bajo condiciones de secano (Madrid et al., 2018). Una notable diferencia existente en su cultivo, respecto de la condición de secano de la quínoa de salares en el norte de Chile, es que la época de lluvias en la zona centro y sur del país se concentra durante el período invernal. De acuerdo a la zona geográfica comprendida entre la región del Libertador Bernardo O’Higgins y la región de Los Ríos y de Los Lagos, se contabilizan de 500 a 1.900 milímetros por año (Fuentes et al., 2017).
La diferencia más relevante entre la quínoa altiplánica (ecotipo de salares) y la kinwa o dawe en lengua mapuche (ecotipo de la costa), es que esta última se produce en zonas con mayores precipitaciones y menores alturas sobre el nivel del mar. Esto genera varias diferencias con respecto a la quínoa de la macro zona norte, principalmente relacionadas a su adaptación medioambiental como cultivo en condiciones de secano, tipo de grano (color, tamaño), productividad superior y fotoperíodo (Figura 1.2). Estas diferencias también se vinculan