Paso a la juventud. Sandra Souto Kustrín
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En febrero de 1935, la FJS y la UJCE se reunieron con una representación de la FIJL, a la que propusieron la realización conjunta de una amplia campaña contra la pena de muerte y por la amnistía. La dirección de las juventudes libertarias defendió participar en esta campaña –que incluía a los condenados por el movimiento anarquista de diciembre de 1933– porque «para defender la libertad y la vida de revolucionarios de no importa que tendencia, los anarquistas nunca regatearon su ayuda» y porque no suponía una «dejación de principios», pero la consulta a las secciones mostró la división presente en las filas de la FIJL:161 las regionales del Norte, Andalucía y Extremadura, Levante, Canarias, y Asturias se mostraron a favor, Centro se posicionó en contra, y Galicia, Aragón-La Rioja y Navarra no contestaron. Andalucía y Levante enviaron también el resultado de los referéndums que realizaron entre sus secciones: de las 27 de la regional de Andalucía y Extremadura que contestaron, sólo una, Jerez de los Caballeros, votó en contra; y las demás,162 votaron a favor. De la regional levantina, también votaron a favor 10 de las 11 seccio-nes,163 mientras que se posicionó en contra la organización de Mazarrón. La oposición quedó claramente reflejada en una circular a las secciones de la dirección de la Regional de Centro, que llegaba a negar que el Comité Peninsular de la FIJL tuviera derecho a opinar sobre las relaciones con otras organizaciones, y menos de una manera «tendenciosa» como consideraba que hacía, en un debate sobre las funciones del Comité Peninsular que, como veremos, se mantendría durante prácticamente toda la guerra civil. Sin embargo, aunque la dirección regional decía que –frente al órgano nacional– no «opinaba» ni «coaccionaba» sí que expresaba más que claramente su postura: «estas monsergas (…) no hacen más que obstaculizar nuestra labor sin ningún beneficio práctico para la organización juvenil libertaria ni para las ideas ácratas», y pedía a las secciones que dieran una respuesta «categórica» para que «en lo sucesivo no malgaste el tiempo ningún comité sobre estas cuestiones».164
El Comité Nacional de Enlace entre la UJCE y la FJS aprobó un programa para atraer a las juventudes libertarias que incluía la lucha por la amnistía y contra la pena de muerte, pero también responder a «las concentraciones reaccionarias», la defensa de los sindicatos de clase, y el restablecimiento de la libertad de prensa y la de reunión.165 La Juventud Comunista de Cataluña, por su parte, propuso a las Juventudes Libertarias una acción conjunta basada en la lucha contra la guerra, la libertad de los presos, la reapertura de los centros obreros y la libertad de la prensa obrera, que la dirección libertaria pasó a consideración de sus secciones aunque decía que «no es ahora el momento más oportuno para esta alianza, pues asunto es este merecedor de más amplio estudio y por otra parte no podemos ser instrumentos de sus consignas», en las que incluía –aunque la carta de la juventud comunista no lo nombraba– el «frente popular con todos los partidos políticos de la democracia burguesa», «teniendo en cuenta la actitud adoptada por la III Internacional que subvierte los intereses del proletariado del mundo entero a la defensa de los intereses imperialistas de la URSS»,166 una postura no muy diferente, como veremos, a la que mantendría la Juventud Comunista Ibérica del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), sobre la política fren-tepopulista.
