501 ejercicios de contraataque en fútbol. Santiago Vázquez Folgueira
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En el caso de que el balón sea jugado por la cooperación de los compañeros más próximos, el contraataque se ha de orientar para garantizar siempre el factor sorpresa, sin dar tiempo al rival a organizarse defensivamente. Por eso, los desmarques de apoyo y de ruptura, como la creación de espacio, el desdoblamiento o las permutas, han de oscilar por las zonas más débiles de las posibles variantes defensivas que plantee el adversario. Estas zonas son perceptibles, pero puede que a la mayoría les resulte complejo captarlas en pleno juego.
Puede que al adversario no le dé tiempo a que lleguen los apoyos defensivos, que no puedan conectar con la irregular cobertura defensiva, ni que la temporización ni los repliegues faciliten la amplitud defensiva, y que la profundidad defensiva se distancie en la estructura del sistema de fuego elegido o que el guardameta se sienta inseguro en la apreciación de las distancias y no perciba el sentido de la trayectoria del balón en el juego ofensivo. El tiempo marca un ritmo de juego y se siente como una fatiga. ¡No lo dude, entrene con datos!
Al mismo tiempo que se planifica el posible juego ofensivo del contraataque, también se ha de establecer un paralelismo defensivo para mantener el equilibrio de las diversas líneas del sistema de juego aplicado. Si el contraataque no finaliza en el lugar o en una zona deseada, por imprecisión propia, por infracción del reglamento (fuera de juego, falta...) o por intervención directa del rival, el equipo debe recuperar el balón de forma dinámica o reanudar el juego con el balón a su favor.
Anote qué jugadores llevan a cabo cualquier tipo de contraataque, valore sus capacidades y entrene las variables ante sistemas defensivos diversos. Procure incentivar el juego colectivo más que el individual, ya que el contraataque así lo exige. Indique los principios en que se basa la organización de cada acción combinada que se da en el juego competitivo y cuál ha sido su rendimiento, así como los aciertos y errores propios y del rival, si estos han sido a nuestro favor o bien si estamos programando adecuadamente la contra de cualquier contraataque, sistematizándolo y adquiriendo un estilo genuino de juego.
Cuanto menor sea la improvisación, es evidente que el conocimiento del juego ofensivo será más dinámico y colectivo. El fútbol, como cualquier deporte de equipo, ha de conocer y emplear el contraataque ante cualquier sistema de juego. El contraataque no ha de buscar la superioridad numérica ni menos el repliegue hacia el propio campo para, desde allí, diseñar y articular en fases completas (inicio, transición o elaboración y finalización) que todo contraataque suele tener, independientemente del tipo de contraataque aplicado (contraataque directo y contraataque apoyado).
Se ha de tener claro el concepto de marcaje colectivo sobre el poseedor del balón, cómo presionar en una zona débil del adversario o cómo jugar con pressing o dar el balón al adversario en un momento dado para hacerle creer que tiene la iniciativa y, en cambio, es el estímulo para recuperar ese “balón de engaño”, al ver que sus líneas defensivas se desequilibran hacia el ataque, para interceptarlo de inmediato y propinar una “contra” planificada y ensayada.
Hay equipos que basan su juego en el contragolpe. Pero es doloroso que un rival juegue con nuestras mismas armas, esperando o amagando falsas expectativas atacantes para que por fatiga se pierda el balón o esperando a que se presente una oportunidad para ganar. Algunos equipos juegan a la contra cuando existen marcadas diferencias entre las “habilidades técnicas” de sus componentes. La aplicación del contraataque (1-4-4-2, 1-5-3-2, 1-5-4-1 o 1-6-3-1) en estos sistemas se queda en la teoría, y aunque se programa en el entrenamiento, los resultados no convencen a nadie.
En cambio, frente a un equipo defensivo y que juega al contraataque colectivo, vemos que el conjunto busca el espacio de recuperación del balón en su propio campo. Esto nos obliga a analizar las características de los componentes de cada línea, según el sistema de juego definido (1-4-3-3, 1-3-4-3, 1-3-3-4, 1-4-4-2, 1-4-2-3-1 o 1-4-1-4-1). Es tan válida una estructura como la otra, es el resultado lo que cuenta.
