Forming Intentional Disciples. Sherry A. Weddell

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Forming Intentional Disciples - Sherry A. Weddell

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acerca del cristianismo), me sentí como Dorothy en El Mago de Oz: “¡Toto, tengo la impresión de que ya no estamos en Kansas!”.

      ¿Qué tan extraño es esto? Tal y como decía el Cardenal Avery Dulles:

      Cuando se les preguntó a varias parroquias si una de sus prioridades era difundir la fe, el 75% de las congregaciones protestantes tradicionales y el 57% de las congregaciones afroamericanas respondieron afirmativamente, mientras que solamente el 6% de las parroquias católicas hizo lo mismo. Cuando se les preguntó si fomentaban actividades evangelizadoras en sus comunidades, el 39% de las congregaciones protestantes tradicionales y el 16% de las congregaciones afroamericanas respondieron afirmativamente, en comparación con un 3% de las parroquias católicas.2

      El Padre Maduri y Nancy se enfrentan a un nuevo tipo de misión y de ministerio pastoral en Brooklyn. Su situación se repite en las parroquias y diócesis de todo el mundo occidental; razón por la cual el Papa Benedicto convocó un Sínodo para la Nueva Evangelización en Roma en el año 2012.

      La transmisión de la fe: Los Lineamenta

      Los Lineamenta, es decir, el conjunto de lineamientos para el debate publicados como preparación para el sínodo, no es una compilación de abstracciones elevadas. Más bien, se trata de los lineamientos derivados de una seria meditación sobre dónde nos encontramos actualmente en el occidente post-cristiano en materia de nuestra habilidad para transmitir a las futuras generaciones una fe católica viva y personal. En los Lineamenta se repiten ciertas palabras como: discípulo, personal, encuentro, cambio, misionero, experiencia, transmitir, proclamar, Jesús, vivo y Evangelio. Sin embargo, la frase identidad católica se omite por completo.

      El énfasis en transmitir es crucial, ya que la transmisión de la fe es un concepto orgánico, integral y personal que va más allá de la instrucción de hechos o doctrinas. Queda claro que este enfoque holístico está en las mentes de las personas que escribieron los Lineamenta:

      Transmitir la fe significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que este encuentro entre los hombres y Jesucristo se realice. La fe como encuentro con la persona de Cristo asume la forma de la relación con Él, de la memoria de Él (en la Eucaristía) y de la formación en nosotros de la mentalidad de Cristo, en la gracia del Espíritu. Como ha afirmado el Papa Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva…”

      El resultado esperado de este encuentro consiste en inserir a los hombres en la relación del Hijo con su Padre para sentir la fuerza del Espíritu. La finalidad de la transmisión de la fe, el objetivo de la evangelización, es llevar por Cristo “al Padre en un mismo Espíritu” (Efesios 2, 18).3

      La discusión comienza por reconocer que la transmisión de la fe católica no consiste en transmitir una identidad religiosa que nos ha sido heredada. La identidad católica genuina fluye desde la experiencia del discipulado. Como se menciona en los Lineamenta:

      No se puede transmitir aquello en lo cual no se cree y no se vive… No se puede transmitir el Evangelio sin saber lo que significa “estar” con Jesús, vivir en el Espíritu de Jesús la experiencia del Padre; así también, paralelamente, la experiencia de “estar” con Jesús impulsa al anuncio, a la proclamación, al compartir lo que se ha vivido, habiéndolo experimentado como bueno, positivo y bello.4

      Si no existe una relación viva con Cristo y, por tanto, con su Padre y con el Espíritu Santo, no hemos “transmitido” la fe de manera exitosa. La fe no se transmite a menos que la Persona y la relación que se encuentra en el núcleo de la fe hayan sido transmitidas. Y no podemos transmitir exitosamente la relación que se encuentra en el núcleo de la fe a menos que nosotros mismos participemos conscientemente en dicha relación.

       Tres itinerarios espirituales

      El catolicismo normativo implica tres itinerarios espirituales simultáneos que, en la práctica, con frecuencia se consideran por separado:

      1. El itinerario interior personal de una relación viva con Cristo que resulta en un discipulado intencional.

      2. El itinerario eclesial hacia la Iglesia mediante la recepción de los sacramentos de iniciación.

      3. El itinerario de la práctica activa (que se pone de manifiesto al recibir los sacramentos, asistir a Misa y participar en la vida y misión de la comunidad cristiana).

      El Padre Mike Fones y yo experimentamos la separación de estos tres itinerarios en una conversación que tuvimos en una ocasión con algunos seminaristas. Hablábamos sobre la experiencia de un joven amigo católico que acababa de tener una drástica conversión. Cuando utilicé el término “discípulo intencional” para describir a nuestro amigo, un seminarista respondió: “Quieres decir que él aceptó su identidad católica”.

      Idealmente, el discipulado y la identidad católica siempre deberían ser la misma cosa. Cada católico debería de realizar los tres itinerarios — ser un discípulo consciente de Jesucristo, un católico plenamente iniciado y un miembro activo de su parroquia — de manera integral. Pero con frecuencia se utiliza el término “identidad católica” simplemente para describir a una persona que se considera a sí misma católica y que asiste a Misa con cierta regularidad. Según este punto de vista, no es necesario cuestionar la naturaleza de la relación viva que la persona tiene con Dios. En resumen, muchos católicos piensan que no es necesario considerar el primer itinerario siempre y cuando el segundo y el tercero formen parte de la vida de la persona.

      El Padre Damien Ference, miembro de la facultad de formación del Seminario Borromeo en Wickliffe, Ohio, describe acertadamente el problema con este punto de vista:

      Con frecuencia, los líderes de la Iglesia suponen que todos los feligreses que van a Misa los domingos, todos los niños y jóvenes que asisten a escuelas católicas y a programas de doctrina del catecismo, todos los muchachos en nuestros grupos juveniles, todos los hombres en nuestros grupos de varones, todas las mujeres en nuestras asociaciones para mujeres y todos los miembros de los equipos que preparan a nuevos católicos mediante el Rito de Iniciación Cristiana (RICA) ya son discípulos. Muchos todavía no lo son. (Lo mismo puede decirse del personal y del magisterio de las instituciones católicas). Nuestra gente puede participar de manera activa en los programas de sus parroquias, escuelas e instituciones, pero desafortunadamente, esa participación no equivale a un discipulado.5

      La premisa común es que el discipulado personal es un tipo de enriquecimiento espiritual opcional, reservado para las personas excepcionalmente piadosas o que han recibido talentos espirituales especiales. Esto tiene sentido si recordamos la realidad que describimos en el capítulo anterior. El discipulado personal inevitablemente se considerará como un accesorio opcional en una comunidad católica en la que menos de la mitad de sus miembros tienen la convicción de que ellos tienen la posibilidad de tener una relación personal con Dios y en la que un 30% de ellos no creen en un Dios personal”.6

       La cultura de “no preguntes, no digas”

      Mientras que escuchábamos las experiencias de miles de católicos, comenzamos a darnos cuenta de que muchos, si no es que la mayoría de los católicos, no saben lo que es una cristiandad “normal”. Yo considero que una de las razones es debido al silencio selectivo que impregna a muchas parroquias en lo referente al llamado al discipulado. Los católicos han llegado a considerar como normal y hasta muy católico no hablar sobre el primer itinerario

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