Egipto, la Puerta de Orión. Sixto Paz Wells

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Egipto, la Puerta de Orión - Sixto Paz Wells страница 18

Egipto, la Puerta de Orión - Sixto Paz Wells Novelas

Скачать книгу

style="font-size:15px;">      –Es curioso que me lo preguntes, Henry, porque precisamente dentro de poco iré a la tierra del Nilo para unas investigaciones.

      –¡Genial! Yo ahora me dirijo hacia Turín vía Roma y de allí iré a San Petersburgo vía Milán para reunirme con el curador del museo Hermitage y verificar una reciente adquisición que ellos estarían a punto de realizar de una carta de cerámica egipcia, un hallazgo arqueológico tan insólito y revelador como el que tú mencionas en tu libro.

      –¡Qué interesante, Henry! Pero no me irás a decir que has sido tú el intermediario de semejante adquisición.

      –Muy perspicaz, Esperanza.

      –¡Espero que no me subestimes a pesar de tus halagos!

      –No podría; estás muy bien posicionada y sabes mucho de todo.

      »Muy bien, eso me abre el panorama para decirte las cosas tal como son y sin tapujos. ¿Recuerdas que cuando se produjo la Primavera árabe en Egipto no solo fue derrocado el presidente Hosni Mubarak, sino que muchos de sus allegados que estaban en los puestos más importantes del Gobierno y que se habían perennizado en ellos, tuvieron que huir, y entre ellos la suprema autoridad de Consejo de Antigüedades? Pues en medio de ese caos el Museo egipcio fue parcialmente saqueado, aunque muchas de sus piezas fueron recuperadas con posterioridad.

      –Cierto, Henry; por eso estaba revisando mis notas. La Primavera árabe empezó en Túnez en diciembre del 2010 y de ahí corrió como un reguero de pólvora entre los países árabes clamando por la democracia y el respeto a los derechos sociales. En Egipto se llamó la «Revolución de los Jóvenes», por cuanto fue concertada por Internet a través de las redes sociales. También fue llamada la «Revolución Blanca» y comenzó, si no recuerdo mal, el 25 de enero del 2011 y se prolongó durante dieciocho días, consiguiendo que el 11 de febrero de ese mismo año el presidente Hosni Mubarak renunciara después de treinta años de dictadura, convenientemente soterrada y avalada por los países occidentales.

      »En cuanto a lo del Museo Egipcio de la Plaza del Tahrir, se ha dicho que fueron unos criminales los que se subieron a los tejados de la sala 36 por una escalera de incendios, y que después bajaron por cuerdas por los tragaluces y ventanas superiores; incluso se encontró accidentado a un ladrón, que cayó de bruces sobre la vitrina de un sarcófago, y que fue capturado después.

      –Pero, ¿qué dirías, Esperanza si te contara que si bien hubo un caos de vitrinas rotas y esculturas de madera doradas quebradas todo hace pensar que las piezas que fueron robadas podrían haber sido previamente seleccionadas? Así que, además de los ladrones, hubo otros con llave en mano y posiblemente vinculados a miembros del staff del museo, que iban por encargo buscando objetos señalados.

      –¡¿Un robo por catálogo y bajo pedido?!

      –¡Eso parece!

      »Desaparecieron cincuenta y cuatro objetos, entre ellos dos esculturas de Tutankhamón, y posteriormente la Policía y el Ejército tendieron un cerco, pudiendo recuperar una veintena de los mismos.

      »Pero hasta esto podría ser una cortina de humo, porque otros museos también fueron saqueados y de forma más agresiva, como el Museo de Malawi en la provincia de Minya, donde había objetos asociados a Akhenatón y su herejía. De allí desaparecieron 1.049 objetos de los 1.089 que se exponían, y los que no pudieron llevarse los destrozaron e incendiaron a propósito. De todos ellos, según las autoridades, 656 han sido recuperados.

      –¡Terrible, Henry!

