En camino hacia una iglesia sinodal. Varios autores

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En camino hacia una iglesia sinodal - Varios autores GS

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de comunión.

      • La proclamación profética del Evangelio en Venezuela.

      • La formación de los creyentes.

      • La contribución de la Iglesia a la gestación de una nueva sociedad.

      A la Comisión de Contenidos se le encomendó revisar y preparar para su publicación los esquemas, en unión con los presidentes y secretarios de las comisiones episcopales respectivas. A final de enero de 2000 se realizó un taller de inducción con los responsables diocesanos del concilio y representantes de organismos eclesiales a nivel nacional. Además de los cuatro esquemas se proveyó de un subsidio donde se explicaba la metodología asumida. Durante los meses de febrero a mayo de 2000 se realizó la segunda consulta al pueblo de Dios de la fase preparatoria.

      Se asumieron como criterios para la organización de dicha consulta: fomentar una metodología de participación; favorecer la organización diocesana; promover procesos de formación; buscar respuestas comunitarias; presentar experiencias nuevas y proponer sugerencias.

      Consultar a la base fue muy importante, porque se trataba de calibrar el sensus fidelium. Muchas parroquias se organizaron para estudiar los temas, preparar sus respuestas y enviarlas a la curia diocesana. Las diócesis, a su vez, organizaron asambleas diocesanas para estudiar los temas, crear consensos e integrar las respuestas.

      Finalmente, recibidas las respuestas en la secretaría general del concilio, las subcomisiones temáticas y la Comisión de Contenidos, pudo integrar los aportes y preparar el documento de trabajo, que fueron enviados el 15 de octubre de 2000 a todos los participantes en el concilio. Estábamos listos para iniciar la fase celebrativa del concilio.

      f) Las discusiones en el aula conciliar y en los grupos de trabajo

      El domingo 26 de noviembre del año 2000 se inauguró el Concilio Plenario de Venezuela. Para nuestra Iglesia, este fue su primer concilio plenario nacional en sus más de quinientos años de historia. En este sentido, no contábamos con una experiencia previa. Por buena que hubiera sido la fase preparatoria, siempre había elementos sueltos, imprevistos, cosas no sabidas... Mons. Ramón Ovidio Pérez Morales, presidente del CPV, señaló en su discurso de apertura el sentido de progresividad que exige una gran disposición de aprendizaje: «El concilio que comienza, a pesar de su cuidadosa preparación, no tiene todo cartesianamente “claro y distinto”. El camino se irá haciendo a medida que los pasos avancen por senderos en mucho inéditos. Surgirán no pocas preguntas, cuya respuesta no se tendrá siempre a la mano. La perfección no puede esperarse sin más de esta obra, también humana, que es nuestro concilio. Tendremos bastante de exploración, de ensayo» 29.

      Esta dinámica se mostró en la primera sesión del CPV. «Punto de partida» es el título de la reflexión que realizó el P. Carlos Bazarra, OFM cap, sobre la primera sesión 30. El P. Román Sánchez Chamoso escribió que debemos aceptarnos como «una Iglesia en rodaje conciliar, que tantea en busca de nuevos rumbos y con nuevo estilo» 31. El P. Pedro Trigo, por su parte, acotó que «lo más hermoso que podemos decir de esta primera semana conciliar es que “aconteció”. La primera sesión fue un punto de partida, un buen comienzo, un acontecimiento. Aunque hubo fallas en la realización y en la metodología, lo importante fue haber comenzado juntos a forjar nuestro concilio. El concilio fue un verdadero acontecimiento: se llegó a una comunicación personal en la que estuvo por medio el Espíritu de Jesucristo» 32.

      En las sesiones posteriores se profundizó el sentido conciliar y se construyó un camino juntos. Creció la participación en los períodos intersesionales, que se aprovechaban para la preparación de los documentos de trabajo, el envío a las diócesis, su estudio en las parroquias y diócesis.

