Gran líder gran maestro. Gary Bredfeldt
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UN CASO DE ESTUDIO EN DEFINIR PRIORIDADES
Una vez, en los primeros días de la iglesia del primer siglo, los líderes-maestros de la congregación de Jerusalén estaban experimentando problemas similares a los que enfrentaba Brian Hill. Ellos también se estaban alejando de la enseñanza de la Palabra de Dios debido a las tareas que siempre demanda administrar la iglesia. Había surgido un problema en la joven iglesia, un problema político y de prejuicio. Intereses de fracción contra los asuntos de valor de necesidad humana. Aunque la iglesia empezó coma la epítome de la comunidad ideal (Hechos 4:32), no mucho tiempo después la comunidad estaba dividida. Los dos grupos que estaban en desacuerdo eran los judíos hebreos y los judíos griegos. Hechos 6:1-7 nos hace un recuento de lo acontecimientos.
1En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. 2Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.7Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.
¿Quiénes eran los hebreos judíos y los judíos griegos, y qué causó la división entre ellos? La desavenencia entre ellos era esencialmente cultural, lingüística, y de demarcación geográfica. Los judíos griegos, conocidos también por judíos helenísticos, hablaban griego y antes habían vivido en la dispensación fuera de Palestina. Sin embargo, en tiempos de paz cuando lo permitió el gobierno romano, se establecieron permanentemente en Jerusalén. En un sentido, eran parecidos a los judíos sionistas quienes, alrededor de principios del siglo veinte, comenzaron a regresar a su hogar, Palestina, o parecidos a los judíos ortodoxos de hoy quienes han emigrado hacia Israel en nuestros tiempos. De la misma manera, a estos judíos del primer siglo, que nacieron en el extranjero se les veía despectivamente por los judíos nacidos en Palestina; estos son, los judíos hebreos, porque tenían un idioma diferente, valores diferentes, y cultura diferente.
Los judíos hebreos se consideraban a sí mismos superiores a los judíos helenísticos. Porque habían nacido en Jerusalén y adoraban en las sinagogas en donde se hablaba arameo y hebreo. Veían a los judíos griegos como ciudadanos de segunda clase. Al estar separados uno del otro, los judíos griegos y los judíos hebreos tenían poca o ninguna comunicación con sus hermanos. Esta falta de comunicación entre los grupos también albergó un sentido profundo de amargura en ambos lados.
Mientras la iglesia en Jerusalén crecía (Hechos 6:1), tanto los judíos hebreos como lo judíos griegos llegaron a la iglesia en números cada vez mayores. Desafortunadamente, no es de sorprender que algunos de los prejuicios entre los dos grupos pasaran a la iglesia. La obra de Cristo en la vida de las personas es una obra que está siempre en proceso. Somos nuevas criaturas en un sentido legal (2 Corintios 5:17), nos falta mucho para llegar a ser como Cristo en la experiencia diaria. Los prejuicios que por tan largo tiempo y que tan profundamente se habían mantenido, es uno de esos pecados en donde el proceso de transformación parece demasiado lento. En la iglesia en Jerusalén, los judíos griegos sufrieron discriminación. Talvez el desaire no fue intencional, pero sin lugar a dudas fue real. Lucas hace implicación que los griegos era una minoría desatendida y que no estaban siendo bien servidos por la iglesia.
La crisis específica involucra el cuidado de las viudas judías griegas. Leemos que “eran desatendidas en la distribución diaria” (Hechos 6:1). Aparentemente, la iglesia había organizado la distribución de alimentos para los necesitados al ofrecer una ayuda diaria y a las viudas de la comunidad judía griega no se les cuidaban consistentemente. Esto creó una crisis que tenía el potencial de dividir la iglesia.
Esto no era un problema secundario. Aunque genuino, la ayuda era un problema superficial. El asunto verdadero era un conflicto entre las fracciones de la iglesia. Fuera lo que fuera, es importante notar como los apóstoles manejaron esta situación divisoria. Era tentador para ellos, estoy seguro, meterse en el asunto y tratar de tomar control del conflicto. Sabiamente, los maestros-líderes entendían que si ellos manejaban personalmente el conflicto de lo más seguro “dejemos la palabra de Dios” (6:2). En vez de eso, delegaron el asunto a otros.
Se hizo una propuesta y ambas partes la aprobaron. Se escogieron siete personas para supervisar la distribución de alimentos. El criterio para esta selección fue que los hombres fueran “llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” (6:3). Se implementó el plan y fue un éxito. Es interesante notar que todos los siete nombres de estos nuevos diáconos eran griegos. Esto significaba que los nuevos diáconos eran respetados por ambos grupos, especialmente por aquellos que habían presentado la queja. ¿Cuáles fueron los resultados? El fruto fue seis por uno:
• Se cuidó a las viudas.
• La iglesia continuó unificada.
• Las personas llenas de Dios tuvieron autoridad de completar la obra.
• Se compartió el liderazgo.
• Los maestros-líderes tuvieron libertad de enseñar.
• La Palabra de Dios se diseminó.
RECAPTURANDO LA PRIORIDAD DE LA ENSEÑANZA
Los cambios en la vida de la iglesia contemporánea han creado una crisis en el liderazgo. No es una crisis que surge de la falta de líderes tanto como una crisis que resulta debido a líderes que están atascados en una rueda giratoria haciendo buenas cosas mientras fallan en las cosas más básicas. La demandas de la iglesia contemporánea y, en algunos casos, en una filosofía ministerial incorrecta, ha puesto al pastor en un papel de director ejecutivo y alejado del rol bíblico como pastor-maestro.
¿A qué costo? No se está alimentando a las ovejas. Están débiles y son presa fácil de los lobos que buscan para devorarlas. La iglesia están creciendo, se están construyendo edificios, pero el pueblo de Dios vive en ignorancia de la Palabra de Dios, y la batalla difícilmente librada a favor de la autoridad de las Escrituras parece estar en peligro de rendirse a otras autoridades. Y los mismos líderes están desilusionados o, peor aún, están engañados en cuanto a su papel. Si usted como líder contemporáneo quiere recobrar la prioridad de enseñar en el liderazgo de su ministerio, será necesario dos cosas de parte suya. La primera es una decisión; la segunda es volver a calibrar las prioridades de su ministerio alrededor de tres actividades básicas.
DECIDA HACER DE LA ENSEÑANZA SU PRIORIDAD
El papel de pastor conlleva la responsabilidad de alimentar al rebaño. Los líderes deben proveer el alimento espiritual y la protección al pueblo de Dios a través de la clara proclamación de la Palabra de Dios. “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza,” esta fue la exhortación de Pablo para con su aprendiz Timoteo (I Timoteo 4:13). Claramente, en este pasaje la prioridad está en la comunicación de la Palabra de Dios como el foco principal del líder bíblico.
Pablo no exhortó a Timoteo “ocúpate en el desarrollo de un enunciado de misión, el plan estratégico, al liderazgo que lleve cambio o la