E-Pack HQN Jill Shalvis 1. Jill Shalvis
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Salvo que su corazón estaba rodeado por demasiados muros protectores, así que, incluso en aquel momento tan especial, tuvo que conformarse con mostrarle lo mucho que ella satisfacía su cuerpo. Y, al ver cómo ella se aferró a él después de que todo acabara, que tal vez eso sí se lo había demostrado.
Más tarde, mucho más tarde, Kylie rodó por la cama de su dormitorio, en la oscuridad, y oyó un suave gruñido.
–Oh, lo siento –le susurró a Vinnie, y rodó hacia el otro lado. En aquella ocasión, se topó con otro ser vivo, un ser humano, y lo tocó. Sí. Era un cuerpo de persona, caliente y duro.
–Ummpf –dijo aquel cuerpo, el que la había llevado a las alturas y había vuelto a depositarla en la tierra. Recordó que Joe la había llevado a casa después de… bueno, de que los dos hubieran arrasado su despacho. No había otra palabra para describirlo. Y, después, todavía hambrientos el uno del otro, habían acabado allí, en su cama.
Joe la abrazó. Ella pensó que se iba a levantar, a ponerse la ropa y a salir por la puerta.
Pero él no lo hizo. Siguió abrazándola, metió la cara en el hueco de su hombro y suspiró de relajación.
–No pensaba que fueras a quedarte –le dijo ella.
–Cansado.
Kylie se mordió el labio, porque no quería confundir aquello con algo que no era.
–Creía que íbamos a separar la iglesia y el estado, como la última vez.
–Puedo guardármelo en los pantalones, si quieres –dijo él en voz baja y enronquecida.
–Pero es que parece que tú duermes desnudo.
A él se le escapó una carcajada. No se levantó de la cama. De hecho, no se movió. Vinnie, sin embargo, sí. Se subió encima de ellos y se dejó caer sin ceremonias sobre los dos, y se hizo un hueco en el cuello de Joe. Fue una buena elección; a ella también le encantaba aquel sitio. Estaba un poco áspero por la barba incipiente, y olía a hombre, y era cálido… Con un suspiro, cerró los ojos y se fue quedando dormida, sintiéndose segura y cálida, y con una ridícula sonrisa en los labios.
A la mañana siguiente, Kylie estaba en la ducha cuando notó un cambio de presión en el aire. Entonces, una mano mucho más grande que la suya tomó el control de su esponja. Las manos de Joe se deslizaron lenta y sabiamente por su cuerpo, le aceleraron el corazón y consiguieron que se derritiera contra él.
Él dejó la esponja y le acarició el vientre, y ella se estremeció a pesar del agua caliente. Cuando intentó girarse para ponerse frente a él, él la sujetó y continuó con aquella deliciosa tortura de sus dedos expertos, hasta que ella posó las manos en los azulejos, echó la cabeza hacia atrás y la apoyó en su hombro, y se dejó llevar. Todavía estaba estremeciéndose cuando él entró en su cuerpo y, como la noche anterior, la llevó al cielo y la devolvió a la tierra.
Kylie todavía tenía el brillo de la felicidad en la cara cuando llegó a trabajar. Gib le echó un vistazo y cerró los ojos.
–¿Qué? –le preguntó ella.
–Entonces, Joe y tú sí que sois pareja.
–No.
–¿Has decidido eso antes o después de acostarte con él?
Ella lo miró con los ojos entrecerrados.
–Tú no tienes por qué decirme eso, Gib.
–Te va a hacer daño, Kylie. No es el tipo adecuado para ti.
–Tampoco quiero hablar de eso contigo.
Él se quedó dolido.
–Mira, ya sé que la fastidié.
–¿Y qué quieres decir con eso?
–Que tenía que haberte tirado los tejos mucho antes.
–¿Ah, sí? ¡Vaya, no me digas!
Él hizo un mohín.
–Pero nunca llegaba el momento idóneo…
Kylie se echó a reír y él frunció el ceño.
–No sé qué es lo que te parece tan gracioso.
–Tuviste años para hacerlo, Gib.
–Éramos casi niños. Y tu abuelo hizo tanto por mí, que no podía permitir…
–Vamos, vamos. Por lo menos, sé sincero. Lo que pasa es que no te gustaba tanto. Y creo que a mí me pasaba lo mismo, o yo te habría tirado los tejos a ti –dijo ella. Suspiró y alargó el brazo para tomarle la mano, porque no quería que dejara de formar parte de su vida. Siempre había sido alguien muy importante para ella.
–No te preocupes –le dijo–. Estamos bien, y vamos a estar bien. Pero este tema está cerrado. Voy a ponerme a trabajar.
Y eso fue lo que hizo. Entró al taller y se concentró en el espejo que tenía que terminar antes del cumpleaños de Molly, que era al día siguiente, en vez de obsesionarse con el hecho de que solo le quedaba una semana para encontrar su pingüino, una semana hasta que el juego, o lo que estuvieran haciendo Joe y ella, terminara.
Capítulo 21
#TúNoPuedesEncajarLaVerdad
El resto del día pasó en una nebulosa, porque Kylie estuvo absorta en su trabajo. Gib, por un sentimiento de culpabilidad o por otra cosa, había vuelto a darle nuevos encargos, y eso la tenía ocupada en cinco proyectos diferentes. Era maravilloso y abrumador a la vez, pero, por lo menos, estaban de nuevo como antes.
A la hora de comer, tenía el cerebro apagado, así que se quitó el delantal, se sacudió el serrín lo mejor que pudo, tomó a Vinnie y salió al patio a aclararse la cabeza.
Se sentó en el banco de la fuente. Vinnie levantó la patita junto a un arbusto y, después, se acercó a olisquear el agua.
–Ten cuidado –le advirtió ella. No hacía mucho tiempo se había hecho el valiente y había saltado al agua. El problema era que, con un cuerpo tan pequeño y una cabeza tan grande, no podía nadar. Kylie había sentido pánico hasta que había conseguido rescatarlo.
Sin embargo, aunque Vinnie era listo y brillante, también tenía demasiada confianza en sí mismo, y de ahí el recordatorio.
–Nada de baños –le dijo.
Él resopló y se puso a correr en círculos durante dos minutos, hasta que se quedó sin gas y se dejó caer a los pies de Kylie, exhausto, jadeando.
Kylie movió la cabeza y miró la fuente. Tal y como le había dicho a Joe la noche anterior, el mito de la fuente estaba bien claro: