Economía española y del País Valenciano. Autores Varios

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Economía española y del País Valenciano - Autores Varios Educació. Sèrie Materials

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entre las diferentes CC. AA.

      Francesc Hernández

      Josep Sorribes

      Universitat de València

      No siempre el factor territorial y medioambiental ha sido tratado como factor relevante en el análisis económico. De hecho, el factor de producción tierra (o territorio, en un sentido más amplio) es una de las principales víctimas del tránsito del paradigma clásico al neoclásico. Recordemos que en la economía política de los clásicos, la tierra está presente en todas las explicaciones sobre la reproducción del sistema, estrechamente vinculada a la distribución del excedente económico entre las clases sociales que participan en la actividad económica. Desde los fisiócratas a Marx, pasando por Adam Smith y David Ricardo, la renta de la tierra es un capítulo básico en la distribución del excedente, hasta el punto de poner en peligro el propio crecimiento económico si se comprime en exceso éste.

      Con el triunfo del paradigma neoclásico, la tierra pasa a ser considerada sólo en el ámbito de las actividades primarias y como un factor más. Para las otras actividades económicas emergentes (industria y servicios), el crecimiento económico se hace depender exclusivamente del factor capital y del factor trabajo.

      Afortunadamente, esta marginación teórica se está cuestionando seriamente en la actualidad y cada vez es más cierta la afirmación de que «el territorio también cuenta». Una certeza que se ha visto propiciada por diversos caminos y desde distintas disciplinas.

      Por una parte, tenemos la tradición marshalliana, la del Alfred Marshall más joven que, a finales del XIX, había subrayado la existencia de economías externas a la empresa (e internas al entorno territorial) que eran patentes en los llamados distritos industriales de pequeñas y medianas empresas. Si existían economías de localización y éstas eran relevantes, el territorio no podía ser dejado de lado en el análisis económico. Tras muchos años de olvido de estos planteamientos por parte del mainstream neoclásico, el economista italiano Giacomo Becattini lo «redescubrió» a finales de los años setenta del siglo pasado para poder explicar el éxito económico de la Terza Italia.

      Otra vía de penetración del factor territorial en la reflexión teórica proviene de las excesivas restricciones analíticas que suponía la hipótesis fundamental del pensamiento neoclásico de los rendimientos constantes a escala (y la competencia perfecta) para explicar el crecimiento económico. La evidencia de la existencia de rendimientos crecientes ha sido siempre muy fuerte, pero su traducción analítica complicaba en exceso el desarrollo de la teoría.

      Robert Solow, en 1956, trata de superar estas restricciones introduciendo el concepto de productividad total de los factores (PTF) que, como se comenta en los capítulos anteriores, intenta explicar el crecimiento económico no explicable por el mero aumento en la utilización de capital y de trabajo. En el análisis de los componentes de esa «caja negra» que, en principio, supuso la PTF (o residuo de Solow), se ha encontrado la vía para romper aquellas restricciones.

      Con la tesis doctoral de Paul Romer, en 1986, y su teoría del crecimiento endógeno, se sientan las bases para que la tradición neoclásica pueda trabajar con nuevas hipótesis fundadas en la lógica de los rendimientos crecientes a escala y la competencia imperfecta. Es la puerta abierta para la nueva teoría del comercio internacional, la economía industrial y, por supuesto, la nueva geografía económica en la que el factor territorial puede ser estudiado sin incompatibilidades conceptuales.

      Así, elementos territoriales básicos como la dotación de infraestructuras se han convertido en factores relevantes en el análisis económico y las economías de aglomeración pasan a ser un elemento explicativo de los rendimientos crecientes. En consecuencia, llega a ponerse en cuestión, entre otras cosas, el paradigma neoclásico de la convergencia de las rentas per cápita en el ámbito territorial.

      Una tercera vía por la que el territorio vuelve a estar presente en el análisis económico es, sin duda, la creciente importancia de la economía de los recursos naturales. Cuando se desecha la ingenua creencia de que estos recursos son de oferta ilimitada y su obtención no tiene coste alguno, se comprueba que son agotables y/o degradables, y que suponen o pueden suponer un límite para el crecimiento. Entonces, el territorio deja de ser una variable neutra.

      El uso de los recursos naturales se convierte en una variable estratégica para el crecimiento económico hasta el punto (como pasa con el petróleo, el gas y, cada vez más, el agua) de condicionar o explicar conflictos geoestratégicos de alcance mundial. Incluso en términos más locales los conflictos potenciales entre crecimiento y medio ambiente merecen la consideración más atenta.

      Pongamos el caso más evidente de las actividades turísticas, que pueden quedar muy afectadas por una degradación irresponsable de los recursos paisajísticos. O la consideración creciente del medio natural como valor cultural y como valor para el bienestar social. Por lo tanto, con la necesidad de valoración económica en el mercado.

      De hecho, el nuevo paradigma de la sostenibilidad, que comenzó muy ligado a las cuestiones medioambientales, hoy en día se ha convertido ya en un concepto «holístico» que plantea la necesaria compatibilidad entre crecimiento económico, cohesión social y patrimonio natural y, que encuentra en las cuestiones territoriales un campo de reflexión privilegiado. La sostenibilidad ha acabado siendo un paradigma intelectual que va más allá de la propia economía, aunque la implica, y supone una afortunada reformulación de la teoría del desarrollo de los años setenta.

      A pesar de esta creciente importancia del factor territorial y medioambiental en el análisis económico, aún hay vertientes que permanecen en la periferia del mainstream, como sucede con la poca importancia que tienen las rentas urbanas en el análisis de la distribución del excedente o de la tasa de crecimiento económico.

      A continuación, se desarrollan los principales ítems que caracterizan la interacción entre el territorio y la actividad humana y económica.

      La base física de un territorio así como su dotación de recursos naturales afectan de manera importante tanto a su especialización productiva como a la distribución de su población. En el caso español, las condiciones geográficas han sido, en general, poco favorecedoras del crecimiento económico y los asentamientos poblacionales. El medio físico ha tenido repercusiones más favorables en la Comunidad Valenciana, ya que con una extensión de 23.256 km2 (el 4,6% del territorio español), tiene una población superior a los cuatro millones ochocientos mil habitantes (algo más del 10% sobre la española), y un PIB que representa el 10% del español.

      4.2.1

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