El fin del imperio cognitivo. Boaventura de Sousa Santos

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El fin del imperio cognitivo - Boaventura de Sousa Santos Estructuras y Procesos. Ciencias Sociales

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no abisal puesto que, en contravención de la legislación laboral, los trabajadores de sexo masculino ganan un salario superior para realizar el mismo trabajo. En cambio, cuando ella, de camino a casa, es víctima de una violación en grupo o amenazada de muerte solo por ser mujer (feminicidio), en ese momento está cruzando la línea abisal y transitando del mundo de la sociabilidad metropolitana al mundo de la sociabilidad colonial.

      La diferencia crucial entre exclusión abisal y no abisal radica en el hecho de que la primera se basa en la idea de que la víctima, o el blanco, sufre una capitis diminutio ontológica por no ser totalmente humana, por ser un tipo de ser humano fatalmente degradado. Es por ello que se considera inaceptable, o incluso inimaginable, que la misma víctima o blanco pueda ser tratada como un ser humano como «nosotros». En consecuencia, la resistencia contra la exclusión abisal engloba una dimensión ontológica. Necesariamente, es una forma de reexistencia. Mientras sigan vigentes las tres formas de dominación moderna (capitalismo, colonialismo y patriarcado) y funcionen en tándem, grandes grupos sociales vivirán de forma sistemática, aunque de maneras diversas de acuerdo con las diferentes sociedades y contextos, este fatal acto de cruzar la línea abisal. La dominación moderna es un modo global de articulación de las exclusiones abisales y no abisales, una articulación que, por un lado, es desigual, puesto que varía de acuerdo con las sociedades y los contextos, y, por el otro, se combina a escala global. Tras el colonialismo histórico, el carácter impreciso de la línea abisal y la consecuente dificultad en reconocer los tipos de exclusión se deben al hecho de que la ideología de la metropolitanidad, así como todo el aparato jurídico y político que la acompaña, amenaza el mundo de la sociabilidad colonial como el fantasma de un paraíso prometido, pero aún no perdido. El fin del colonialismo creó la ilusión de que la independencia política de las excolonias europeas implicaba una fuerte autodeterminación. A partir de entonces, todas las exclusiones pasaron a considerarse no abisales; en consecuencia, las únicas luchas que se consideraba que tenían legitimidad eran las que tenían como objetivo eliminar o reducir las exclusiones no abisales. Esta poderosa ilusión contribuyó a legitimar luchas que, a pesar de atenuar las exclusiones no abisales, agravaron las exclusiones no abisales. Durante todo el siglo XX, las luchas de los trabajadores europeos lograron importantes victorias, que implicaron un compromiso entre democracia y capitalismo, conocido como el Estado del bienestar europeo y la socialdemocracia; con todo, esas victorias se obtuvieron, por lo menos en parte, a través de la intensificación de la apropiación violenta de recursos humanos y recursos naturales en las colonias y neocolonias, es decir, a costa del agravamiento de las exclusiones abisales2.

      El hecho de que los grupos sociales que son víctimas de exclusión abisal tengan la tentación de recurrir, en sus luchas, a los medios y mecanismos propios de las luchas contra la exclusión no abisal es una consecuencia de la invisibilidad y la confusión sobre diferentes tipos de exclusión. El actual modelo de «ayuda al desarrollo» es un buen ejemplo de cómo una exclusión abisal se puede disfrazar (y agravar) al tratarse como si fuera no abisal. La persistencia de la línea abisal invisible y la dificultad en distinguir exclusiones abisales y no abisales vuelven aún más difíciles las luchas contra la dominación. Sin embargo, desde el punto de vista de las epistemologías del Sur, la liberación tiene como premisa la construcción de alianzas entre grupos abisalmente excluidos y grupos no abisalmente excluidos, articulando así luchas contra exclusiones abisales y luchas contra exclusiones no abisales. Sin esa articulación, las exclusiones no abisales, al ser vistas desde el otro lado de la línea abisal (desde el lado colonial), adoptan la apariencia creíble de formas privilegiadas de inclusión social. Del mismo modo, las exclusiones abisales, cuando son vistas desde este lado de la línea abisal (desde el lado metropolitano), se consideran una fatalidad, o un mal autoinfligido, o el orden natural de las cosas. Por esta razón, los grupos sociales excluidos abisalmente se han visto frecuentemente forzados a usar en sus luchas dispositivos solo adecuados para luchar contra exclusiones no abisales. Así pues, no sorprende que haya habido una gran frustración.

