El fin del imperio cognitivo. Boaventura de Sousa Santos

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El fin del imperio cognitivo - Boaventura de Sousa Santos Estructuras y Procesos. Ciencias Sociales

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investigación realizada por la sociología de las ausencias no puede tener éxito a menos que el sociólogo de las ausencias se vuelva un sociólogo ausente —y ausente en un doble sentido—. Por un lado, desde el punto de vista sociológico académico, lo que no existe (porque está ausente) solo se puede rescatar como realidad pasada o como artefacto de la imaginación utópica o distópica —nunca como una realidad social efectivamente existente—. Por otro lado, la investigación debe realizarse al margen de la disciplina de la sociología. En otras palabras, debe realizarse a fin de contradecir el entrenamiento o la formación, las teorías y las metodologías que conforman la disciplina de la sociología académica, independientemente de si esta es convencional o crítica. La sociología de las ausencias es una sociología transgresora en una acepción muy radical.

      Se deben considerar tres momentos clave en su aplicación. El primero es una crítica sistemática, profunda y rigurosa del conocimiento científico social producido con el objetivo de establecer la hegemonía de las cinco monoculturas referidas en todo el periodo moderno y en especial desde finales del siglo XIX. Dicha crítica es importante debido a que, al revelar el pluralismo interno de la ciencia social moderna, contribuye a desmonumentalizar las monoculturas eurocéntricas. Además, pone en duda las concepciones simplistas y reduccionistas de la modernidad occidental que proliferan en la mayoría de los enfoques académicos descoloniales (véase capítulo 6), lo que, en mi opinión, corrobora paradójicamente la superioridad de las epistemologías del Norte. Sin embargo, para no ser rehén de las epistemologías del Norte, la sociología de las ausencias tiene que ir más allá del pensamiento crítico eurocéntrico. Es por ello que el segundo momento consiste en reconocer y dialogar con otros saberes que ofrecen interpretaciones de la vida social y la transformación social alternativas a las monoculturas occidentalocéntricas del conocimiento válido, del tiempo lineal, de la clasificación social, de la superioridad de lo universal y lo global, y de la productividad. En vez de una crítica interna a la modernidad occidental, hacen una crítica externa. La producción de ausencias se vuelve mucho más evidente cuando los cimientos epistemológicos de las monoculturas se contextualizan y se provincializan más allá de los límites de la crítica interna. El tercer momento es el del contexto pragmático en el que los otros dos momentos se desarrollan. La sociología de las ausencias no es un emprendimiento intelectual motivado por la curiosidad cognitiva y sí, principalmente, un recurso para las luchas contra el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, que se debe aplicar teniendo en cuenta luchas específicas. El contexto de la lucha —los objetivos y los grupos sociales específicos en cuestión— proporciona dimensiones no cognitivas que condicionan los modos en que los grupos sociales y los conocimientos ausentes se vuelven presentes. En los capítulos 6, 7, 8 y 9, en los que se abordan las orientaciones metodológicas, discutiré la autonomía relativa de la investigación llevada a cabo por la sociología de las ausencias.

      Consideradas desde el punto de vista de las epistemologías del Norte, tanto la sociología de las ausencias como la sociología de las emergencias (véase más adelante) parecen implicar un suicidio sacrificial en la medida en que las indagaciones que implican se realizan obligatoriamente a contracorriente de la formación, las teorías y las metodologías instituidas por la ciencia social académica. Para entender mejor la naturaleza de un suicidio como este podemos compararlo con la autorreflexividad propuesta por Pierre Bourdieu. Bourdieu es, sin lugar a dudas, el sociólogo del siglo XX que se manifestó con más ímpetu contra el cientificismo ingenuo de los científicos sociales. Defendió que la sociología y la historia del conocimiento sociológico eran instrumentos clave para entender tanto la sociedad como los límites del conocimiento científico sobre la misma. Por un lado, el conocimiento científico social inventó mucho de lo que describió como existente; dicha invención integró la realidad social al incorporarse en los comportamientos de la gente y en el modo en el que perciben la vida social. Por otro lado, la ciencia social vigente crea una falsa transparencia que impide la investigación adicional e innovadora. La ciencia vigente siempre es un obstáculo para la ciencia emergente. A ello se debe que Bourdieu concluyera que «se debe practicar una ciencia —y, en especial, la sociología— tanto al margen de nuestra formación científica como en concordancia con nuestra formación científica»4 (Bourdieu, 1990: 178).

