Gran líder gran maestro. Gary Bredfeldt
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Entonces, ¿por qué, si la Biblia puede dar una dirección y una guía tan clara, fallamos al no estudiarla? Muchos cristianos – me aventuro a decir la mayor parte de los cristianos – rara vez estudia la Biblia. La Biblia tiene el poder de iluminarnos hasta conformar nuestra mente y voluntad a la de Dios. También tiene el poder de iluminarnos a seguir esa verdad. Pero a menudo fallamos leerla y rara vez nos comprometemos de corazón estudiarla. ¿Por qué? El problema, como yo lo veo, es que la Biblia hace más que iluminarnos a la voluntad de Dios y de equiparnos a hacer la voluntad de Dios al concedernos sabiduría y guía. También expone el pecado en nuestra vida, y ese hecho puede alejarnos de la Palabra de Dios. Pero no Esdras. Esdras propuso en su corazón estudiar la segura Palabra de Dios.
ESDRAS PROPUSO EN SU CORAZÓN PRACTICAR LA PALABRA DE DIOS. Esdras determinó que él sería un hacedor de la Palabra, no simplemente un oidor. Diferente a los escribas y fariseos del tiempo de Jesús, Esdras estaba preocupado por vivir en realidad lo que él había estudiado en las Escrituras. Esdras entendió que el estudio de la Palabra de Dios tiende a revelar las necesidades de nuestra vida y la oscuridad de nuestro corazón. Estos son tiempos donde la luz de la Palabra debe alumbrar en los rincones de nuestra vida y llamarnos al cambio. Esdras estaba dispuesto a hacer los cambios que la Palabra de Dios requería.
Como pastor joven en una iglesia localizada en las montañas de Colorado, me di cuenta que parte de mis responsabilidades como pastor incluía el cuidado de la casa pastoral que la iglesia proveía. La casa era una casa de montaña pequeña que requería bastante mantenimiento frecuente. El problema más recurrente era el sistema de agua que no era nada confiable. La casa fue construida sobre una vieja mina. El agua era bombeada desde la mina a un tanque de captación localizado bajo una puerta en el piso del closet que estaba en la sala. En más de una ocasión, mi tarea era bajar a un “sótano”, un lugar sucio y que sólo se podía andar arrastrado o a gatas, para poder reparar la bomba. Cada vez que ocurría ese desperfecto, me aventuraba en ese oscuro y reducido espacio con una linterna y herramientas. Nunca disfruté esa tarea. Más allá que el hecho de la bomba descompuesta era una molestia, yo tenía una fobia a las arañas y el sótano era el lugar ideal para encontrarse con esos animalejos.
Un día cuando la bomba se descompuso talvez por la sexta vez desde que nos mudamos, finalmente tuve una idea brillante. Decidí que sería sabio poner una bombilla eléctrica en el sótano para hacer la reparación y que fuera un poco más fácil, ya que si tenía que hacer esa reparación cada dos semanas, mejor sería tener luz para hacer el trabajo. Así que tome la linterna, apunté la luz a varios lados del sótano en busca de un lugar apropiado para colgar la bombilla eléctrica. Mientras movía la linterna, algo me llamó la atención. Era una bola de telarañas. Algo colgaba del techo, casi totalmente cubierto por las telarañas. Despacio quité las telarañas y descubrí lo que estaba escondido – ¡una bombilla eléctrica! Aparentemente mi predecesor tuvo la misma idea. Halé el cordón y todo el lugar se iluminó. Estaba turbado al darme cuenta que estaba rodeado de arañas. Cientos de ellas. Bueno, hice lo que cualquier persona sabia haría en tal situación: Apagué la luz, terminé de reparar la bomba, y salí rápidamente del sótano.
Así como la luz iluminó el sótano de nuestra casa de montaña, descubriendo las telarañas y arañas, también así lo hacen las Escrituras, cuando se estudia fielmente, ilumina el sótano de nuestras vidas. Y muy a menudo, simplemente escogemos apagar la luz en vez de limpiar el sótano. Una de las funciones de la Biblia es sacar a la luz el pecado que hay en nuestras vidas. Al ser expuesto el pecado surge la clara necesidad de cambiar. Esdras propuso en su corazón poner en práctica la Palabra de Dios. Dejando que ella moldee su vida. Él no estaba dispuesto a ser como el hombre en Santiago 1:22-25.
22Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
A través de los años, al ver los estudiantes entrar al servicio de Cristo, algunos han tenido éxito y otros han fallado. Sucede muy a menudo, la falla no fue por falta de habilidad, sino por falta de aplicar o poner en práctica la Palabra de Dios a sus propias vidas. Algunas veces esa falta de práctica trajo una falta moral. Otras veces, fue simplemente una falta de credibilidad tan necesaria para ministrar la Palabra efectivamente. La credibilidad viene al vivir lo que estudiamos. Usted nunca será perfecto, pero debe honesta y fervientemente luchar por vivir la Palabra que usted estudia. La mano de Dios estaba sobre Esdras porque propuso en su corazón estudiar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Había otro aspecto más en este compromiso a las Escrituras que era fundamental para el deseo de su corazón.
ESDRAS PROPUSO EN SU CORAZÓN ENSEÑAR LA PALABRA DE DIOS. Él entendió un principio importante relacionado con la bendición de Dios – la bendición de Dios fluye de un corazón encaminado al ministerio. Esdras añoraba enseñar la Palabra de Dios al pueblo de Dios. Fue ese deseo la clave que la mano de Dios estuviera sobre la vida de Esdras. No fue suficiente que él estudiara y que además pusiera en práctica la Palabra de Dios. El siervo de Dios debe enseñarla. Comunicarles a otros las Escrituras es parte de la responsabilidad del creyente.
Me puedo imaginar lo que usted podría estar pensando a esta coyuntura. Usted estará pensando, No tengo el talento para enseñar. Quizá no seamos tan talentosos en comunicarles la Palabra de Dios a otros, pero se espera de nosotros que pasemos lo que estudiamos de alguna manera. El no tener el don de la enseñanza no nos libra de la responsabilidad de enseñarles a los demás así como tampoco el no tener el don de la hospitalidad nos libra de ser hospitalarios. O no tener el don de dar, no nos libra de dar. O no tener el don de la fe, no nos libra de ejercitar la fe. Me entienden. Enseñar es parte de la Gran Comisión, y es esencial para una vida bendecida por Dios.
No todo líder enseñará públicamente la Palabra de Dios. Quizá usted enseñe a un pequeño grupo o uno a uno. Talvez lo haga en su casa con sus hijos o en la iglesia con los hijos de otros. Cualquiera que sea el contexto donde se enseñe, la mano de Dios está sobre aquellos que desean comunicar su Palabra fielmente. Es la manera principal que usa Dios para liderar a su pueblo.
Enseñar la Palabra de Dios es un compromiso que Dios honrará en su ministerio. Él bendecirá su Palabra. Su ministerio de enseñanza puede usar cualquier número de formas. Como lo manda Deuteronomio 6, usted debe estar enseñando la Palabra en todas las experiencias comunes de la vida. De cualquier forma, en cualquier contexto, nosotros los que lideramos debemos proponer nuestro corazón a la enseñanza de la Palabra de Dios. Haga del ministerio de la enseñanza de la Palabra una prioridad ya sea que usted lidere en una clase o discipule adolescentes; ya sea desde el púlpito o en una sesión de consejería, mantenga en mente que usted tiene que ser una persona del Libro. Proponga su corazón para ser una persona que comunica la Palabra de Dios como parte central en su caminar con Dios.
La Palabra de Dios era el centro del corazón de Esdras, y Dios bendijo ese compromiso. Su mano estaba sobre la vida de Esdras. El líder cuyo corazón esté entregado al ministerio de la enseñanza verá resultados. Resultados que se miden no por tamaño o presupuesto o crecimiento de la iglesia, pero por resultados que se pueden ver en la vida de las personas y en la madurez de los seguidores de Cristo. En el momento que nuestro corazón está correctamente puesto en el estudio diligente de la Palabra, cuando nuestro corazón está puesto en enseñar a otros esa Palabra que cambia vidas, veremos la mano de Dios sobre nosotros, y Dios hará lo que nunca nos imaginaríamos – porque Su mano estará sobre nosotros.
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