Por consiguiente, hemos de saber esperar, o bajar a ocupar nuestras posiciones por medio de repliegues, frecuentando las zonas que nos propicien la recuperación del balón, ya sea individualmente, por error del adversario o colectivamente, con el fin de desarrollar correctamente la contra. Todo lo que sea recuperar el balón también suma a nuestro favor.
Por último, hay que resaltar algunas posibles diferencias al aplicar la defensa con un libre o en línea, cómo es posible desarrollar o contrarrestar el contraataque y qué se debe plantear de cara a ciertas estrategias que puedan ocasionar el fuera de juego o afrontar aquellos sistemas de gran intervención defensiva o contraofensiva, como son el juego a presión y el pressing, en los que se fundamenta una estructura extradefensiva. También hay que considerar cómo se siente un atacante que no posee el balón, un hecho que rompe la estructura conceptual de que el equipo que tiene el balón está en ataque y el que no lo tiene está a la defensiva. Es una situación que a algunos jugadores les cuesta llevar a cabo por la fatiga y el desgaste psicológico que supone correr todos sin balón para recuperarlo. En los entrenamientos suele haber una ausencia de concentración y de aplicación al juego real, por lo cual este estilo de juego se desgasta por sí solo, aunque bien aplicado suele obtener resultados. Pero ya se sabe que quien recupera el balón, ya sea individual o colectivamente, debe mostrar de inmediato la iniciativa ofensora, ya que así es un contraataque caracterizado y planteado como tal.
Organización de las fases del contraataque
El contraataque se ha planteado como cualquier acción ofensiva que se lleve a cabo con el balón controlado. En su desarrollo diferenciamos tres fases: fase de inicio, fase de tránsito (o elaboración) y fase de finalización. No obstante, en cualquier contraataque que hayamos diseñado se parte de una primera fase —fase de elaboración inicial— en la que el balón lo tiene el adversario y hemos de recuperarlo, y por eso debemos concretar cómo hacerlo.
1. Fase de inicio. Comienza con la preparación de la estructura defensiva para recuperar el balón, obligando al rival a que oriente su ataque por unas zonas que nos benefician y que están previamente establecidas. Si es así, sabemos quiénes ocupan esas zonas, cuáles son los puntos fuertes y débiles del sistema del adversario, y podemos entrenar a conciencia cómo recuperar el balón. Cuanta más eficacia desarrollemos en la competición, mejores serán los resultados, se recuperará el balón con mayor precisión y, si se comete algún error, todos lo detectarán. Si es así, querrá decir que esta fase se ha comprendido perfectamente.
Pero ¿cómo se recupera el balón? Esta es la pregunta que cada jugador debe saber responder bajo cualquier sistema de juego defensivo tanto si la recuperación del balón se hace de modo individual como de forma colectiva, previamente ensayada. ¿Y qué gestos-tipo se presentan y qué conceptos tácticos defensivos se han empleado? La respuesta a estos interrogantes garantiza la comprensión de esta primera fase de inicio del contraataque. Cuando el adversario deja de ser atacante, en ese instante, comienza la siguiente fase.
2. Fase de elaboración ofensiva individual o fase de tránsito colectiva. Al romper la iniciativa del rival, el poseedor puede jugar de inmediato el balón, y si decide finalizar, nadie puede reprochárselo. Si el ejecutor del contraataque logra su objetivo, la elaboración y la finalización ofensiva se concentra en el mismo jugador. Solo la eficacia demuestra que una decisión es mejor que otra. Si el resultado no ha sido el esperado, el jugador deberá modificar su acción para el beneficio del juego colectivo. Por lo tanto, el factor tiempo (velocidad de ejecución en la transmisión del balón) y el factor colaboración constituyen la fase de tránsito colectiva. Nos permite llegar con facilidad al área adversaria u obtener el ángulo de disparo a portería con ventaja sobre los adversarios directos y a ser posible