Cómo provocar un incendio y por qué. Jesse Ball

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Cómo provocar un incendio y por qué - Jesse  Ball

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no me gusta la idea de que se la pase sentada junto al estanque.

      Así que leí mi libro sobre insectos, y esta vez se trató de un cuento sobre un científico que modifica su ADN para que le crezca un ojo de mosca gigante en la frente. Como no puede dormir porque el ojo no se cierra nunca, termina enloqueciendo. Un cuento muy malo, en mi opinión. Caminé hasta el edificio y me dio el pase una chica que parecía de mi edad. La habitación de mi mamá no era la que me esperaba. La habían trasladado, pero ella no estaba allí.

      Fuimos al estanque y allí estaba, con el pelo atado. El enfermero que me acompañó, un chico más bien delgado y musculoso de veintitantos, me preguntó por el libro así que se lo regalé. De vez en cuando me gusta hacer ese tipo de cosas.

      Me senté con mi mamá y ella balbuceó un poco. Pensé en lo fácil que sería creer que su balbuceo tiene algún sentido, pero en realidad es como las hojas de los árboles o la grava o las capas de piel. Quiero decir: no tiene sentido, tampoco carece de sentido. Las cosas no guardan una relación directa con nuestra vida, por mucho que lo queramos.

      El enfermero volvió con un puré de manzana. Creo que su idea era que yo se lo diera a mamá. Fue un lindo gesto, y probablemente sea lo máximo que pueda hacer desde su lugar de enfermero, regalar un puré de manzana, pero no quise saber nada. Se dio cuenta y no me lo ofreció. Quién sabe, tal vez simplemente quería comérselo y olvidó que yo estaba en el estanque. Mi mamá no iba a delatarlo. De eso no hay dudas. Puede ocurrir prácticamente cualquier cosa delante de sus narices sin que ella se entere.

      Así que volví caminando a la entrada y fui en el autobús hasta el otro autobús hasta la pista de bowling. Estaba equivocada, por cierto, cuando dije que alguien iba a hablarme. Nadie me habló en el trayecto de ida ni nadie me habló en el trayecto de vuelta. En 4QL Helen me sirvió un Manhattan y me emborraché al instante. Me desplomé cómodamente sobre el respaldo curvo de una silla de plástico y durante casi dos horas me quedé mirando a los jugadores de bowling hasta que Helen terminó su turno y me llevó a mi casa.

      PREDICCIÓN

      Mientras estaba borracha en la pista de bowling hice una predicción. No fue una gran predicción. Fue esto: cuando llegara a casa, mi tía me diría que la habían llamado de la escuela porque no me quedé a cumplir con la sanción y yo le contaría que había ido al Hogar y entonces ella se daría cuenta de que estaba borracha y le agradecería a Helen por haberme llevado. Lo que ella no haría es: gritarme por no cumplir con la sanción, gritarme por estar borracha, gritarle a Helen por servirme alcohol.

      Mi tía tiene algunas reglas en la casa. Son bastante parecidas a las reglas que tenía mi papá cuando vivíamos todos juntos. La primera regla es: No hagas cosas de las que no te sientas orgullosa. No las hagas y punto. Si a causa de esto te metes en problemas, todos juntos los afrontaremos en grupo. Pero no hay motivo para hacer cosas que no te enorgullezcan. Bien, esa es la regla número uno. La regla número dos es: No creas en estupideces y no actúes como un robot. Es mucho mejor meterse en problemas que ser un robot, porque los efectos de ser un robot son difíciles de revertir.

      Estas reglas no se enuncian nunca, no hay un reglamento impreso. Sencillamente, así son las cosas. Mientras las respete, mi tía me apoyará, no tengo dudas. Ella no se siente defraudada. Estoy segura de que piensa que voy por buen camino. Yo también lo pienso, pero debemos ser las únicas. Hasta Helen me mira con un poco de tristeza cuando me ve llegar. Debe pensar que terminaré convirtiéndome en prostituta. Pero sabe que todavía no lo soy: ¡nunca tengo un centavo para pagar los tragos que me sirve!