      Desde la segunda sesión se introdujeron las asambleas provinciales y regionales: se unieron varias provincias cercanas para prepararse de cara a la sesión conciliar: Mérida-Barquisimeto, Coro-Maracaibo, Caracas-Valencia-Calabozo y Cumaná - Ciudad Bolívar. Por supuesto, no podemos ser ilusos y pretender que todas las parroquias y diócesis se implicaron en el proceso de participación de la misma forma, pero hay que decir que progresivamente creció el sentido de corresponsabilidad en la implicación y participación.

      Hay que señalar el gran clima de respeto a la diversidad y al mismo tiempo de libertad a la hora de plantear las propias ideas. Algunos documentos de trabajo fueron rechazados varias veces y remitidos a las comisiones de trabajo para que los rehicieran. En algunos casos hubo que recomponer la comisión.

      Los obispos tenían, como está previsto en el Código de derecho canónico, el voto deliberativo. Pero todos los participantes tenían voto consultivo. Se decidió que los documentos se sometían al voto consultivo de todos, incluidos los obispos. Esta votación se daba a conocer. Inicialmente, después de la presentación del documento por parte del presidente o del secretario de la comisión, se abría una primera discusión en el aula conciliar y en los grupos de trabajo. Luego se presentaba la opinión en el aula conciliar y, tras las intervenciones solicitadas, se sometía a aprobación si el documento seguía en la discusión o si era remitido a la comisión para que fuera rehecho y presentado al año siguiente.

      No se tuvo miedo de que afloraran discusiones y hasta criterios diferentes en la eclesiología, la teología y la pastoral. Cada obispo y cada miembro conciliar tenía derecho a expresar con libertad su pensamiento. Las discusiones en un marco de total libertad permitieron la construcción de consensos. Al final de cada sesión se realizaron las votaciones documento por documento, con sus partes y modos, como estaba previsto en el reglamento. Primero, la votación consultiva, y después de esta los obispos realizaron la votación deliberativa, teniendo en cuenta el parecer de la asamblea.

      Fue una auténtica experiencia de sinodalidad, de hacer camino juntos, de escucharnos, de convertir mentalidades, de construir consensos.

      g) La metodología ver-juzgar-actuar aplicada

      en el Concilio Plenario Venezolano

      Después de estudiar diferentes métodos de planificación pastoral, el concilio asumió el método del ver-juzgar-actuar, que supone un análisis de la realidad en cada sector: elementos positivos y negativos, una iluminación teológico-pastoral y las orientaciones para la acción 33.

      Hay documentos metodológicamente muy bien elaborados de acuerdo con el método elegido, otros presentan algunas carencias a ese respecto. No hay que olvidar la naturaleza consensual de estos textos y la participación de muchos sujetos en su elaboración. Documentos como estos, que son elaborados en pocos días y bajo presión, no pueden exhibir la consecuencialidad lógica y terminológica de un estudio realizado por una sola persona que además cuente con todo el tiempo disponible para lecturas y relecturas.

      Lo importante es destacar que el gran logro del Concilio Plenario de Venezuela fue asumir, en su discernimiento sinodal y en sus documentos, el método teológico-pastoral del ver-juzgar-actuar. Por supuesto, se trata de «un» método entre muchos otros; no es el único. Tiene límites y potencialidades. A veces no se aplicó bien 34. Sin embargo, el método fue muy útil durante el Concilio Plenario Venezolano.

      La lógica de Dios es la encarnación (asumir la realidad) y la redención (transformar la realidad). El método ver-juzgar-actuar nos permitió interpretar la realidad y proyectar nuestra acción eclesial; al estar anclado en la realidad, el concilio se orientó a la praxis concreta; en su discernimiento se preguntó cuál es el proyecto de Dios sobre el hombre, la sociedad y la Iglesia en nuestro país, como una apuesta y compromiso por su transformación en la línea del Evangelio.

      4. Hacia

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