E-Pack HQN Susan Mallery 3. Susan Mallery
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Читать онлайн книгу E-Pack HQN Susan Mallery 3 - Susan Mallery страница 26
Observó a la multitud y entonces vio a Lillie. Estaba hablando con un par de niñas. Cuando lo vio, lo saludó con entusiasmo. Le dijo algo a sus amigas y salió corriendo.
—¡Hola! Estás aquí.
—Quería hablar contigo sobre mi investigación.
Echaron a caminar juntos hacia la casa.
—Últimamente, Zack ha estado distinto. Sabía que le habías dicho algo.
—Tuvimos una charla.
Ella lo miró expectante.
—No es que te esté acechando ni nada raro. Le gustas.
Dos días antes, Justice se había reunido con Ava, la orientadora del colegio, los padres de Zack, la profesora de Zack y el propio niño. Y lo que todos habían descubierto al instante era que al pequeño le gustaba Lillie. No era ningún acosador. Era solo un niño coladito por ella.
Sus padres habían sido muy comprensivos y habían prometido enseñarle que observar a su objeto de afecto no era el mejor modo de conquistarla, y Justice había accedido a compartir el encuentro con Lillie.
—No lo entiendo. ¿Y por qué no me habla?
—Le gustas.
—Pero es un chico. Los chicos son raros —arrugó la nariz—. Esto no es como en la tele, ¿verdad? ¿Lo de los besos?
—Nada de besos.
—Vale. Mamá dice que algún día miraré a los chicos de manera distinta, pero no lo creo. Gracias por ayudarme. Creo que lo que tengo que hacer es mantenerme alejada de su camino.
—Ahora se comportará mejor.
—Bien —sonrió—. ¿Vas a mandarme la factura? Nunca me han enviado una factura.
—No. Esto lo he hecho porque conozco a tu madre.
—Qué bien. Gracias.
Ya habían llegado a su casa y él se detuvo en la acera.
Lillie era una niña brillante, simpática y dulce. Una niña genial. La clase de niña que hacía que la gente que no quería tener hijos se lo pensara dos veces.
—Tengo que irme.
—Vale. Gracias, Justice.
—De nada.
Volvió por donde había llegado. Tal vez Ford tenía razón, tal vez Fool’s Gold no era la clase de lugar en la que ninguno de los dos debería instalarse. Pero marcharse... eso era algo que no podía hacer. Aún no. La atracción era demasiado poderosa y su deseo demasiado extremo. Tendría que recordar tener cuidado y asegurarse de que mantenía a salvo a las personas que le importaban.
Patience estaba sentada en el sofá con las piernas cruzadas. Sostenía una libreta y un boli y delante tenía un bote de refresco light. Necesitaba cafeína aun a riesgo de caer en una locura histérica.
—El equipamiento ya está encargado —dijo Ava sosteniendo una carpeta—. Aquí tengo todos los recibos. He creado un calendario con fechas de entrega. El fontanero y el electricista tienen que venir primero, así que necesitamos saber dónde va a ir todo.
Patience respiró hondo.
—De acuerdo. Así que tenemos que ultimar la ubicación de todo. ¿Qué opinas?
—Creo que deberías pedir otra opinión —le dijo su madre—. Pregúntale a Justice qué opina. Era militar. Está acostumbrado a colarse en sitios y salir de ellos. Debe de tener una buena idea de la distribución del espacio y de lo que puede obstaculizar el paso.
—Vaya, no había pensado en eso —aunque tampoco le importaba tener cualquier mínima oportunidad de ver a Justice—. Tienes razón. Nos dará una nueva perspectiva. Luego lo llamaré para quedar.
—Perfecto —su madre abrió la carpeta—. Entre la construcción y el equipamiento, hemos utilizado la mayor parte del presupuesto.
—Lo sé. Sabíamos que eso iba a pasar.
Un equipo decente y de calidad profesional no era barato. Después estaban todos los suministros necesarios para abrir una cafetería. Tazas, vasos, mesas, sillas, servilletas, un lavaplatos.
—Tenemos dinero para pagar empleados —dijo Patience— y nuestros fondos de reserva. Yo no voy a tener sueldo al menos durante los dos primeros meses.
—No te preocupes por las facturas. Yo me ocupo. Con la hipoteca saldada, tenemos más que suficiente, además de algo de dinero extra para invertir en el local.
Patience asintió. Nada de lo que oía era información nueva. Habían repasado su presupuesto en muchas ocasiones antes y poniéndose en distintos escenarios y situaciones. La diferencia era que esta vez iba de verdad. Estaban haciéndolo. La herencia había supuesto que no tuvieran que pedir un préstamo bancario ni preocuparse por él. ¡Eso sí que había sido un milagro!
—En todo caso, tengo un recurso —dijo con una sonrisa—. Siempre puedo volver a la peluquería.
—No tendrás que hacerlo —le dijo su madre—. Vamos a arrasar en este pueblo.
—Taza a taza —añadió Patience.
—Eso es —su madre hojeaba los documentos—. Tenemos que organizar un equipo de trabajo. El constructor instalará los armarios empotrados y luego vendrán el electricista y el fontanero, pero ¿qué pasa con la limpieza general y la pintura? Sería mucho más barato si lo hiciéramos nosotras.
—Tienes razón. ¿Cuánto serían? ¿Tres semanas desde ahora?
—La reforma empieza el lunes y tardarán una semana. A la semana siguiente recibiremos los electrodomésticos, así que serían unas tres semanas —Ava lo anotó—. Haremos una cadena de llamadas.
Una de las ventajas de vivir en un lugar como Fool’s Gold era la implicación de la comunidad. Los vecinos siempre acudían a ayudarse los unos a los otros. Si en el colegio hacía falta pintar las clases o se necesitaba remodelar escenarios para una función de Navidad, la gente aparecía para ayudar. Y aunque Patience había formado parte de muchos equipos de trabajo, nunca había sido la que había pedido la ayuda.
—¿Crees que deberíamos molestar a la gente? —preguntó a pesar de saber cuál sería la respuesta de su madre.
—Todos los que nos quieren estarán encantados de ayudar.
—Lo sé. Tienes razón.
—Al menos tienes un plan.
Repasaron el resto de los detalles. Durante los siguientes días la imprenta tendría las pruebas para su logo que iría en los rótulos, en los delantales y en las tazas. Incluso estaba pensando en vender artículos promocionales del Brew-haha.