      Otra regla es: No prestes atención a la propiedad privada, pero sé consciente del valor que tienen las cosas para las personas. Esta es un poco más delicada. O sea: es obvio que nadie es dueño de nada. De modo que el robo no existe. A mi tía no le molesta que robe del supermercado, por ejemplo. Quizás se enoje si cometo la estupidez de que me descubran, pero eso es solo porque espera de mí que sea inteligente. A veces puedo ser inteligente. En fin. Decía que no existe el robo porque nadie es dueño de nada, así que robar no es robar, es más bien tomar algo que una puede usar. Sin embargo, si una persona deposita su vida en alguna cosa, quizás no habría que quitársela. Lo llaman sabi en japonés: es cuando un objeto muestra señales del uso de una mano. Si un tipo tiene una guitarra olvidada en un rincón de la casa y no la usa nunca, a mi tía no le molestaría que un día yo me apareciera con esa guitarra, si pensara tocarla. Si no, llevarme la guitarra sería una pendejada de mi parte o, en el mejor de los casos, un acto neutral y algo codicioso. Ahora bien, si un tipo tiene una guitarra y la toca todo el tiempo y es posible ver que sus manos han transformado la guitarra, que la guitarra es realmente suya, entonces no está bien que yo se la quite. Si de verdad necesitara una guitarra, tal vez él me la daría. Eso podría ocurrir, pero dependería de él.

      También hay una regla sobre ser una persona considerada, que básicamente significa asegurarse de tener empatía. Eso se aplica a cosas tales como limpiar mi propio desorden, algo que no siempre hago. Aquí es donde me meto en problemas. Pero meterme en problemas nunca es tan grave. Solo consigo que mi tía me mire con un poco de bronca.

      LO QUE SUCEDIÓ

      Llegamos y no habían llamado de la escuela, así que mi tía no dijo nada al respecto. Sí se dio cuenta de que estaba borracha, porque puso a calentar la tetera, que es lo que hace cuando me emborracho. De lo contrario me pregunta si quiero un té antes de calentar la tetera.

      Por otra parte, sí le preguntó a Helen si quería quedarse a tomar el té y le agradeció por haberme llevado. Helen rechazó la invitación y se fue. Creo que su libro sobre la hipnosis va a ser pésimo. Tiene unos veinte libros sobre hipnosis en su casa. Lo sé porque he estado allí. Su «libro» consiste principalmente en partes que le gustan de otros libros y que copió para crear un libro nuevo. No hay nada de malo en eso, pero no es un verdadero logro. Supongo que lo sería si el resultado fuera radicalmente superior. Si su libro volviera inútiles todos los demás libros, se trataría de una hazaña de concisión, y supongo que eso tendría valor. Pero es un libro sobre hipnosis, en la cual por otra parte no creo.

      Una vez llevaron a un hipnotizador a Parkson, la escuela anterior, y unos chicos se subieron al escenario y él hizo que se comportaran como animales de granja y que se contorsionaran en posturas extrañas. El profesor de matemática se paró de cabeza, algo que supuestamente no sabía hacer. No sé si eso es prueba de algo. El episodio me dejó un poco asqueada.

      PREDICCIÓN

      Pensé en el chico del Hogar mientras estaba recostada en el sillón, borracha y con el té que me había servido mi tía. No podía tomarlo de lo mucho que quemaba, pero lo sostenía entre las manos como una especie de bolsa de agua caliente. Tenemos una de esas bolsas, mi tía y yo, y la usamos en invierno. De hecho, creo que mi tía la usa todo el año, lo cual no tiene sentido. La parte de arriba de la ventana que está junto al sillón está rajada y enmendada con cinta, y se cuela una corriente que hace sacudir el vidrio. Me gusta escucharlo cuando me siento en el sillón.

      Fue un gran gesto de su parte que me trajera el puré de manzana. Creo que es la primera atención que recibo en mucho tiempo. Tenía puesto ese uniforme horrible que usan los empleados del Hogar, pero no le quedaba mal. Digo, le quedaba bien. Seguro es un crédulo total. La mayor parte de la gente no es capaz de procesar tanta mentira y termina creyéndose cualquier cosa. Cada día que pasa me prometo a mí misma que eso no va a ocurrirme a mí. Debe rondar los treinta años. No lo sé.

      En ese momento escribí una predicción, antes de irme a dormir, y fue esta:

      Mañana me enteraré de algo más sobre la Sociedad del Fuego.

      Es una predicción

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