      –Pues del almacén y de la sección de cartas de Amarna desapareció una importante tablilla de arcilla en acadio, que, como sabrás, era el idioma diplomático de los pueblos de Medio Oriente en el Imperio Nuevo, junto con unos de los curadores asignados a esa sección. Esta tablilla o carta estaba grabada en cuneiforme y contenía una serie de revelaciones del propio faraón Akhenatón, pero se desconocía su existencia pues se encontraba almacenada desde hacía muchos años y, como muchas otras cosas, se hallaba apartada esperando catalogación. Esto hacía que oficialmente se ignorara su existencia en los catálogos y por ello no era conocida.

      »He coordinado con esa persona para reunirnos en el Museo Egipcio de Turín, para que verifiquemos su autenticidad y antigüedad, y de allí, y una vez que la negociación se haya concretado, se proceda a llevarla al Hermitage de San Petersburgo, que son quienes están interesados en adquirirla.

      –¿Y por qué me dices todo esto? ¿Por qué me podría interesar a mí una operación encubierta de tráfico de antigüedades?

      –¡Por su contenido, Esperanza! Su contenido es revelador… Te doy una pista: es tan importante como el papiro que se encuentra en Turín, el Canon Real de la época ramésida. Si vas a ir a Egipto, seguro que algo de todo esto te debe estar llevando hasta allí.

      –¡Ahora el perspicaz eres tú, Henry!

      –Siento que en este momento internamente debes estar percibiendo confirmación de algo. ¿Estoy en lo correcto?

      –¿No irás a decirme que es un texto asociado con las genealogías egipcias y que enriquece lo poco que sabemos del texto Aegyptiaca (Historia de Egipto) del sacerdote Manetón de la época ptolemaica, que estaba en Alejandría y que desapareció, y del que solo se conocen comentarios de otros autores contemporáneos o posteriores, que trata de la historia de la humanidad, las genealogías egipcias y la cronología de sus gobernantes?

      –¡Más que eso, doctora Esperanza Gracia!

      –¿Más? ¡Eso sí que es fascinante! ¿Y está completo?

      –Al parecer sí… Se trata de la descripción de un objeto sin igual mantenido en relativo secreto a través de las diversas dinastías y desde antes, al parecer desde el periodo arcaico o predinástico. Estuvo en Heliópolis y de allí fue llevado a la ciudad de Akhetatón o Ekhnaton (actual Tell el-Amarna) por el propio faraón Akhenatón o Amenofis IV. Me interesaría que vieras esa carta de arcilla cocida y me dieras tu impresión.

      –¡Lo siento, Henry, pero no sé traducir la escritura cuneiforme, y respecto al acadio, justo estoy empezando a aprender a leer las escrituras jeroglífica y hierática!

      –Tendremos a un traductor a nuestra disposición, Esperanza, pero sé que tú puedes encontrar mucha información entre líneas.

      –¿A qué clase de información te refieres?

      –A aquella que compromete todo lo que creemos y pensamos hasta ahora. La información describiría la existencia y localización de una piedra verde venida del espacio exterior con la energía de la Creación. Por eso sería importantísimo, y no creo en las casualidades y que estés aquí en este momento.

      –No conozco lo suficiente el Antiguo Egipto, pero ¿los archivos reales de los faraones no estaban en papiro y en idioma egipcio? Toda la correspondencia que se enviaba o se recibía era copiada y traducida, siendo fiel copia de lo intercambiado en acadio. El acadio era como el inglés en aquellos tiempos.

      »Siendo la burocracia egipcia tan celosa de su lengua, ¿por qué habrían puesto en acadio un texto que no fuera una conversación diplomática? ¿Para la correspondencia interna lo establecido no era que fuera en jeroglífico o hierático? ¿Sería acaso para ocultarlo de la propia burocracia de la corte?

      –Quizás ciertamente buscaron ocultar dicha información a los propios cortesanos, Esperanza.

      –Henry,

Скачать книгу