Cómo provocar un incendio y por qué. Jesse Ball

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Cómo provocar un incendio y por qué - Jesse  Ball

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que yo. Su teoría es que las dos somos igual de buenas, pero eso se contradice con el hecho de que ella suele ganar más seguido. O quizás realmente sea la demostración de algún patrón estadístico según el cual ella tiene más suerte en la fase inicial. Lo cierto es que, cuando ella es la ganadora y está cansada, a veces se niega a jugar porque no quiere perder la corona. La conversación que tuvimos esa noche fue más o menos así:

      LUCIA: Juguemos al cribbage.

      TÍA LUCY: Prometiste contarme cómo te fue en la escuela.

      LUCIA: Cribbage. Criiiiibbage. [Baja la mirada].

      TÍA LUCY: Ah, tengo algo para ti.

      Me dio un cuaderno forrado en fieltro negro. Mi cuaderno anterior era un cuaderno común de tapas de cartón. No hay dudas de que el suyo es mejor. Lo tomé y lo miré a la luz de la lámpara. Me gustó en el acto. Es realmente muy lindo. Debe ser lo más lindo que tengo, en cuanto al valor que podrían darle los demás.

      Entonces se me ocurrió una idea muy buena. Decidí usar el cuaderno para anotar mis predicciones. Lo llamaré

      EL LIBRO DE CÓMO VAN A SUCEDER LAS COSAS

      No lo sé, quizás a ustedes no les guste tanto la idea. Yo confío bastante en mis predicciones, y me pareció que la suma total de mi felicidad se vería incrementada por tener un libro así. No es que lo necesite para demostrarle a nadie que tenía razón. Como no hablo sobre mis predicciones, no hay nada que demostrar.

      ++

      Abrí el cuaderno y escribí en la primera página:

EL LIBRO DE CÓMO VAN A SUCEDER LAS COSAS

      PREDICCIÓN

      Leslie es una chica que se sienta en el aula a tres bancos del mío. Tiene un flequillo increíble pero una cara perturbadora de muñeca de porcelana y no usa casi nada de ropa. Se la pasa hablando con Pierre, el chico del banco de al lado. En el transcurso de la semana, Leslie sufrirá un accidente automovilístico que la dejará completamente desfigurada y Pierre no volverá a dirigirle la palabra. Ella agotará cada recurso mental hasta convertirse en una física premiada. Para entonces, la medicina habrá avanzado y podrán reconstruirle la cara. Entre tanto, Pierre se habrá vuelto un alcohólico sin techo y un día, al pasar frente a un negocio, verá a Leslie en un programa de entrevistas en uno de los televisores de la vidriera. Gracias a la medicina, la cara de ella será idéntica a la que tenía en el momento del accidente, es decir que, a pesar de que tiene ya treinta y ocho años, su cara parece de dieciséis y es muy, muy atractiva, lo cual hará que el corazón de Pierre le salte del pecho, literalmente, y quede boqueando en el suelo como una trucha. La gente que pase caminando por esa calle se cuidará de esquivar su cuerpo tirado boca abajo. Mientras tanto, ella todavía lo ama en secreto y cuando, en una noche de juerga alcoholizada con amigos, descubre el cadáver de él en la morgue de la zona, no puede soportar el dolor. Se abalanza hacia la calle ¡y la vuelve a atropellar un auto! Pero Pierre no estaba muerto, solo dormido. Sale tambaleando de la morgue y encuentra el cuerpo mutilado de Leslie, que ha sido arrollado por unos nueve o diez autos. No la reconoce, pero hay algo que sí ve: milagrosamente, la petaca de whisky que ella estaba tomando resultó ilesa, sujeta como la tenía a la cintura de la falda. Él se arrodilla para quitarle el whisky y lo invade una fabulosa sensación de bienestar.

      ¡Mentira! Así no son las predicciones.

