E-Pack Bianca 2 septiembre 2020. Varias Autoras

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Apollo la besara porque su cuerpo reconocía el hecho de estar cerca de él como algo familiar. Y puesto que todo lo que había a su alrededor le resultaba desconocido, se inclinaba por ello. ¿Una respuesta natural del cuerpo?

      «Y excitante», susurró una vocecita.

      Aquella idea no le ofrecía mucho alivio. Solo era una mala justificación para lo que acababa de suceder.

      Y teniendo en cuenta que aquel hombre rechazaba su presencia y le había dicho claramente que no confiaba en ella, ¿qué clase de masoquista era?

      A la mañana siguiente, cuando Sasha bajó a desayunar se sentía agotada. Se había despertado al amanecer, sudando y enrollada en las sábanas. Insatisfecha. Sus sueños habían sido sensuales. Llenos de imágenes que le recordaban a la realidad…

      Al entrar en la terraza donde había desayunado sola toda la semana, se sorprendió al ver a Apollo. Pensó que no había oído su coche por la mañana y, entonces, se dio cuenta de que era sábado y de que no habría ido a trabajar.

      Él la miró y se puso en pie.

      Sasha evitó su mirada y notó que su cuerpo reaccionaba con el mismo deseo que la noche anterior. Por un lado, no le gustaba su presencia, pero era ridículo porque estaba en su casa.

      «Nuestra casa».

      Aunque no le pareciera suya…

      –Buenos días.

      –Kalimera.

      Sasha se sentó y Rhea apareció para servirle una taza de café.

      Sasha sonrió y le dijo:

      –Efharisto.

      Rhea asintió y sonrió. Cuando se marchó, Apollo dijo:

      –¿Has aprendido griego?

      Sasha se sirvió un bollo de hojaldre. Cualquier cosa para evitar mirarlo y recordar la noche anterior, cuando le había pedido que la besara.

      –Solo algunas palabras. Kara me ayuda.

      –Antes no parecías dispuesta a aprender.

      Sasha se quedó paralizada. Lo miró y preguntó:

      –¿Podemos dejar claro que, quizá, ahora las cosas son diferentes? No paras de decirme lo que hacía, o cómo era, y yo no recuerdo nada. ¿Podemos simplemente continuar a partir de aquí?

      Él la miró durante un largo instante. Tan largo que ella se sonrojó. Finalmente, él inclinó la cabeza y dijo:

      –Muy bien. Tiene sentido.

      Sasha suspiró.

      –¿Cómo te sientes físicamente?

      Ella bebió un sorbo de café.

      –Físicamente estoy bien… Mucho mejor –hizo una mueca–. Mentalmente… Ya no siento esa confusión, pero mi pasado está en blanco.

      «Y por cómo me haces sentir parece que esté conectada a una fuerza eléctrica».

      Cerró la boca por si se le escapaban las palabras.

      –He llamado al médico para que venga a verte esta mañana.

      Sasha sintió un nudo en la garganta. ¿Intentaba librarse de ella? ¿Qué pasaría cuando se hubiera recuperado? ¿Por qué se sentía mal al pensar en eso cuando era evidente que él rechazaba su presencia? De forma impulsiva, preguntó:

      –¿Alguna vez nos fue bien? Entre nosotros…

      Apollo contestó. Su expresión era indescifrable.

      –Brevemente.

      La idea de que él la hubiera deseado igual que ella lo había deseado la noche anterior era demasiado abrumadora.

      –Entonces… ¿por qué…?

      –¿Por qué no funcionó? –preguntó él.

      Sasha asintió. Justo en ese momento apareció Rhea y Sasha se sintió molesta por la interrupción.

      Rhea dijo:

      –La doctora ha venido para ver a kyria Vasilis.

      Apollo miró a Rhea y sonrió. Era una sonrisa de verdad. La primera que Sasha veía en su rostro. Ella sintió que se le aceleraba el corazón. Aquella sonrisa había provocado que su atractivo pasara a ser devastador.

      Entonces, Apollo la miró y dejó de sonreír. Sasha se estremeció. La odiaba de verdad. Por algo que había hecho. Momentos antes había estado dispuesta a escucharlo, pero se alegraba de la interrupción.

      –Físicamente ha tenido una notable mejoría, señora Vasilis. Y, emocionalmente, ¿cómo va?

      Sasha se recolocó la blusa dentro del pantalón. La doctora la había reconocido en su dormitorio. Era la misma mujer amable que la había atendido en el hospital después del accidente.

      Ella se sentó junto al escritorio y dijo:

      –Estoy… Supongo que estoy bien. Acostumbrándome a mi vida.

      «Y al marido que no quiere tenerme aquí».

      La doctora asintió.

      –Supongo que necesitará un tiempo de adaptación. ¿Y ha recuperado algo de memoria?

      Sasha negó con la cabeza.

      –No. Tengo un vacío. Aunque anoche tuve un sueño –dijo, y se sonrojó.

      –Continúe, cariño.

      Avergonzada, Sasha dijo:

      –Es que… Más que un sueño parecen recuerdos sobre mi marido… Conmigo.

      La doctora asintió.

      –Es posible. Le recomiendo que deje un cuaderno junto a la cama y escriba sus sueños. A lo mejor eso la ayuda. Aunque no se presione demasiado. El funcionamiento de la mente es un misterio.

      La doctora se puso en pie y Sasha también.

      –Hay algo más.

      –¿Sí? –preguntó la doctora mientras guardaba sus cosas.

      –Mi esposo me dice que me comporto de manera diferente a la de antes. ¿Eso es normal?

      –Se sabe que algunos traumatismos pueden provocar cambios de personalidad, pero en sus pruebas no se ve ningún dato que pueda asegurarlo. Se dio un golpe muy fuerte en la cabeza. Necesitará tiempo para readaptarse a la vida, señora Vasilis. No se preocupe, y llámeme en cuanto tenga novedades relacionadas con su memoria.

      Era media mañana cuando Sasha se despidió de la doctora. Kara estaba colocando un jarrón con flores frescas sobre la mesa del

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