En camino hacia una iglesia sinodal. Varios autores

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En camino hacia una iglesia sinodal - Varios autores GS

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de la fe 63. Habría que añadir la preocupación por el cuidado de la casa común, la encíclica Laudato si’, un capítulo que amplía las cuestiones urgentes abordadas en la segunda parte de la Constitución pastoral Gaudium et spes, y que experimentará un relanzamiento con la próxima celebración del sínodo sobre la Amazonía.

      El proyecto de Francisco entraña una adecuada y comprensiva aplicación del Concilio Vaticano II, con acentos específicos y con un sentido histórico que expresa la decidida voluntad de estar a la altura de los signos de los tiempos. Por tanto, tal y como ha indicado W. Kasper 64, cabe hablar en términos de «continuidad y reforma». Ahora bien, ¿dónde se puede focalizar su giro eclesiológico? Creo que hay que situarlo en su «estilo pastoral». Me limito a tres consideraciones fundamentales.

      En primer lugar, hay que dar un relieve especial a eso que la teoría hermenéutica de H. G. Gadamer denomina «prejuicio», es decir, aquellos aspectos previos que están condicionando nuestra comprensión de la realidad. En la biografía intelectual de Jorge Mario Bergoglio, M. Borghesi ha apuntado uno que es básico y decisivo: «El cambio de perspectiva que surge cuando se opta por lo que (aparentemente) es marginal» 65, o sea, las periferias geográficas y existenciales. Pertenece a la esencia del Evangelio esa opción por los más pobres desde esa mirada de Dios sobre el mundo que resalta su misericordia y está hecha de ternura. Pero, al mismo tiempo, la periferia geográfica no es insustancial. Este papa venido del fin del mundo, muy preocupado por la inculturación de la fe en América Latina, es muy consciente de lo que significó y significa la irrupción de América en la historia universal. Siguiendo las reflexiones de la pensadora argentina Amelia Podetti, Bergoglio tomó conciencia de que el descubrimiento del nuevo mundo fue, en realidad, el descubrimiento del mundo en su totalidad, de modo que «el mundo visto desde América del Sur se convierte en el mundo visto desde la periferia, desde los barrios de las chabolas, desde las Villas miseria, desde las inmensas metrópolis de América Latina» 66. Brevemente, en palabras de J. C. Scannone: «Si miramos desde la periferia, entonces vemos la totalidad» 67. Diríase que Francisco comienza su lectura pastoral del Concilio desde el llamado esquema XIV, el «pacto de las catacumbas», que sellaba el compromiso con los más pobres 68.

      En segundo lugar, el giro eclesiológico depende de la específica ligazón que Francisco ha querido establecer entre evangelización y reforma. La idea de Ecclesia semper reformanda –o purificanda, en el lenguaje conciliar– entraña una tarea permanente y de actualización por la vía de la misión. Por un lado, desde las coordenadas del paradigma misionero de Aparecida, de la Iglesia en salida, Francisco aspira a que la Evangelii gaudium se convierta en la Evangelii nuntiandi del siglo XXI; por otro lado, la idea de reforma está inspirada en la honda visión eclesial de san Pablo VI, vertida en Ecclesiam suam, que implica «ahondar la conciencia que tiene de sí, reflexionar sobre sí misma para confirmarse en la ciencia de los planes que Dios tiene para ella» 69.

      En tercer lugar, dentro del programa de conversión pastoral de Francisco, los dos ejes de misión y sinodalidad funcionan como una especie de espejos ustorios que reconcentran el significado de su eclesiología pastoral y su aproximación al Vaticano II para relanzar un proyecto de Iglesia más pobre y evangélica cuya viga maestra sea la misericordia. Estas dos palabras mayores, «misión» y «sinodalidad» –o sinodalización–, constituyen la punta de lanza contra una Iglesia autorreferencial que Francisco describe y combate con una palabra: «clericalismo» 70. Esas dos palabras mayores aspiran a renovar desde dentro las dos figuras básicas de Iglesia que venían orientando al posconcilio, pueblo de Dios y comunión. La noción de pueblo de Dios se ve recreada desde dentro, urgiendo la actuación del sensus fidei fidelium como nunca hasta ahora se había hecho, mientras que la noción de Iglesia-comunión se ve repristinada de forma radical en el camino sinodal y en la consciente recuperación de las estructuras sinodales de la Iglesia local. En la base se encuentra su noción preferida de Iglesia, «pueblo santo fiel de Dios», que remite al n. 12 de Lumen gentium, que habla del sensus fidei en su vinculación al ministerio jerárquico de los pastores y que Francisco quiere convertir en motor de la evangelización. Todo arranca de la infalibilidad del pueblo de Dios in credendo y de la santidad cotidiana y anónima de tantos cristianos.

