Tierra y colonos. José Ramón Modesto Alapont
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Como resultado de este proceso se agudizó una de las características ya señaladas del patrimonio rústico: el peso mayoritario de la tierra regada. El Hospital no sólo tenía más tierras sino que en términos generales eran de mejor calidad. En el corte realizado en 1823 se detecta el aumento del peso del regadío que alcanzando el 55,3 % de la superficie y el 78,5 % de la renta. El secano había crecido en 131 hgs., pero lo hizo mucho más el regadío (872 hgs.), aumentando su peso en el conjunto de las tierras y la renta. Este aumento en proporción de la tierra regada permitió que la renta global una vez deflactada mantuviera el mismo nivel de crecimiento que había mantenido la superficie, cercano al 30 %, pese a que como veremos más adelante la renta real por unidad de superficie estaba cayendo, fruto de que la renta nominal crecía por debajo de los precios (Andrés, 1987; Catalá, 1995; Tello, 1997 y 2001).
Así mismo, en el intervalo 1790-1823 se modificó el otro aspecto fundamental que caracterizaba el patrimonio rústico: la concentración en torno a la ciudad de Valencia fue difuminándose. El patrimonio del Hospital inicia un proceso de diversificación geográfica, de forma que en 1823 la administración de Valencia sólo controla el 35 % de la superficie de tierra y el 51 % de la renta, mientras las restantes la superan ya ampliamente en superficie (65 %) y la igualan prácticamente en el producto de su renta por arrendamiento. Los efectos negativos de la primera desamortización sobre el patrimonio de l’Horta, las nuevas donaciones e incorporaciones de ordenes religiosas y la operación de compra en la Pobla de Vallbona conducen a que el crecimiento sea mayor en las administraciones de Llíria, Alzira y Castellón. Así Llíría pasa a suponer el 23,7 % de la superficie creciendo su renta de forma muy importante y alcanzando el 19 %. En Alzira la superficie mantuvo su peso (13,5 %) pero la rentabilidad de las nuevas incorporaciones le permitió casi triplicar su renta alcanzando el 17,2 % de la renta total. La administración de Castellón creció mientras en tierras fundamentalmente de secano, por lo que aumento su presencia en superficie significativamente, pero mucho menos en renta.
A partir de 1840, la coyuntura económica cambió iniciándose un nuevo ciclo de crecimiento. Esto incidió muy positivamente en el patrimonio del Hospital. La bonanza y los cambios administrativos hacen cesar prácticamente las ventas de tierras y al mismo tiempo se incrementan de forma significativa las donaciones. Además, el proceso desamortizador que se manifiesta ahora con la legislación de Mendizábal no afectó al Hospital por ser una institución de beneficencia y las reformas definitivas que la revolución había ido estableciendo en la situación jurídica de la tierra no hicieron sino afirmar el control del Hospital sobre la tierra que poseía.[9] El resultado, según el corte realizado en 1850, es un crecimiento espectacular del patrimonio rústico.
El hecho de que una institución de beneficencia como el Hospital acumulara tantas donaciones en un momento en que la burguesía había conseguido la hegemonía social es un aspecto muy llamativo. El mayor crecimiento del patrimonio se produce coincidiendo con las reformas liberales, cuando se supone que los valores sociales que han fomentado las donaciones de tierras durante el Antiguo Régimen han entrado en crisis y han sido sustituidos por otros más acordes con el liberalismo, que potenciaba la propiedad privada y legitimaba los procesos desamortizadores. Resulta paradójico encontrar que en un momento en que se está cuestionando socialmente la propiedad amortizada, incluso la de las instituciones de beneficencia, los sectores sociales más acomodados incrementaron el ritmo de donaciones al Hospital. Sin embargo, en el caso del Hospital, donde encontramos sectores muy representativos de la nueva burguesía implicados su mantenimiento, parece que fue así. El atractivo de legar bienes a la institución no disminuyó pese a los cambios sociales.
En el intervalo 1823-1850 el crecimiento se manifestó más en el aumento de la superficie que en el de la renta. En el último corte (1850) el patrimonio alcanzó las 7.409 hgs. lo que supone alcanzar el índice 242 con un aumento del 85 %. Mientras la renta reflejaba un crecimiento ligeramente menor (78,6 %) pues alcanzaba las 18.883 libras que deflactadas suponía alcanzar el índice 234. Un espectacular crecimiento del patrimonio al que acompañó la renta, aunque con una ligera pérdida de rentabilidad media por la mayor presencia del secano. Una pérdida que contrasta con el hecho, que observaremos más adelante, de que en estos años la evolución de los precios ha producido una ganancia de rentabilidad general en los arrendamientos en precios reales por unidad de superficie en las parcelas que estudiaremos.
La causa de este fenómeno se comprende al analizar los cambios en la configuración del patrimonio según la calidad y localización de las tierras. En 1850 el regadío ha aumentado de forma significativa, pero ha crecido mucho más la superficie de secano y las propiedades mixtas, donde el secano es mayoritario. De hecho, en este corte el secano alcanza un peso sólo ligeramente inferior al de regadío, representando el primero el 36,8 % y el segundo el 37,3 % de la superficie. Al no producirse reducciones significativas el patrimonio de mayor calidad se mantuvo intacto y la tierra de menor calidad no necesitó ser vendida permaneciendo en manos del Hospital incrementando su volumen. La menor rentabilidad del secano conduce a que la importancia de su renta no aumente, manteniendo el regadío el 70,2 % del valor. El patrimonio ha crecido fundamentalmente en tierras de poca calidad, lo que ha provocado que el crecimiento de estos años haya sido más importante en superficie que en renta.
Así mismo, durante estos años se ha potenciado la dispersión geográfica del patrimonio. El crecimiento territorial de la administración de Valencia y su calidad permite que aunque reduciéndose todavía suponga el 31 % de la superficie y el 49 % de la renta total. Sin embargo, la parte más sustancial del crecimiento se produce fundamentalmente en las comarcas más distantes a la ciudad y de menor calidad. Crecen de forma muy significativa las administraciones subalternas, sobre todo la de Alzira, Sagunt, Castellón y de forma especial por su espectacularidad Alicante. El crecimiento general de las administraciones se da mayoritariamente, más aún en el caso alicantino, en tierra de secano lo que potencia la pérdida de rentabilidad media del patrimonio. Aunque era un secano que ganaba dinamismo con la extensión de la viña (Piqueras, 1981).
Esta dispersión, que supone un aumento visible en el peso porcentual de las administraciones más alejadas de la ciudad en superficie, al realizarse mayo ritariamente en tierras de secano conduce también a que únicamente las administraciones de Alzira (20,3 %), que creció también en tierras regadas, y Alicante (5,5 %) que lo hizo en secano pero espectacularmente, crezcan de manera significativa en el peso porcentual de la renta con relación al periodo anterior, manteniéndose o reduciéndose la importancia de las demás.
[1] Los porcentajes se han obtenido utilizando la información del origen de cada parcela del libro de tierras de 1850. ADPV. Hospital General. Propiedades VI. 3.2. Libro 14.
[2] La venta de propiedades rústicas o urbanas como forma de enjugar el déficit es una práctica frecuente en el Hospital a lo largo de su historia. En el siglo XVII fue habitual en los momentos de mayor penuria y el visitador real prohibió la venta de casas y tierras sin permiso desde 1678. Véase Mercedes Vilar (1996).
[3] En ambos lugares se pagaban 10 dineros por cahizada en la mayoría de las parcelas de secano como censo enfitéutico. Esto suponía que una finca de 60 hgs. en 1805 pagaba anualmente menos del 0,5 % de la renta por la que