La Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en la Valencia ilustrada. Autores Varios

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La Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en la Valencia ilustrada - Autores Varios Oberta

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en el estudio de los autores antiguos. Se ocupa de la edición de textos hipocráticos, intentando volver a los idiomas puros, que él conocía con dificultad, siempre incluyendo las observaciones y mejoras de los modernos. Pero también propicia en otros libros la lengua castellana como vehículo de la ciencia. El citado está redactado en latín, mientras que la Física o la Lógica lo están en castellano, así como el Tratado de calenturas.

      La reflexión hipocrática fue muy importante para Piquer, pero también para la medicina ilustrada y posterior. ¿Por qué? ¿Por qué se resucita un autor de siglos atrás en el momento en que la revolución científica se está introduciendo en nuestras fronteras? El corpus hipocrático muestra una serena actitud ante el enfermar: el valor del justo medio así lo recomienda. También la hace obligatoria el que se trate de un conjunto escrito por diversos autores en un largo plazo. Por esto se puede emplear en cualquier momento de crisis médica, así en contra de Galeno en el mundo moderno. Se reacciona contra los excesos de teoría libresca –que la Universidad propiciaba– y también contra la agresividad de la medicina heredada. Permitía, por tanto, el mirar y observar. Así, al enfermo o al medio, a su salud y a su enfermedad. Se prescribe la observación y la clínica, se tiene en cuenta el medio ambiente, y, en resumen, se respeta éste y al paciente.

      Pero también en los escritos hipocráticos hay una apertura a la ciencia, entonces a la ciencia que nace en el mundo griego y que culmina en Aristóteles. Hay un interés por comprender lo que es el cuerpo humano, su salud y su enfermedad. Se adoptan los elementos de Empédocles –dotados de cualidades–, que se combinan para formar humores y partes. Por tanto, no es extraño encontrar a un Piquer interesado en la ciencia moderna, en lo que coincidía con el erudito de Oliva. Se le puede considerar como un novator que se apasiona por el saber nuevo a través de la anatomía y de la física mecanicista, como muestra en los primeros años de su Tratado de calenturas, aunando observación y mecanismo. También de la lógica moderna, aunque con el tiempo seguirá los consejos de Mayans de respetar al maestro Aristóteles. Será un cartesiano, sin llegar a entrar en la difícil física newtoniana, como evidencia Jorge Juan. En fin, a través de la idea de organización, llegará a plantear un modelo moderno del movimiento del cuerpo, tal vez incluso del alma, lo que preocuparía una vez más a don Gregorio. Su llegada a Madrid lo mueve a entrar en un sano eclecticismo, que venía ya impuesto por sus dudas entre antiguos y modernos, entre clásicos y novatores, entre las principales escuelas médicas. Era también una posición adecuada para el ilustre médico de la Corona, que podía así aunar sistemas y realidades. Y para el prestigioso médico, que apoyaba en la observación y el razonamiento su práctica diaria, abrumando con complejas citas «viejas y nuevas» a enfermos y colegas.

      También tenemos a Piquer participando en varias instituciones, en primer lugar en la Universidad; en la de Valencia enseñó por unos años. Mejoró la enseñanza y se preocupó, sobre todo, por la redacción de libros de texto. Ésta era notable novedad, pues hasta el siglo XVIII en las aulas se enseñaba por los antiguos tratados de los clásicos, en especial Hipócrates y Galeno, excepto Avicena, que pronto fue desbancado, y se completaban con modernos, que en buena medida eran sus comentadores. Glosar el clásico, reafirmar su autoridad, corrigiendo algunos yerros, introduciendo algunas novedades, era el papel del profesor universitario, del sabio clínico. Con el tiempo, se fueron introduciendo textos más modernos; así, Vicente Peset señaló cómo las Constituciones de la Universidad valenciana en 1733 se interesaban por autores más nuevos, si bien sospecho que se trataba de los libros de Segarra. Piquer, al ingresar en la Universidad y en el círculo mayansiano, se dio cuenta de la necesidad de redactar libros de texto, tal como Seguer había hecho para medicina y Mayans para lengua. Sus Institutiones medicae y su Praxis medica para los alumnos de Valencia fueron libros muy conocidos y usados con diversa fortuna en varias universidades (Peset, 1975; Mestre, 1999). Al final de su vida, al llegar los planes de reforma de las universidades, preparará un notable informe desde su privilegiada posición de poder. Su labor en las aulas valencianas será continuada por Félix Miquel en la Cátedra de Clínica Médica.