Sin embargo, hubo algunos acercamientos entre jóvenes socialistas, comunistas y libertarios en los ámbitos locales y provinciales. Por ejemplo, en noviembre de 1935 la Juventud Libertaria de Torrelavega (Santander) propuso a la Juventud Socialista de la localidad la creación de un comité de enlace, considerando que había «una gran corriente, quizá algo simplista, hacia la unificación proletaria» y, aunque reconocía que las diferencias ideológicas hacían imposible la unificación, proponía crear «órganos de defensa» formados por miembros de ambas organizaciones «por instinto de conservación» para dar «al traste con los propósitos de la reacción de instaurar una dictadura jesuítico militar». La Federación Provincial de Santander autorizó a su sección a iniciar conversaciones sobre el tema mientras consultaba a la Ejecutiva Nacional juvenil socialista.167
Las mismas relaciones entre la FJS y la UJCE pasaron por numerosos altibajos. Siguiendo un proceso que repite lo sucedido antes de octubre, ambas organizaciones dijeron estar atrayendo a las bases de la otra, aunque también, al igual que antes de octubre, no hay ningún elemento que permita confirmarlo; y la dirección de la organización juvenil socialista se quejó de que los comunistas «no desperdician ocasión para arremeter contra nosotros», lo que puede ser la corrección en la práctica del acuerdo entre ambas organizaciones que pedía el secretariado romano de la IC en la carta de enero citada anteriormente. En junio, Joven Guardia informó de que las relaciones en el Comité Nacional de Enlace y en el de Madrid habían estado interrumpidas durante más de dos semanas por la negativa de la Comisión Ejecutiva de la FJS a continuarlas hasta que no comprobase ciertas denuncias hechas por algunas de sus secciones en relación con «maniobras comunistas sobre el trabajo en común», que «se aclaró que se trataba de una interpretación equivocada que alguna sección dio a unos comunicados del comité central» de la UJCE. Así, era difícil que las Juventudes Socialistas aceptasen las propuestas de la UJCE de «ampliar el carácter de órganos consultivos que actualmente tienen los comités de enlace a órganos ejecutivos con poderes para ejecutar un programa de lucha común», que debía incluir la lucha «por todas las reivindicaciones políticas, económicas y culturales de la juventud», la amnistía, y la «unificación de las milicias», entre otros temas.168
La FJS informó a sus secciones de esta crisis en una circular en la que les instaba a llevar la iniciativa planteando actividades a los comités de enlace: «Hasta ahora –y lo declaramos con orgullo– no ha habido una sola sección que haya obrado contra el criterio de la CE [Comisión Ejecutiva] en el problema de la unidad». Defendía que «los comités de enlace siguen siendo órganos de relación y proposición» y decía que había que «convencer a los jóvenes comunistas de que en tanto esta primera etapa no sea realizada con toda lealtad y se cree una plena confianza de una organización hacia la otra, no habrá posibilidad de avanzar más». A la vez, pedía a las secciones que informasen de cualquier «maniobra que podáis advertir» y que buscaran atraer a los jóvenes libertarios y hacer que sus organizaciones locales pidiesen al Comité Peninsular de la FIJL que se sumase al Comité Nacional de Enlace, ya que la dirección juvenil socialista seguía manteniendo que el trabajo común debía limitarse a las organizaciones obreras, «sin que debáis establecer relaciones con los jóvenes republicanos».169
Al igual que otros ejemplos que hemos visto y que veremos posteriormente, esta circular muestra que a pesar de la represión y de los problemas que ésta generaba, la comunicación entre las distintas secciones de la FJS se mantuvo –no sin dificultades– y en algunos casos llegó a ser muy fluida, lo que significa que las diferentes secciones juveniles socialistas pudieron estar muy al tanto de las relaciones y negociaciones entre su dirección nacional y la de las juventudes comunistas. Aunque este proceso generó tensiones ya antes del acuerdo de unificación orgánica, difícilmente se puede hablar de traición, engaño o venta de la Juventud Socialista a los comunistas por parte de la ejecutiva de la FJS, como se diría durante largo tiempo y se mantiene actualmente desde ciertas visiones partidistas.
Y si los jóvenes tuvieron un papel importante en la labor propagandística realizada por las organizaciones obreras durante el año 1935 –los detenidos y/o procesados por actividades de propaganda clandestina, principalmente el reparto de octavillas de distintas organizaciones, fueron principalmente jóvenes– la labor propagandística juvenil, tanto en el ámbito nacional como en los ámbitos locales, fue en muchos casos conjunta entre las organizaciones socialista y comunista, y, frente a la postura del PSOE, que circunscribió la acción conjunta con el PCE a aspectos puntuales de la lucha contra las consecuencias de octubre, incluyó tanto temas relativos a la represión posterior a octubre de 1934, como cuestiones políticas más generales. Así, se conservan octavillas conjuntas de la ejecutiva de la FJS con la de la UJCE no sólo contra las penas de muerte de procesados por los sucesos de octubre de 1934, sino también contra las concentraciones