Violencias en la educación superior en México. Angélica Aremy Evangelista García

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Violencias en la educación superior en México - Angélica Aremy Evangelista García

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mayor frecuencia de la sexual respecto a los varones. Lo preocupante es que en todos los casos casi la mitad del estudiantado ha sufrido alguna manifestación de violencia. Por sexo, las diferencias más significativas se encuentran en relación con la violencia sexual, en la que las mujeres superan en 11.3 puntos lo reportado por los hombres; mientras que en la violencia física los hombres registran 10.1 puntos más que las mujeres (ver Gráfica 2).

      Gráfica 2. Violencia general por tipo, sexo del alumnado y frecuencia

      Fuente: Elaborada con base en la Encuesta Universidades Públicas y Privadas, 2015.

      La presencia de mayor violencia sexual entre las mujeres y física entre los hombres se relaciona con las identidades y estereotipos de género que se promueven en sociedades de estructura patriarcal, como la mexicana. El control de la sexualidad y del cuerpo son expresiones del machismo, según el cual se considera a las mujeres como objeto sexual, mientras que otras expresiones como el uso de la fuerza, las riñas o las demostraciones de fuerza física son de la misma manera promovidas por las masculinidades hegemónicas.

      A continuación, analizamos con detalle las manifestaciones de violencia experimentadas por el alumnado con información desagregada por tipo de violencia.

      Violencia física

      La violencia física la han experimentado más los hombres que las mujeres, con mayor frecuencia en la educación secundaria, seguida de la primaria, la preparatoria y la universidad. En cuanto a los casos reportados como frecuentes y muy frecuentes, fue en la primaria donde los hombres registraron porcentajes más elevados, y una proporción muy similar en secundaria; en las universidades se presentan menos casos, aunque 7.6% de los estudiantes varones dijeron sufrir este tipo de violencia. Entre las mujeres, solo 3.7% ha participado en ella.

      Los resultados coinciden con estudios como el de Aguilera, Muñoz y Orozco (2007), quienes concluyeron que 17% del alumnado de sexto grado de primaria manifestó haber sido lastimado físicamente durante el ciclo escolar, mientras que en secundaria lo reportaron 14.1%. Por su parte, la SEP y UNICEF (2009: 105-106) señalan que 66.1% de niñas y 72.5% de niños de sexto de primaria dijeron haber sido agredidos o agredidas por alguna persona relacionada con la escuela, sea compañeros, compañeras, personal docente y directivo o conserjes. En el caso de estudiantes de secundaria, el mismo estudio encontró que 55.4% de mujeres y 65.4% de varones han sido agredidos físicamente (ver Gráfica 3).

      Gráfica 3. Violencia física por nivel educativo, sexo de la víctima y frecuencia

      Fuente: Elaborada con base en la Encuesta Universidades Públicas y Privadas, 2015.

      Cabe subrayar que tanto en estudios previos (Aguirre y Jacinto, 2015; Carrillo, 2015a y 2015b) como en los resultados de la presente investigación, se observa que es mayor el número de hombres (en comparación con el de mujeres) que mencionaron haber recibido agresiones físicas, lo cual puede deberse a los estereotipos de género que se promueven culturalmente. La violencia prevalece porque existe un alto grado de aceptación de prácticas violentas, que se justifican como medidas para educar (Leñero, 2010) sobre todo a los hombres; ellos la asocian con la masculinidad tradicional hegemónica, uno de cuyos atributos debe ser la fuerza y el uso de la violencia para demostrar virilidad.

      Las manifestaciones de violencia física más recurrentes entre el alumnado fueron: empujones intencionales; sacudidas, zarandeadas o jaloneos; golpes con objetos de la escuela como lápices, reglas, libretas, etcétera; pellizcos y golpes con el puño y la mano (ver Cuadro 1). Como se observa, el orden y la frecuencia varían según el nivel educativo y el sexo; por ejemplo, en la violencia sufrida por los hombres se utiliza más la fuerza física que en la experimentada por las mujeres. Resultados similares fueron reportados por la SEP y UNICEF (2009) para los niveles básicos, instituciones que han señalado que son más frecuentes las patadas, puñetazos y empujones entre los hombres, y empujones y jalones de cabello entre las mujeres.

      Cuadro 1. Violencia física por tipo de agresión, según nivel educativo y sexo

      Fuente: Elaborado con base en la Encuesta Universidades Públicas y Privadas, 2015.

      Es a través de este tipo de violencia como los hombres “hacen valer su superioridad” y demuestran su fuerza, no solo contra las mujeres sino contra otros hombres, incluso estimulados por los mismos compañeros y compañeras. En el caso de las mujeres, está permitido (aunque mal visto) que entre ellas puedan llegar a los golpes, aunque se debe reconocer que en estos casos las mujeres también son capaces de ejercer el poder de manera despótica y agresiva (Carrillo, 2015a).

      Violencia psicológica

      La violencia psicológica suele considerarse como más sutil e invisible porque no deja huellas físicas y en muchas ocasiones ni la propia víctima la identifica dado que es asumida como parte de la cotidianidad, como convivencia entre compañeros y compañeras; o se está tan acostumbrado o acostumbrada a vivir con ese tipo de violencia que es difícil reconocerla. Como se observa en la Gráfica 4, los hombres reportaron ligeramente mayor violencia psicológica que las mujeres, principalmente en el nivel de secundaria, mientras que en la universidad se registró el menor porcentaje.

      Gráfica 4. Violencia psicológica por nivel educativo, sexo de la víctima y frecuencia

      Fuente: Elaborada con base en la Encuesta Universidades Públicas y Privadas, 2015.

      En cuanto al acoso psicológico frecuente y muy frecuente, encontramos que en primaria lo reportaron igual número de mujeres y hombres, aunque el mayor porcentaje en relación con los hombres se registró en secundaria. Este tipo de violencia se reportó más que la violencia física entre las mujeres, lo cual está relacionado con los estereotipos de género, de tal modo que acciones como burlas, discriminación o comparaciones son permitidas y motivadas por las propias mujeres.

      Las manifestaciones de violencia psicológica más frecuentes fueron: menosprecios, ignorarlos, ignorarlas o la exclusión de grupos, ridiculizaciones, burlas, juicios negativos sobre sus figuras como considerarlas poco atractivas o atractivos o hacerlos objeto de mentiras, entre otras. Cabe aclarar que el orden de frecuencia cambia según el nivel educativo y el sexo, aunque se trata de las mismas opciones.

      Nuevamente estos resultados coinciden con los presentados por la SEP y UNICEF (2009: 101-102) para educación básica, y revelan que las burlas representan la agresión psicológica más común.

      También se observa que los hombres se sintieron más agredidos por ser juzgados como poco atractivos o feos, sobre todo en la preparatoria y en la universidad, lo cual puede estar relacionado con la etapa de adolescencia y juventud, en la que por lo común se procura la aprobación del aspecto físico y se busca pareja. Lo relevante es que lo expusieron en mayor medida los hombres, cuando según los estereotipos de género los cánones de belleza están asignados principalmente a las mujeres. Sin embargo, como señalan Bourdieu y Passeron: “la escuela reproduce no sólo los esquemas de socialización establecidos, sino que, además, impone y legitima la segregación social y la diferencia de clases” (1977: 18), que también estimula el racismo, desde donde se valora la belleza física.

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