En camino hacia una iglesia sinodal. Varios autores
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Las respuestas a esta primera consulta fueron procesadas por el Centro de Investigaciones Socio-Religiosas (CISOR). Se recibieron 1.433 respuestas, que planteaban un total de 4.278 asuntos o temas. Como se había indicado en la convocatoria, muchas de las respuestas fueron elaboradas corporativamente: 30 diócesis; 20 arciprestazgos o zonas pastorales; 144 parroquias; 52 congregaciones religiosas; 2 institutos seculares; 15 seminarios o institutos de formación religiosa; 159 grupos de diversos movimientos de apostolado seglar; 107 planteles educativos; 42 organizaciones o asociaciones de servicio. El resto fueron respuestas individuales.
La consulta ciertamente recogió preocupaciones pastorales que representan un sentir eclesial. Una síntesis interpretativa preparada por el mismo Centro de investigación dejó en claro lo siguiente:
a) Los que respondieron a la consulta eran miembros de la Iglesia y se sentían responsables, «protagonistas»; por eso, cuando hablaban de ella decían «nosotros»; se sentían sus «dolientes». Afirmaban que se deben denunciar las injusticias, rescatar la dignidad de las personas, demostrar la opción por los pobres y evangelizar, saliendo de las parroquias, haciéndose activamente presentes en la realidad problemática de sus hermanos.
b) Se requería la formación de formadores en las dimensiones espiritual, ética, doctrinal y pastoral. Faltaba unidad de criterios. Se necesitaba la formación para la evangelización. Los laicos pedían participar en todo: «Quieren formación, mucha formación: que los animen dentro de una pastoral coherente, de conjunto. Quieren pastores: obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, íntegros e integrados en fraternidad pastoral. Quieren sacerdotes que les prediquen con seriedad, preocupados por el crecimiento de la fe, cercanos, que los visiten y entiendan».
Los resultados de la consulta, publicados en la serie «Estudios del Concilio Plenario de Venezuela» 19, permitieron la elaboración de un plan temático general. En efecto, la Conferencia episcopal se propuso preparar la temática conciliar a partir de los resultados de la consulta 20.
b) Una primera organización de los contenidos
El 10 de noviembre de 1998 se constituyó la subcomisión de contenidos, a la que se encomendó la tarea de preparar el plan temático general del concilio y definir unas líneas-fuerza conciliares a partir de los resultados de la consulta 21. En enero de 1999, durante la asamblea ordinaria de la Conferencia episcopal, fue presentado un papel de trabajo de los posibles contenidos del concilio. Se trataba de un primer paso estructurado que recogía los diversos aportes y se presentaba abierto a sugerencias y cambios.
El tema central de la reflexión conciliar que se proponía era: «La evangelización de Venezuela en los albores del tercer milenio». Se insistía en el carácter teológico-pastoral de la temática. Se presentaron seis líneas-fuerza evangelizadoras 22 y luego se añadieron cinco ejes transversales 23. A partir de enero de 1999 se constituyó una secretaría general y se nombraron tres grandes comisiones conciliares: Contenidos, Logística y Jurídica. Asimismo fueron constituidas las subcomisiones responsables de preparar los documentos de trabajo.
Durante esta fase preparatoria, la mayoría de las subcomisiones trabajaron con mucho entusiasmo y lograron implicar en su dinámica a varias personas representativas del mundo eclesial: sacerdotes, religiosos, laicos, organismos eclesiales. Hubo una buena participación que concluyó con la presentación de la primera versión de los documentos de trabajo el mes de julio de 1999 24. Desde la Comisión de Contenidos se ofrecieron unos criterios metodológicos para la elaboración de los documentos de trabajo desde una óptica pastoral.
c) Un paso adelante: los núcleos problemáticos
Un momento de crisis vivido a mitad del año 1999 en la metodología resultó muy fructífero, en cuanto hizo patente la necesidad de identificar los núcleos problemáticos de cada tema. Un concilio puede tratar innumerables temas, pero corre el riesgo de perderse en una selva de argumentos teológicos si no identifica cuáles son los problemas pastorales que merecen una respuesta. En este sentido, fue muy útil la diferencia entre «núcleo temático»: cualquier tema que se pudiera desarrollar, y «núcleo problemático»: una situación que requeriría una respuesta pastoral. Progresivamente se llegó al consenso de que el concilio debía tratar no núcleos temáticos, sino núcleos problemáticos. Algunos de los documentos de trabajo presentados planteaban temas muy interesantes, pero no pertinentes pastoralmente, y además no respondían a las preocupaciones expresadas en la consulta al pueblo de Dios.
Un segundo punto que quiero resaltar fue la pregunta que se planteó en la asamblea episcopal de julio de 1999: si el texto final del concilio se visualizaba como un documento unitario –al estilo de Puebla– o más bien como un conjunto de pequeños documentos –al estilo de Medellín 25–. Este asunto fue discutido en más de una ocasión por los obispos en diferentes instancias. Prevaleció la idea de ir en la dirección de Medellín: pequeños documentos que fueran más fácilmente manejables y que ofrecieran orientaciones concretas en cada campo.
d) Hacia una definición temática y metodológica
Mons. Ovidio Pérez Morales, presidente del concilio, presentó la necesidad de asumir una línea teológico-pastoral que constituyera «el horizonte, categoría englobante, valor de referencia que orienta, sintetiza o articula de alguna forma el conjunto teórico-práctico. Es tema recurrente, e integrador, objetivo central. Esta línea viene a jugar el papel de eje, núcleo, centro, principio articulador, hilo conductor, criterio fundamental de discernimiento de la doctrina y de la praxis, luz que orienta, guía que señala el camino, aguja que teje la trama» 26. En su intervención del 19 de octubre de 1999, en el marco de la asamblea extraordinaria de la Conferencia episcopal, propuso como línea teológico-pastoral del concilio plenario: comunión y solidaridad. Esta línea, después de haber sido aprobada por la Conferencia, fue explicitada en la carta pastoral colectiva Con Cristo, hacia la comunión y la solidaridad, de fecha 10 de enero de 2000.
Un trabajo posterior identificó los problemas a los que el concilio debía dar una respuesta pastoral, dando cohesión y unidad a los núcleos problemáticos 27. De cada uno de ellos se redactó una breve síntesis y se hizo una justificación de motivos. El resultado del trabajo fue la reorganización de los temas, pasando a dieciséis, a partir de la identificación de los núcleos problemáticos, que son situaciones que requieren respuestas perentorias y soluciones pastorales creativas. Estos núcleos fueron asumidos como el punto de partida para la reelaboración de los documentos de trabajo.
e) Asambleas parroquiales, diocesanas, provinciales
Ya definida la metodología, y contando con los documentos de trabajo, surgidos de la primera consulta al pueblo de Dios, se pidió que se le realizaran nuevas consultas, ya no generales y abiertas, como la primera, sino específicas. Es decir, sobre los temas y núcleos problemáticos que había que tratar. Se sugirió que la consulta versara más sobre el actuar y no sobre el ver y el juzgar.
En el mes de enero de 2000, en el marco de la asamblea ordinaria de la CEV, cada una de las dieciséis subcomisiones presentó su esquema de consulta. Según los criterios de importancia del tema por la situación eclesial y del país; oportunidad; grado de desarrollo del tema y viabilidad para la consulta. La asamblea aprobó someter la consulta y ser tratados