      Bourdieu ilustra de forma brillante las posibilidades, pero también, en oposición a su propio pensamiento, las limitaciones del tipo de sociología de las ausencias que se puede realizar en el contexto de las epistemologías del Norte. Para empezar, parte del principio de que las limitaciones del conocimiento previo sobre la sociedad pueden superarse a través de un nuevo y mejor conocimiento científico. Esto explica la razón por la que, en la opinión del autor, solo logran ser verdaderamente innovadores quienes dominan la ciencia establecida. En Bourdieu no hay espacio para las limitaciones epistemológicas del conocimiento científico moderno, las limitaciones que, al ser intrínsecas a las epistemologías del Norte, no son superables a través de nuevas investigaciones basadas en el mismo tipo de conocimiento. Según Bourdieu, un exigente ejercicio de autorreflexividad no puede dejar de reforzar la creencia en la monocultura del conocimiento válido propuesta por las epistemologías del Norte. No hay espacio para que se consideren otros saberes capaces de corregir o superar los fallos o los fracasos del conocimiento científico anterior o de lidiar con otros conjuntos de cuestiones. Por este motivo, en vez de convertirse en un docto ignorante5, el sociólogo autorreflexivo es un conocedor con una autoconfianza arrogante. Sabe que la indagación de los límites no es una indagación sin límites, pero cree que no vale la pena considerar lo que no es abordable por la ciencia moderna. Además, la autorreflexividad es un ejercicio intelectual autónomo que, para realizarse de manera eficaz, debe reforzar la distancia entre el científico y su objeto de investigación, incluyendo su conocimiento sociológico previo. En las antípodas de esta situación, quienes practican la sociología de las ausencias propuesta por las epistemologías del Sur, tanto si se trata de un sujeto individual como si es uno colectivo, además de lidiar con otros saberes, lo hacen en el ámbito de la lucha social y política, que es importante precisamente por no tratarse de una mera competición intelectual con uno mismo (la autorreflexividad) o con otros (la rivalidad académica entre escuelas de pensamiento).

      Las precauciones epistemológicas referidas antes relacionadas con la sociología de las ausencias son, por las mismas razones, totalmente aplicables a la sociología de las emergencias. La sociología de las emergencias implica la valoración simbólica, analítica y política de formas de ser y de saberes que la sociología de las ausencias revela que están presentes en el otro lado de la línea abisal. Las exclusiones abisales y la resistencia y las luchas que originan son el objetivo primordial tanto de la sociología de las ausencias como de la sociología de las emergencias. Sin embargo, mientras que la sociología de las ausencias se dedica a la negatividad de esas exclusiones, puesto que subraya y denuncia la supresión de la realidad social generada por el tipo de conocimiento validado por las epistemologías del Norte, la sociología de las emergencias se dedica a la positividad de dichas exclusiones, y considera a las víctimas de exclusión en el proceso de rechazo de la condición de víctimas, que se vuelven personas resistentes que practican formas de ser y de conocer en su lucha contra la dominación. Hacer posible el paso de la victimización a la resistencia es, a fin de cuentas, la tarea política más importante de la sociología de las ausencias: desnaturalizar y deslegitimar mecanismos específicos de opresión. La sociología de las emergencias parte de este punto y se concentra en nuevas potencialidades y posibilidades para la transformación social anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal que surge en el amplio dominio de la experiencia social antes rechazada y ahora recuperada. Con la resistencia y la lucha surgen nuevas valoraciones de condiciones y experiencias concretas que resignifican subjetividades individuales y colectivas. Esas nuevas características, que surgen en forma de prácticas materiales o simbólicas, se afirman siempre de modo holístico, artesanal e híbrido,

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