Paso a la juventud. Sandra Souto Kustrín
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El desarrollo de las organizaciones fascistas o que se consideraban fascistas, las convocatorias políticas de las organizaciones derechistas que eran vistas como ejemplo del retroceso de la República, y las medidas del gobierno que buscaban frenar el creciente activismo político juvenil hicieron que a lo largo de los primeros meses de 1934 se sucedieran diferentes llamamientos a la unidad desde todas las organizaciones juveniles obreras. Ya en enero de 1934, informando sobre la Alianza Obrera de Cataluña,122 la FJS reclamó «un frente único juvenil en toda España entre socialistas, comunistas y sindicalistas», a través de un acuerdo de sus direcciones. La UJCE, por su parte, elaboró un comunicado llamando a las juventudes socialistas y a las libertarias a formar un frente único por la base, pero mantuvo sus críticas a la FJS, a la que acusó de «infantilismo revolucionario», por lo que ésta consideró que «no quieren sinceramente el frente único». También en enero, la Izquierda Juvenil Comunista pidió la formación de un frente único y, al igual que los socialistas, creía que debía organizarse desde las direcciones y creando un frente juvenil. Las reivindicaciones que planteaba se centraban en la defensa de las conquistas logradas, la respuesta a la crisis económica y el freno de las organizaciones «fascistas», lo que a la FJS, ahora radicalizada, le parecieron objetivos limitados: el frente único había que realizarlo «para hacer triunfante la revolución».123
Los dirigentes de Renovación dejaron clara en varios artículos cual era su idea sobre el funcionamiento del «frente único juvenil»: rechazo del frente único por la base, pudiendo organizarse por localidades sólo si se ponían de acuerdo las direcciones, «autonomía de acción de las Juventudes Socialistas que actuarán con la consigna de todo el poder al Partido Socialista» –lo que, en la práctica, impedía la unidad-; las organizaciones juveniles trabajarían con sus respectivos partidos para la formación de un «frente proletario» de las mismas características, y estos organismos unitarios se podían romper si así lo decidía la dirección nacional de la organización.124 Probablemente estas explicaciones iban dirigidas no sólo a las otras organizaciones sino a las propias filas juveniles socialistas que estaban siendo literalmente bombardeadas por propuestas de unidad de acción sobre las que, generalmente –aunque no siempre–, consultaban a su dirección. Por ejemplo, en el País Vasco, la Federación Provincial Juvenil Socialista de Vizcaya recibió consultas de diversas secciones que habían recibido propuestas de los comunistas de realizar un frente único o de colaborar en el Frente Juvenil Antifascista. Sin embargo, en la primavera de 1934 desde Lejona directamente se informó de que habían organizado el «frente único local» con la juventud comunista, para defenderse de «los posibles ataques fascistas» e incluso habían «acoplado a nuestras milicias las comunistas».125
A propuesta de la UJCE se reunieron el 26 y 30 de julio de 1934 una delegación de ésta y otra de la FJS.126 En este debate se reflejaron las importantes diferencias que en cuanto a la misma definición de la situación española, estrategias, tácticas y objetivos había entre las dos organizaciones juveniles. Así, no hubo acuerdo sobre los objetivos que debía tener el frente único (lucha antifascista para los comunistas y conquista del poder político según los jóvenes socialistas); su composición (la UJCE defendía la participación de las juventudes republicanas y rechazaba que estuvieran las juventudes de la izquierda comunista heterodoxa –definidas como trotskistas–, lo que la FJS no aceptaba); el papel de las luchas parciales (que los comunistas defendían como medio de concienciar a las masas y los socialistas consideraban un desgaste de fuerzas); o sobre cual debía ser el órgano dirigente de la revolución (los soviets para la UJCE, en un simple traslado mecánico de la experiencia rusa, las Alianzas Obreras, para la FJS). Ambas organizaciones usaron profusamente ejemplos internacionales, desde las revoluciones rusas a la subida de Hitler al poder en Alemania –que para la FJS había supuesto el fracaso tanto de la táctica de la IC como de la de la IOS, por lo que ninguna de las dos internacionales obreras era adecuada–,127 o la insurrección de febrero de 1934 en Austria, lo que muestra la importancia de las experiencias internacionales, aunque las enseñanzas que sacaran de éstas fueran diferentes.
Las dos organizaciones sólo parecieron llegar a un acuerdo en el cese de los ataques mutuos y en el planteamiento, muy general, de que en las acciones concretas ambas organizaciones trabajarían juntas: el 28 de julio, Renovación recomendó a sus secciones que «en los casos de acción directa contra el fascismo se inteligencien localmente con las demás juventudes obreras». La UJCE, por su parte, dio instrucciones a los jóvenes comunistas de Madrid para que apoyaran la venta de Renovación, defendiéndola contra las recogidas policiales. El órgano de las juventudes socialistas anunció que en lugares como Sama o Badajoz las organizaciones de la UJCE habían ingresado en las Alianzas Obreras y dijeron saber que «en el seno de las células comunistas madrileñas se han producido actos de oposición» a la postura mantenida por los representantes de la UJCE en las conversaciones. Informó también de que muchas secciones de la UJCE estaban ingresando en la FJS, citando, por ejemplo, las de Móstoles, Ciempozuelos, El Pardo y Morata de Tajuña en Madrid, pero ésta es la única referencia con la que contamos de la existencia de organizaciones juveniles comunistas en pueblos donde parece que no había ni organización del PCE.128
Las juventudes socialistas planteaban sus relaciones con las organizaciones juveniles del Bloc Obrer y Camperol e Izquierda Comunista de distinta forma. Ya ante las elecciones de 1933 y la formación de una alianza entre el PSOE y el BOC en Cataluña, dijeron que dicha organización tenía más «conciencia» que «los de la Tercera Internacional». Posteriormente, Renovación agregó que «si trotskistas y bloquistas (…) vinieran a nuestro campo a ayudarnos a dar la batalla a la fracción reformista, los frutos serían más rápidos».129 Ya fuera por su menor número, por unas posiciones parcialmente más cercanas o porque no estaban implicados en organizaciones internacionales fuertes como la Internacional Comunista parece que veía factible una integración de las organizaciones comunistas heterodoxas en las socialistas.
Así, las diferencias hicieron difícil la unidad de acción de las organizaciones juveniles que se produjo a través de la misma acción colectiva y principalmente a partir de la primavera de 1934. La visión de la CEDA como origen de una amenaza fascista, compartida por todas las organizaciones obreras y que se acrecentaría en la FJS con la subida al poder del canciller socialcatólico Dollfuss en Austria, al que identificaron con Gil Robles,130 llevó a la FJS a convocar, el 22 de abril de 1934, una huelga general que paralizó por primera vez la capital de la República por motivos políticos, en este caso contra la concentración de la JAP en El Escorial, que era el colofón de su Primera Asamblea Nacional.131
Aunque la huelga no hubiera triunfado sin la participación de las organizaciones sindicales, tanto las ugetistas como las anarcosindicalistas, es significativo que las octavillas que convocaron la huelga y las que la dieron por concluida fueran firmadas sólo por la FJS. También los participantes en los enfrentamientos violentos que se produjeron desde el 20 de abril, y que fueron especialmente abundantes el 22, fueron principalmente jóvenes, al igual que