      Brevemente, como ya habíamos indicado, lo más novedoso en esta nueva etapa de la recepción radica en devolver el protagonismo al sujeto eclesial, dándole la parte que le corresponde en la acción evangelizadora y propiciando así una recepción sinodal del Vaticano II.

      4. Conclusión: la novedad de Cristo y una nueva etapa de evangelización

      ¿Una nueva fase de recepción? En principio, me parece que, según la mente del papa Francisco, habría que dejar el interrogante abierto echando mano del primero de los cuatro principios bergoglianos: «el tiempo es más importante que el espacio». El tiempo inicia proyectos. Francisco es un papa que no piensa primariamente en categorías espaciales, sino temporales. Una realidad social como la Iglesia, el santo pueblo fiel de Dios que peregrina en la historia, ha de ser pensada más en términos dinámicos de proceso y relación, en términos de eclesio-génesis, que en términos estáticos de sustancia.

      Este pontificado se entiende a sí mismo como un proyecto de reforma misionera (cf. LS 2) y, por ende, está abierto y sigue abierto, de modo que la recepción del Concilio sigue abierta. En Episcopalis communio ha vuelto a repetir lo que ya había señalado al comienzo de Evangelii gaudium: «Nos encontramos en un momento histórico en el que la Iglesia se adentra en “una nueva etapa evangelizadora” (cf. EG 1), que le pide constituirse “en todas las regiones de la tierra en un ‘estado permanente de misión’” (EG 25)» (EC 1c). Entraremos en una nueva fase de recepción si somos capaces de alumbrar una nueva etapa evangelizadora. Al comienzo de la Exhortación apostólica había dado una clave: «Toda auténtica acción evangelizadora es siempre “nueva”» (EG 11). Ahora bien, el sustrato y refrendo de esta apreciación no es otro que la conocida afirmación de san Ireneo en Adversus haereses: es Cristo el que «en su venida ha traído consigo toda novedad». En consecuencia, si somos capaces de estar a la altura del desafío misionero del presente, estaremos alumbrando una nueva fase de recepción del Vaticano II.

      Concluyo de una forma anecdótica. En el diálogo privado que Francisco sostuvo con los jesuitas de los países bálticos a mediados de octubre de 2018, un joven le preguntó cómo podían ayudarle. La respuesta sonó en estos acordes 71:

      Lo que hoy hay que hacer es acompañar a la Iglesia en una profunda renovación espiritual. Yo creo que el Señor está pidiendo un cambio en la Iglesia. He dicho muchas veces que una perversión de la Iglesia hoy es el clericalismo. Pero cincuenta años atrás lo había dicho claramente el Concilio Vaticano II: la Iglesia es el pueblo de Dios. Leed el número 12 de Lumen gentium. Siento que el Señor quiere que el Concilio se abra camino en la Iglesia. Los historiadores dicen que para que un concilio sea aplicado hacen falta cien años. Estamos a mitad de camino. Por tanto, si quieres ayudarme, actúa de manera de llevar adelante el Concilio en la Iglesia. Y ayúdame con tu oración. Necesito mucha oración.

      EL CONCILIO PLENARIO DE VENEZUELA,

      UNA BUENA EXPERIENCIA SINODAL

      Mons. RAÚL BIORD CASTILLO, SDB

      Obispo de La Guaira (Venezuela)

      1. Introducción

      El papa Francisco ha afirmado que «el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio» 1. El reciente documento de la Comisión Teológica Internacional sobre La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia (2018) 2 nos invita a profundizar esta dimensión que el Santo Padre ha definido como «constitutiva de la Iglesia».

      Si

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