      Las predicciones son más bien así:

      Mañana iré al Hogar a visitar a mi mamá. Me pondré un impermeable y tomaré el autobús de la línea 12 que irá derecho por la avenida Ranstall hasta Bergen, donde haré el trasbordo a la línea 8. Durante el trayecto en autobús leeré una antología de cuentos sobre insectos. Uno de ellos es «La metamorfosis», así que, como pueden ver, el libro es más entretenido de lo que parece ya que los editores se permitieron un enfoque amplio. Mientras esté leyendo el libro, un ejemplar de la editorial Ace que según dice costaba 45 centavos en alguna época, alguien querrá hablar conmigo. Yo refunfuñaré y señalaré que estoy leyendo un libro. Cuando llegue a Stillwell me bajaré del autobús. No se bajará nadie más, porque para entonces no quedará ningún otro pasajero. Caminaré unos ochocientos metros hasta la entrada, y una distancia similar desde allí hasta el edificio principal. En el edificio principal me darán un pase para visitas y me acompañarán hasta la habitación de mi mamá. No estará en su habitación. Entonces me acompañarán hasta el estanque. Ella estará sentada en una mecedora junto al estanque. Tendrá puesta una bata de hospital y el pelo atado en una cola de caballo (mamá nunca se ataba el pelo así). Me acercaré y le hablaré. Una vez más será incapaz de reconocerme. Me sentaré con ella un rato hasta que se haga evidente que aquello no le hace bien a nadie. Entonces regresaré y devolveré el pase. Caminaré de regreso a la entrada. Caminaré hasta la parada del autobús. Tomaré el autobús de la línea 8. Viajaré en la línea 8 y pasaré por Ranstall, por Wickham y por Arbor hasta Twelfth. Allí me bajaré. Entraré en la pista de bowling, Four Quarter Lanes, y me sentaré en la barra y mi amiga Helen me servirá un trago. Es mi niñera de la infancia. Tiene cuarenta y cinco años y está escribiendo un libro sobre autohipnosis. Siempre voy a verla después de visitar a mi mamá.

      LO QUE SUCEDIÓ

      Me desperté tarde y cuando llegué a la escuela para la tercera hora no tenía ninguna excusa, así que me sancionaron. En realidad, para ser totalmente franca, me pusieron la sanción por preguntarle al profesor Beekman por qué le molestaba tanto mi demora. Dijo que era mi deber estar en la escuela. Yo dije: pero por qué le molesta a usted que yo no esté en la escuela. Él dijo que porque tengo que educarme. Yo le dije que todo era una farsa. ¿A él le parecía que la población de Estados Unidos tenía una buena educación? ¿Era ese su argumento? ¿Que estaba contribuyendo a educar al pueblo de una democracia, y que quería que yo estuviera presente desde el principio de la primera hora para que dentro de unos años pudiera votar como corresponde mientras a él lo paseaban en silla de ruedas por todo el geriátrico? En ese momento me puso la sanción y me obligó a sentarme.

      El episodio hizo que Stephan tuviera ganas de pasarme una nota, supongo, porque fue lo que ocurrió. La nota decía: cuál democracia, jaja. La chica que me dio el papel, Stephanie (sí, Stephanie me pasó una nota de Stephan; ¿qué decir?, la gente debería dejar de ponerles nombres de mierda a sus hijos, no es asunto mío), como decía, Stephanie trató de leer la nota, pero la letra era muy apretada y no pudo.

      El asunto –y por qué todo esto se conecta con la predicción (I)– es que debía quedarme en la escuela después de hora a cumplir con la sanción, que comenzaría precisamente a las tres. La pregunta era: ¿me quedaría? No estaba segura de qué pasaría si no me quedaba. Quizás me pondrían otra sanción. En ese caso, quedarme o no quedarme sería solo una forma de programar cuándo cumplir con la sanción. Lo más probable sería que me pusieran dos. Dos sanciones por cada sanción no cumplida. Apuesto a que es así.

      Al final no me quedé. A las tres en punto tomé el autobús, el de la línea 12, y después el de la línea 8. Llevaba puesto mi impermeable; siempre me lo pongo cuando voy a visitar a mi mamá, porque una vez vi una película sueca, Sven, el canalla, sobre un viejo que se interna en un asilo mental, o lo internan, y la persona que lo va a visitar (su hermano) tiene puesto un impermeable. Entonces el tipo (el hermano de Sven, que es muy bueno, al parecer todos se quieren mucho en Suecia) le da el impermeable a Sven, y Sven sale del asilo con el impermeable puesto y su hermano se queda en el asilo, y una vez que Sven se escapa el hermano anuncia que él no es Sven y tienen que dejarlo ir. En la película se la pasan cantando, pero no es un musical. A Sven le gusta cantar unas cancioncitas de mierda cada vez que hace alguna cosa inteligente.

      Entonces se me ocurrió: quizás me pongo

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