      También tuvo una notable actividad en Madrid, al entrar a formar parte del Protomedicato, pues esta institución era muy poderosa en el terreno médico. Lo era de forma tradicional, pues los médicos del monarca –como en otras cortes europeas– tenían un poder innegable sobre la formación, profesión y ejercicio de los médicos y cirujanos. El Protomedicato examinaba desde la Edad Media a quienes querían ejercer la medicina. Tras los cuatro años de medicina y el grado de bachiller, con dos años de práctica con médico o institución adecuados, eran examinados para poder ejercer en Castilla. Luego se fue extendiendo esta institución tanto en la Península como en los territorios del Imperio.

      La otra institución en la que colaboró fue la Academia Médica de Madrid, en la que ingresa por su calidad de protomédico. Había colaborado en Valencia en algunos proyectos mayansianos en este sentido, pero ahora se integra en una academia ya consolidada. Se había creado ésta tras la sevillana, siendo las dos elogiadas por Feijoo como lugar en que entraba una nueva ciencia, apoyada en la observación y la experiencia, así como en el diálogo. La andaluza procede del reinado de Carlos II, y será confirmada por Felipe V. Reunían estas instituciones las profesiones sanitarias, preocupándose por el saber moderno, científico y médico. La forma de trabajo era la elaboración y presentación de estudios, que eran cuestionados por el censor, luego discutidos y publicados, algunos en forma de revista médica. Los protomédicos son aceptados en la madrileña, ocupando puestos directivos, y en las revisiones de estatutos aumenta el poder de estos médicos reales.

      Las academias proceden de tertulias, también las médicas. En ellas se discutía, se hablaba de forma directa entre personajes que eran considerados iguales. El aprendizaje y el ocio eran ocupaciones adecuadas, así como también se disfrutaba de un cierto nivel social. Al llegar la dinastía Borbón, se copian las que Colbert creara en París para el Rey Sol. Pero no aparece ninguna de ciencias, a pesar del interés de Jorge Juan, tampoco ninguna médica de parecido ámbito. Pero sí se van aceptando las de Sevilla, Madrid o Barcelona. Luego, en el siglo XIX, las habrá médicas en las provincias, hasta que queda la de Madrid como nacional. De todas formas, reciben el título de reales, lo que les da importancia, apoyo y mayor influencia. A través de los médicos reales, la madrileña va aumentando sus ámbitos de influencia.

      Un papel muy importante fue el de censura de publicaciones, tanto propias como ajenas. Desde luego, en estas academias aparece la figura del censor, que debía velar por la calidad y pureza de las publicaciones. Las memorias de los académicos eran controladas en su valor científico, redacción y lenguaje moderado y, desde luego, en su respeto al altar y al trono. Además, la academia tuvo papel importante en la censura de obras médicas, aspecto en el que Piquer colaboró de forma activa. Era algo usual para los médicos reales, como también sucedía en Francia (Birn, 2007).

      Por otra parte, las academias cumplían una importante misión en el terreno de la sanidad, bien en forma de boticas, alimentación, enfermedades crónicas o epidemias. Ya Piquer había colaborado con el Ayuntamiento valenciano en el estudio del problema de los arroces que se relacionaban con las fiebres tercianas, es decir, el paludismo. Los estudios médicos llevaban a la limitación de los campos de arroz en las cercanías de Valencia (Peset y Peset, 1972). También se había preocupado de las medidas que se debían tomar, como la destrucción por el fuego de los enseres de los enfermos considerados contagiosos, según las leyes prescribían. Eran muchos los informes que se hacían sobre aspectos médicos por estas academias. También en relación con el ejercicio, si bien estaban surgiendo los colegios profesionales, que sustituirán a los gremios y a los protomédicos.

      AMÉRICA Y LOS MARES

      Otro personaje de primera importancia en la Ilustración valenciana es Jorge Juan, el marino que introdujo la física moderna en España. Representa, por tanto, esa segunda forma de ser científico a la que me refería, mediante el ejército. Desde finales del siglo anterior, la escuela de ingenieros militares de Bruselas, que luego se continúa en Barcelona, impartía una notable formación técnica del ejército. Pronto las distintas ramas de éste instaurarán

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