      Las alianzas y las articulaciones son una tarea histórica de gran exigencia, no solo porque diferentes luchas movilizan diferentes grupos sociales y requieren diferentes medios de lucha, sino también porque la separación entre luchas contra exclusiones abisales y luchas contra exclusiones no abisales se superpone a la separación entre luchas consideradas principalmente contrarias al capitalismo, o contra el colonialismo, o contra el patriarcado. Dicha separación provoca tipos contradictorios de jerarquías entre luchas y entre las subjetividades colectivas que las emprenden. Así pues, una lucha concebida como una lucha contra el capitalismo se puede considerar exitosa en la medida en que debilita una lucha que se concibe a sí misma como una lucha contra el colonialismo o contra el patriarcado. También es posible lo contrario. Es evidente que existen diferencias entre los tipos de luchas, pero esas diferencias deberían movilizarse para potenciar el efecto acumulativo de las luchas y no para justificar boicots recíprocos. Por desgracia, el boicot recíproco es lo que ha ocurrido con más frecuencia.

      Las dificultades en establecer alianzas no se pueden atribuir solo a la miopía de los líderes sociales o a las diferentes historias y contextos de lucha. Entre las exclusiones abisales y no abisales hay una diferencia estructural que repercute en las luchas contra ellas. A diferencia de las luchas contra las exclusiones no abisales (que luchan por la transformación de los términos de la lógica regulación/ emancipación), las luchas contra las exclusiones abisales implican una interrupción radical de la lógica de la apropiación/violencia. Esta interrupción implica una ruptura, una discontinuidad. La necesidad de la violencia descolonizadora en Fanon se debe interpretar como una expresión de interrupción sin la cual la línea abisal, aunque se desplace, sigue dividiendo las sociedades en dos mundos de sociabilidad, el mundo de la metropolitanidad y el mundo de la colonialidad. La interrupción puede estar presente tanto en la violencia física o la lucha armada como en el boicot y la no cooperación (este punto se desarrolla más adelante). El reconocimiento de la línea abisal obliga a tener presente que las alianzas entre las luchas contra los diferentes tipos de exclusión no se pueden construir como si todas las exclusiones fueran del mismo tipo. El pensamiento crítico eurocéntrico se construyó sobre un espejismo, el de que todas las exclusiones eran no abisales. Por más vehementes que sean las proclamaciones contra la teoría política liberal, pensar que las luchas contra la dominación se pueden conducir como si todas las exclusiones fueran no abisales es un prejuicio liberal.

       La sociología de las ausencias y la sociología de las emergencias

      Estos dos instrumentos se basan en la distinción entre exclusiones abisales y no abisales y también en los diferentes modos en que el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado se articulan para generar aglomeraciones específicas de dominación. La sociología de las ausencias es la cartografía de la línea abisal3. Identifica las formas y los medios a través de los cuales la línea abisal produce la no existencia, la invisibilidad racial y la irrelevancia. El colonialismo histórico fue la mesa de dibujo principal desde donde se trazó la línea abisal, donde las exclusiones no abisales (las que se dan en el lado metropolitano de la línea) se volvieron invisibles, mientras que se escondieron las exclusiones abisales (las que se dan en el lado colonial de la línea). Hoy en día, la sociología de las ausencias es la investigación sobre los modos en los que el colonialismo, en forma de colonialismo de poder, de conocimiento y de ser, funciona en conjunto con el capitalismo y el patriarcado a fin de producir exclusiones abisales. En otras palabras, para volver a ciertos grupos de personas y formas de vida social no existentes, invisibles, radicalmente inferiores o radicalmente peligrosos; en suma, descartables o amenazadores. Esa búsqueda se concentra en las cinco monoculturas que han caracterizado el conocimiento eurocéntrico moderno: la monocultura del conocimiento válido, la monocultura del tiempo lineal, la monocultura de la clasificación social, la monocultura de la superioridad de lo universal y lo global, y la monocultura de la productividad (Santos 2009a: 103-110; 2014a: 172-175). Estas monoculturas han sido responsables de la producción masiva de ausencias en las sociedades modernas, la ausencia (invisibilidad, irrelevancia) de grupos sociales y de modos de vida social respectivamente etiquetados de ignorantes, primitivos, inferiores, locales o improductivos. Esas etiquetas

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