501 ejercicios de contraataque en fútbol. Santiago Vázquez Folgueira
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу 501 ejercicios de contraataque en fútbol - Santiago Vázquez Folgueira страница 6
CAPÍTULO
Concepción de la táctica defensiva u ofensiva, individual o colectiva
En la actualidad ha ido cobrando importancia que el rendimiento del jugador individual no prime sobre el rendimiento del juego colectivo, y así cualquier técnico que recoja datos del juego deberá saber cómo ha de adaptarse el individuo al equipo para que rindan ambos. Luego, deberá sopesar estos datos e integrarlos en el entrenamiento programado del sistema elegido por el equipo técnico. Solo así los resultados pueden ser satisfactorios. El contraataque no puede ser menos. Es posible desarrollar puntualmente un contraataque por un jugador, como mínimo; pero la creencia habitual es que para realizarlo con reiteración y eficacia no se requiere que participen todos los jugadores pero sí algunos, según sean sus funciones y posiciones en el sistema de juego.
Este tipo de funciones, que lleva a cabo sobre todo el jugador más cercano al balón según el sistema de juego defensivo, obliga al resto de componentes del equipo a situarse en sus posiciones para desarrollar los conceptos tácticos defensivos con el fin de recuperar el balón con precisión en el lugar que nos interese, que es la razón por la cual se ha diseñado y he entrenado el contraataque. Y una vez que el equipo tenga la posesión del balón, son los conceptos tácticos ofensivos los que se plantean, aunque existe siempre la posibilidad de intervención del rival y que sus respuestas defensivas alteren la secuencia correcta de las acciones ofensivas. Estas acciones (desmarques, apoyos, profundidad, desdoblamiento, creación de espacio, rotación o basculación), pese a estar ensayadas, deben ejecutarse en un mínimo tiempo para que se conviertan en una “contra” con éxito. Además, por supuesto, tendremos que analizar cada una de las respuestas al sistema de juego rival. Tras estas consideraciones, podremos adaptar los ejercicios o tareas de acuerdo con los objetivos establecidos en el análisis de los principios tácticos y los conceptos técnicos desplegados en el juego colectivo en el campo futbolístico; así, se deberá:
• Adaptar la técnica defensiva individual o colectiva.
• Aplicar la táctica defensiva individual o colectiva según el sistema de juego elegido frente al rival directo.
• Adoptar los principios técnico-tácticos que se emplearán como ofensivos.
• Estructurar el número de componentes que han de intervenir.
• Obtener la máxima velocidad de ejecución tras lograr la posesión del balón.
También es conveniente determinar cómo el equipo adversario percibe la acción por sorpresa y cómo actúa ante la situación de peligro y su desorganización defensiva.
Así pues, la aplicación de ejercicios analíticos debe ir encaminada a la recuperación del balón en su sentido defensivo (interceptación, entrada, carga, pantalla, etc.); después, cada uno debe adaptar la técnica individual ofensiva a colectiva (golpeo a puerta, pase en carrera, recepción o control orientado, regate, conducción mínima, pared, etc.) y en el menor tiempo posible. Procure desarrollar las opciones colectivas (juego en profundidad, desmarque de ruptura, apoyo, desplazamiento sobre el espacio libre entre el guardameta y la línea defensiva, superioridad o igualdad numérica, etc.) con trabajos en grupo para evitar la temporización y la organización defensiva del rival.
Características predominantes del contraataque
De acuerdo con la estructura de los requisitos y las previsiones de cualquier acción ofensora o contraofensiva del equipo, hay quien se basa por sistema en el contraataque como fundamento de juego del rival. Es posible establecer un orden cronológico para el desarrollo del contraataque.
Un equipo de carácter atacante, defensivo o de contragolpe lo que pretende es reducir el espacio del campo ajeno y evitar que progrese el balón, procurar que el balón esté próximo a la portería adversaria para romper su iniciativa atacante y reducir la fase de creación por la de finalización para favorecer así nuestros intereses. Y si se efectúa por intervención individual, mejor, por los riesgos que exige este proceso para su correcto desarrollo.
El trabajo de contragolpe en campo contrario tiene ciertas dificultades que se han de analizar para que, después de entrenarlas, las respuestas elegidas sean significativas para nuestras posibilidades, que deben dificultar las acciones que el adversario plantee con su juego. Por eso, es necesario tiempo y esfuerzo colectivo para llevar a cabo cualquier sistema que emplee el contraataque sobre las proximidades de la portería rival y en campo adversario. El contraataque hay que organizarlo bien. También es conveniente analizar los fallos en la estructura defensiva del adversario.
Por lo tanto, hemos de conocer cuáles son las zonas útiles para desarrollar un contraataque, es decir, los espacios que nos beneficien y nos proporcionen un alto porcentaje de posibilidades de superar al adversario que, teniendo el balón, nos lo deja en nuestro poder. Son zonas donde previsiblemente nosotros deseamos contactar con el balón con seguridad y precisión para súbitamente responder con una “contra” al ataque adversario. ¡Y si logramos desencajar su estructura, mejor!
El factor sorpresa ha de ser siempre un estímulo perceptible por el adversario al ver que pierde el balón y la iniciativa atacante, que pasa al rival. Con la evolución del contraataque, se percibe si se ha organizado con coordinación, si supera al rival y desorganiza su estructura ofensiva y defensiva, que quedan rota por el avance del adversario.
Por lo tanto, la primera sorpresa será para el poseedor que ve que no tiene una fácil salida y que sus colaboradores directos se encuentran marcados y desorganizados ante la ruptura ofensiva. Carece de tiempo para pensar y para recuperar el equilibrio de las líneas (apoyos, repliegues, coberturas, basculación, rotación o permutas) en el sistema defensivo. Su estructura de equipo hace agua.
Una vez determinada esa zona de actuación para la recuperación del balón, se ha de intervenir con precisión, descongestionando la zona con la transmisión del balón con velocidad (pase corto o largo, pared, relevo, regate con cambio de orientación, apoyos o desdoblamientos), procurando incidir en la amplitud de las diversas líneas del sistema o en el juego de profundidad, que entraña un mayor riesgo por la intervención del guardameta o de la penúltima línea defensiva del rival. Esto puede requerir una organización colectiva.
Para ello, los jugadores recuperadores del balón han de tener una gran capacidad de apreciación del juego táctico (individual y colectivo) y decidir los conceptos que prevalecen para que el balón sea jugado por las zonas débiles dejadas por el adversario. Además, deben acordar los compañeros que les apoyen con el fin de superar de forma inmediata al rival, que puede encontrarse en inferioridad, igualdad o superioridad numérica. Debe concretarse el número de intervenciones para no dejar nada al azar.
Los colaboradores directos del poseedor del balón han de combinar estos conceptos tácticos con criterios ofensivos tanto para realizar un juego ofensivo como para desinhibirlo para el juego de contraataque. En este caso, el tiempo de traslación es exigente para todos, sobre todo para las líneas más próximas a la finalización de la acción en el área adversaria o en las proximidades. No obstante, siempre hay situaciones límites, como cuando