E-Pack HQN Susan Mallery 3. Susan Mallery

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E-Pack HQN Susan Mallery 3 - Susan Mallery Pack

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la tarde a casa de una amiga.

      —Ya sabes que está resuelto el asunto de Zack, ¿verdad?

      Patience sonrió.

      —Sí. Pobre niño. Ha tenido que soportar una reunión en la que todos han estado hablando de su enamoramiento. Eso le va a dejar huella.

      —Justice ha manejado la situación extremadamente bien. Sé que no tengo nada que ver, pero, aun así, estoy orgullosa del hombre en que se ha convertido.

      Patience también estaba impresionada con él, pero no creía que estar «orgullosa» se ajustara a sus sentimientos.

      —Es un buen tipo.

      Un buen tipo que la confundía. Ojalá no le gustara tanto. Había pensado en mantenerlo alejado de Lillie para que su hija no estableciera ningún vínculo con él, sin imaginarse que la niña iba a actuar por su cuenta. Y ahora Justice se había convertido en el héroe de Lillie y también en su propio héroe por haber ayudado a su hija.

      Justice había decidido abrir su negocio en Fool’s Gold, lo cual implicaba que iba a quedarse. Pero aún no había explicado por qué la había estado evitando durante años. Mantenerse alejada de él hasta que lo descubriera le parecía la mejor opción, pero, por un lado, era un pueblo pequeño y, por el otro, no quería hacerlo.

      Al menos estar tan ocupada con el local la ayudaría. Ahora mismo no tenía tiempo para pensar en los «y si...».

      —Es interesante que haya elegido establecerse aquí —dijo su madre—. Podría haber ido a cualquier otra parte.

      —Creo que Ford tiene algo que ver en eso. Siguen siendo amigos —se rio—. O tal vez es por Fool’s Gold. Una vez este pueblo te encuentra, no te deja escapar.

      —Eso da un poco de miedo.

      —No quería expresarlo así —miró a su madre—. Me alegra que Justice esté bien. Aunque solo éramos niños, he pensado mucho en él y en lo que podía haberle pasado.

      Ava asintió.

      —Recuerdo cómo la alcaldesa intentó averiguarlo. Y Alice Barns también echó mano de sus contactos.

      Alice, que por entonces era ayudante del sheriff y ahora la jefa de policía Barns.

      —Pero se trataba del programa de protección de testigos, así que era imposible que hubiéramos descubierto algo —incluso ahora le costaba creer que alguien se hubiera llevado a Fool’s Gold a un niño en peligro. Allí no pasaban esas cosas... así que probablemente por eso habían elegido ese lugar.

      Agarró el boli de nuevo y se puso recta. Una molesta sensación se apoderó de ella y supo que tenía que contárselo a su madre.

      —Mamá, el padre de Ned vino el otro día.

      Ava se giró hacia ella.

      —¿Steve?

      —Ajá. Dice que quiere ejercer de abuelo con Lillie.

      Patience se preparó para la diatriba de su madre. Ava ya había tenido que soportar el abandono de un hombre más de una vez en su vida. Primero su padre, después su marido y por último había tenido que presenciar cómo a su hija le hacían lo mismo.

      No había duda de que tendría unas cuantas cosas que decir sobre el padre de Ned y que no serían muy agradables. Después de todo, Steve también había abandonado a su familia. Parecía que había una epidemia de hombres que no eran capaces de mantener un compromiso a largo plazo.

      —¿Y cómo es? —le preguntó al contrario de lo que se había imaginado.

      Patience se encogió de hombros.

      —Tranquilo. Agradable. Se ha disculpado por lo que le había hecho a Ned y por cómo Ned nos trató a Lillie y a mí. Dice que ha cambiado y que quiere una segunda oportunidad con su nieta.

      —¿Y le crees?

      —No lo sé. Solo lo había visto una vez en mi vida y Ned nunca tenía nada bueno que decir sobre él, así que no creo que sea alguien en quien confiaría juzgando su carácter. Le he pedido a Justice que lo investigue.

      La expresión de su madre era difícil de descifrar.

      —Me parece una solución muy sensata. Justice descubrirá si hay algo en él que deba preocuparnos.

      Patience esperó.

      —¿Y ya está? ¿No vas a decir que es un hijo de..., ni vas a decirme que agarre a Lillie y salgamos corriendo?

      —La gente cambia.

      —¿Y crees que Steve ha cambiado?

      Ava se movía incómoda en su asiento.

      —No estoy segura. Solo digo que puede que haya hablado en serio. El tiempo aclara las cosas y para algunas personas eso equivale a enfrentarse a sus remordimientos. Si Steve es sincero, entonces deberías tomarlo en serio.

      Patience no estaba tan segura.

      —No quiero que haga daño a Lillie. Ella nunca habla de su padre, pero sé que piensa en él. Sus amigas tienen padres e incluso las que tienen padres divorciados ven a sus papás. Ella nunca lo ha visto porque se fue y no ha vuelto jamás. Sería distinto si hubiera muerto... porque en ese caso su ausencia no sería una opción. ¿Y si Steve no ha cambiado? ¿Y si la ve unas cuantas veces y luego desaparece?

      —A lo mejor no lo hace.

      —Te estás poniendo de su parte.

      —Solo digo que necesitas más información.

      Patience no lo entendía. Era como si su madre le estuviera ocultando algo.

      —Voy a esperar a oír lo que Justice tiene que decir. Si le da el visto bueno a Steve, entonces me pensaré que conozca a Lillie. De lo contrario, no le permitiré acercarse a mi hija.

      El bar de Jo era uno de esos lugares únicos en Fool’s Gold. Decorado con colores femeninos, con televisores sintonizados en canales de teletiendas y programas de televisión divertidos, era un lugar dirigido a las mujeres del pueblo. En la carta había muchas opciones bajas en calorías, una zona de juegos para niños durante el almuerzo y una ausencia absoluta de solteros merodeando. Aunque los hombres eran bien recibidos, solían evitar el bar de Jo. Si aparecían por allí, se iban a la sala del fondo donde podían encontrar una mesa de billar y televisores más pequeños emitiendo deportes.

      Patience entró y vio a sus amigas en una mesa de la pared del fondo. Normalmente se sentaban en uno de los bancos grandes, pero con Annabelle a punto de dar a luz y Heidi de siete meses se había vuelto complicado sentarse en los bancos.

      —¿Cómo estáis? —les preguntó al acercarse.

      —Yo, enorme —respondió Annabelle.

      La menuda pelirroja sí que parecía incómoda con su peso, pensó Patience mientras la abrazaba. Heidi era

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