El fin del imperio cognitivo. Boaventura de Sousa Santos
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La línea abisal es la idea fundamental que subyace a las epistemologías del Sur. Marca la división radical entre formas de sociabilidad metropolitana y formas de sociabilidad colonial que ha caracterizado el mundo occidental moderno desde el siglo XV. Esta división crea dos mundos de dominación, el metropolitano y el colonial, dos mundos que, aunque sean gemelos, se presentan como inconmensurables. El mundo metropolitano es el mundo de la equivalencia y la reciprocidad entre «nosotros», aquellos que son como «nosotros», completamente humanos. Existen desigualdades sociales y de poder entre «nosotros» que son susceptibles de crear tensiones y exclusiones; sin embargo, en ningún caso pueden poner en duda «nuestra» equivalencia y la reciprocidad básicas. Es por ello que, dichas exclusiones son no abisales. Se generan debido a la tensión entre la regulación social y la emancipación social, así como a los mecanismos creados por la modernidad occidental para gestionarlas, como el Estado liberal, el Estado de derecho, los derechos humanos y la democracia. La lucha por la emancipación social siempre es una lucha contra exclusiones sociales generadas por la forma actual de regulación social con el objetivo de sustituirla por una forma de regulación social nueva y menos excluyente.
Del mismo modo, el mundo colonial, el mundo de la sociabilidad colonial, es el mundo del «ellos», aquellos a quienes les resulta inimaginable la existencia de cualquier equivalencia o reciprocidad, puesto que no son totalmente humanos. Paradójicamente, la exclusión es al mismo tiempo abisal e inexistente, ya que es inimaginable que puedan acabar por incluirse. Se hallan en el otro lado de la línea abisal. Las relaciones entre «nosotros» y «ellos» no se pueden gestionar a través de la tensión entre regulación social y emancipación social, como sucede en este lado de la línea, en el mundo metropolitano, ni a través de los mecanismos relacionados con él. Se pueden evocar esos mecanismos, por ejemplo, el Estado liberal, el Estado de derecho, lo derechos humanos y la democracia, pero solo como una forma de conseguir algo. En el otro lado de la línea, las exclusiones son abisales y su gestión se da a través de la dinámica de apropiación y violencia; la apropiación de las vidas y de los recursos es casi siempre violenta, y la violencia tiene en el punto de mira, directa o indirectamente, la apropiación. Los mecanismos implicados han evolucionado con el paso del tiempo, pero se mantienen estructuralmente similares a los del colonialismo histórico, principalmente, los mecanismos que implican regulación violenta sin la contrapartida de la emancipación. Estos son el Estado colonial y neocolonial, el apartheid, el trabajo forzado y el trabajo esclavo, la eliminación extrajudicial, la tortura, la guerra permanente, la acumulación primitiva de capital, los campos de internamiento para refugiados, la dronificación del conflicto militar, la vigilancia de las masas, el racismo, la violencia doméstica y el feminicidio. La lucha contra la apropiación y la violencia es la lucha por la completa liberación de la regulación social colonial. A diferencia de la lucha por la emancipación social en el lado metropolitano de la línea abisal, la lucha por la liberación no aspira a una forma mejor y más inclusiva de regulación colonial. Aspira a su eliminación. La prioridad epistemológica dada por las epistemologías del Sur a las exclusiones abisales y a las luchas contra ellas se debe al hecho de que el epistemicidio causado por las ciencias modernas eurocéntricas ha sido muchísimo más devastador en el otro lado de la línea abisal, con la conversión de la apropiación y la violencia coloniales en la forma colonial de regulación social.
Las teorías críticas modernas reconocieron los diferentes grados de exclusión, pero se negaron a considerar cualitativamente diferentes tipos de exclusión, demostrando no tener ninguna conciencia de la línea abisal. Esto no significa que las exclusiones no abisales y las luchas contra ellas no sean igualmente importantes. Es evidente que lo son, ni que sea porque la lucha global contra la dominación moderna no tendrá éxito si no tiene también como objeto las exclusiones no abisales. Si las epistemologías del Sur no conceden ningún privilegio epistemológico a las exclusiones no abisales solo es porque ya han sido objeto de mucha inversión cognitiva y también porque las luchas de los últimos quinientos años contra dichas exclusiones tuvieron mucha más visibilidad en términos políticos. Desde el punto de vista de las epistemologías del Sur, las exclusiones no abisales y las luchas contra ellas se vuelven de nuevo centrales al reconocerse la existencia de la línea abisal. La agenda política de los grupos que luchan contra la dominación capitalista, colonial y patriarcal debe, por tanto, aceptar como principio orientador la idea de que las exclusiones abisales y no abisales funcionan en articulación y que la lucha por la liberación solo será exitosa si las variadas luchas contra los variados tipos de exclusiones se articulan como es debido.
Para esclarecer lo que acabo de afirmar, propongo una incursión en la experiencia concreta de exclusión abisal y no abisal. Tras el fin del colonialismo histórico, la línea abisal se mantiene en forma de colonialismo de poder, de conocimiento, de ser, y sigue separando la sociabilidad metropolitana de la sociabilidad colonial1. Esos dos mundos, a pesar de ser radicalmente diferentes, coexisten en nuestras sociedades «poscoloniales», tanto en el Norte global geográfico como en el Sur global geográfico. Algunos grupos sociales experimentan la línea abisal al cruzar los dos mundos en su vida cotidiana. A continuación, presento tres ejemplos hipotéticos, pero demasiado reales para ser solo productos de la imaginación sociológica.
Primer ejemplo: En una sociedad predominantemente blanca y con prejuicios raciales, un joven negro que estudia en una escuela de educación secundaria vive en el mundo de la sociabilidad metropolitana. Se puede considerar excluido, tanto porque los compañeros a veces lo evitan como porque el plan de estudios contiene asignaturas que son insultantes para la cultura o la historia de los pueblos afrodescendientes. Sin embargo, estas exclusiones no son abisales, puesto que él forma parte de la misma comunidad estudiantil y, por lo menos en teoría, tiene a su disposición mecanismos para argumentar en contra de dichas discriminaciones. En cambio, cuando a este joven, al volver a casa, lo intercepta la policía de manera visible solo por ser negro (ethic profiling) y recibe una violenta paliza, en ese momento el joven está cruzando la línea abisal y pasando del mundo de la sociabilidad metropolitana al mundo de la sociabilidad colonial. A partir de ahí, la exclusión es abisal y cualquier evocación de derechos no es más que una cruel fachada.
Segundo ejemplo: En una sociedad de mayoría cristiana y con fuertes prejuicios islamofóbicos, un obrero inmigrante documentado y con contrato de trabajo habita el mundo de la sociabilidad metropolitana. Se puede sentir excluido porque el compañero de su lado, no inmigrante, recibe un salario superior a pesar de desempeñar las mismas funciones. Como en el caso anterior y por razones parecidas, esta discriminación configura una exclusión no abisal. Sin embargo, cuando sufre una agresión física o psicológica en la calle solo por ser musulmán y se le considera amigo de terroristas, en ese momento el obrero está cruzando la línea abisal y transitando del mundo de la sociabilidad metropolitana al mundo de la sociabilidad colonial. A partir de ahí la exclusión es racial porque incide en lo que él es, y no en lo que él hace o dice.
Tercer ejemplo: En una sociedad con fuertes prejuicios