Violencias en la educación superior en México. Angélica Aremy Evangelista García
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Fuente: Elaborada con base en la Encuesta Universidades Públicas y Privadas, 2015.
Las agresiones sexuales más reportadas entre las mujeres fueron: piropos ofensivos, tocamientos del cuerpo sin consentimiento y acoso sexual, mientras que entre los hombres destaca la opción de inducirlos a la pornografía (ver Cuadro 5).
Cuadro 5. Violencia sexual por tipo de agresión, según nivel educativo y sexo
Fuente: Elaborado con base en la Encuesta Universidades Públicas y Privadas, 2015.
Ante las normas patriarcales, el cuerpo de las mujeres es cosificado y considerado como una propiedad, como campo de juego para los hombres, de ahí que ellos podrían pensar que tienen el derecho de usarlo, tomarlo y decidir sobre él. Asimismo, los sistemas de mercado neoliberal que promueven la acumulación de capital y la desposesión asignan un escaso valor a los cuerpos de las mujeres y promueven diversas formas de violencia sexual, como la desnudez forzada y el entrenamiento sexual (Evangelista y Bermúdez, 2017). Con base en este pensamiento patriarcal capitalista, los hombres se sienten con el derecho de tocar, acosar e incluso forzar a las mujeres a realizar actos sexuales que no desean. En otros estudios como el de Buquet et al. (2013) también se reporta violencia de este tipo a través de comentarios sexistas, rumores sexuales, chistes, bromas sexuales, gestos o miradas morbosas, propuestas sexuales, tocamientos en manos, hombros, cabeza o espalda con intenciones eróticas, mostrar carteles y calendarios con imágenes sexuales que incomodan, uso de la fuerza física para obligar a tener relaciones sexuales o piropos; y señalan que una de las agresiones más graves, después del acoso sexual, es la violación sexual.
Este tipo de violencia casi siempre va acompañado de otros, como la física y emocional, por lo que suele tener múltiples y graves consecuencias tanto en las víctimas, como en las familias y la sociedad en general. No debe minimizarse ninguna manifestación, ni siquiera los piropos ofensivos. Los hombres siguen viendo como un derecho el decir, opinar y criticar el cuerpo de las mujeres, y cuando se les señala que eso es violencia, suelen creer que son violentados sus derechos y privilegios masculinos; y al percibir que no pueden decir nada a las mujeres, incluso responden con más violencia para mantener su estatus y su sentido de propiedad hacia ellas. Para prevenir la violencia de género, como sugiere Díaz (2009), es necesario ayudar también a los hombres a reconocer que es una ganancia la liberación de la presión machista, que mutila su desarrollo y el de las personas con quienes se relacionan. Bourdieu reconoce que:
La dominación masculina convierte a las mujeres en objetos simbólicos, cuyo ser (esse) es un ser percibido (percipi), tiene el efecto de colocarlas en un estado permanente de inseguridad corporal o, mejor dicho, de dependencia simbólica. Existen fundamentalmente por y para la mirada de los demás, es decir, en cuanto que objetos acogedores, atractivos, disponibles. Se espera de ellas que sean “femeninas”, es decir, sonrientes, simpáticas, atentas, sumisas, discretas, contenidas, por no decir difuminadas. Y la supuesta “feminidad” sólo es a menudo una forma de complacencia respecto a las expectativas masculinas, reales o supuestas, especialmente en materia de incremento del ego (Bourdieu, 2000: 50).
Es preocupante que se presente violencia de este tipo en las instituciones educativas, y es necesario resaltar que son muy pocos los casos que se denuncian ya que muchas mujeres no quieren hablar de ello. Además, la naturalización y minimización de la violencia sexual dentro de las instituciones educativas también se ve reflejada en las pocas o nulas instancias destinadas a atender y dar solución a estos casos. Coincidiendo con Buquet et al. (2013), las autoridades académicas y legales califican muchas de las actitudes de violencia sexual como “no tan graves”, incluso en los casos de violación, con el argumento de que el porcentaje de mujeres violadas no es significativo. Cuantificar y no cualificar la violación con la justificación de que “un caso no es ninguno” es un grave error, porque un caso es suficiente para investigar y castigar, y estas acciones no deberían ocurrir en ningún espacio, mucho menos en los planteles educativos.
Ciberacoso
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han introducido importantes transformaciones en la sociedad; sin embargo, también han generado áreas de riesgo, especialmente para niños, niñas y adolescentes, como el ciberbullying (agresiones entre niños y jóvenes en la red), el grooming (abuso de adultos contra menores por Internet), el acceso a contenidos inadecuados como la pornografía, el sexting o envío de mensajes de contenido erótico o sexual explícito, así como situaciones de consumo excesivo y enajenamiento por Internet u otras TIC.
Frente al creciente uso de Internet, redes sociales y otras TIC, en México ha aumentado la preocupación por el ciberacoso o ciberbullying, que lleva la violencia del acoso escolar a la red; 71.8% de hombres y 71.1% de mujeres reportaron haber vivido, por lo menos una vez en su vida, violencia de este tipo, principalmente en la preparatoria, seguida de la universidad, la secundaria y, finalmente, la primaria. Los casos de ciberacoso frecuentes y muy frecuentes fueron registrados en mayor medida por hombres, en preparatoria y universidad (ver Gráfica 8).7
Gráfica 8. Ciberacoso por nivel educativo, sexo de la víctima y frecuencia
Fuente: Elaborada con base en la Encuesta Universidades Públicas y Privadas, 2015.
Las principales manifestaciones de este tipo de violencia para los hombres fueron: acceder a sus redes sociales sin permiso, enviar mensajes ofensivos por celular, Facebook, Twitter y otros medios sociales, y recibir mensajes con contenido sexual. Las mujeres reportaron con mayor frecuencia: acoso a través de correos electrónicos o mensajes en las redes sociales, mensajes ofensivos por celular, Facebook, Twitter y otros medios sociales, y mensajes con contenido sexual (ver Cuadro 6).
Cuadro 6. Ciberacoso por tipo de agresión, según nivel educativo y sexo
Fuente: Elaborado con base en la Encuesta Universidades Públicas y Privadas, 2015.
La opción “incitado a ver pornografía vía Internet” presenta altos porcentajes entre los hombres de primaria a preparatoria, lo cual se relaciona con los estereotipos de género que promueven en ellos prácticas sexuales de este tipo, y refuerza lo dicho en los casos de violencia sexual, cuando los alumnos declararon con mayor frecuencia que eran inducidos a la pornografía.
El ciberacoso avanza conforme lo hace el uso de las TIC. Se caracteriza por ser omnipresente, dado que se ha generalizado la posesión de dispositivos móviles, y fácilmente una fotografía, video, mensaje o insulto puede llegar a miles de personas y hacerse viral. La proliferación de las redes sociales permite difundir mensajes de acoso, por lo que las consecuencias pueden ser graves, hasta llegar a extremos como el suicidio, pasando por la deserción escolar y otros trastornos psicosociales.
¿Quién o quiénes ejercen violencia escolar?
Un mayor porcentaje de alumnos dijo haber sido agredido por otros hombres:8 por compañeros-alumnos y por profesores; 4.37% dijo sufrir violencia por parte de compañeras-alumnas y 1.94% por alguna profesora. Las mujeres señalaron haber sido agredidas por otras alumnas y alumnos