Historia contemporánea de América. Joan del Alcàzar Garrido

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Historia contemporánea de América - Joan del Alcàzar Garrido страница 21

Historia contemporánea de América - Joan del Alcàzar Garrido Educació. Sèrie Materials

Скачать книгу

la producción campesina de cereales, puesto que antes Inglaterra había prohibido el tráfico y había grabado su consumo; b) las manufacturas autóctonas, que Inglaterra no necesitaba y que, por tanto, no compraba; y c) las grandes plantaciones (arroz, tabaco), con una expansión antes controlada por la metrópoli mediante el monopolio comercial. Es necesario hacer énfasis en que los intereses agrarios fueron decisivos, puesto que, en 1775, un 90 % de la población eran campesinos (G. Washington y T. Jefferson también eran campesinos, un concepto amplio que no debemos conectar a la extensión de la propiedad).

      En conclusión, lo que sucedió fue que, a la hora de la verdad, pesó más aquel sector de la economía colonial que no se beneficiaba de la articulación con la metrópoli y que deseaba desarrollarse autónomamente. En esto consistió la independencia.

      Que la constitución del nuevo Estado abriera el camino de este crecimiento no quiere decir que éste surgiera inmediatamente. Lo que sí quedó claro fue que, hasta 1793, las relaciones con Inglaterra experimentaron una importante reducción.

      Valor de las exportaciones a Inglaterra:

      1772-1775 100,7

      1784-1787 83,7

      1788-1791 90,6

      En 1793 se invertirá la tendencia, gracias a la introducción masiva del algodón (la desmontadora) y a la guerra en Europa.

      ¿Qué pasó con el otro sector de la economía? Estados Unidos habría podido incrementar sus exportaciones en otros países, pero era un mal momento, por el proteccionismo generalizado y por la supremacía inglesa, tal y como evidencia un informe de T. Jefferson de 1793 (Douglas-North, 1969). Esto no quiere decir que la independencia fue un fracaso, puesto que permitió un desarrollo propio, a largo plazo; un desarrollo que empezará a partir de 1793, especialmente, como ya hemos dicho, por la introducción masiva del algodón y su exportación a los países beligerantes europeos. Y fue posible aprovechar esta coyuntura porque Estados Unidos ya no era una colonia inglesa. En este sentido fue una revolución burguesa, en la medida que sentó las bases del desarrollo del capitalismo en el ámbito político, mediante la representación política, al crear un Estado propio. Por lo que respecta a las estructuras internas, los cambios fueron menos importantes. Se procedió a la expropiación de los lealistas y se cambiaron algunas leyes del pasado que no eran más que reliquias, pero la propiedad no sufrió grandes modificaciones. Paralelamente, las estructuras sociales que habían surgido dentro del sistema colonial (estructura de la propiedad, esclavitud, etc.) no fueron alteradas (Zinn, 1997).

      En este contexto, con estas modificaciones y estas permanencias, Estados Unidos se convirtió en una nación. Para la historiadora francesa M. Elise Marientras (1977), la revolución de las Trece Colonias es la creación artificial de una nación, puesto que sólo existe en común la voluntad de crecer y de desarrollarse, obviando la exposición de la forma en la cual se realizará este propósito. Esta realidad tendrá grandes repercusiones a lo largo de toda la historia de Estados Unidos hasta la actualidad. El historiador radical R. Hofstadter (1984) opina que el nuevo país estará caracterizado por un sentido paranoico de manía persecutoria; esto es, una obsesión porque se ponen obstáculos a su crecimiento, lo cual condicionará extraordinariamente su comportamiento político.

      El proceso de independencia había sido lento. La configuración de una nueva sociedad y una nueva economía fue, igualmente, un proceso pausado. Por eso es por lo que las fórmulas políticas para la formación de un nuevo Estado fueron definiéndose poco a poco. Sus formas definitivas se adaptaron a las nuevas necesidades originadas por la independencia.

      a) Durante la guerra

      Los congresos de Filadelfia eran reuniones eventuales con objetivos casi exclusivamente defensivos. En 1776, R. Lee, el mismo que había propuesto la aprobación de la independencia, sugirió la constitución de una confederación: una organización estatal en la cual las partes integrantes no renuncien a su soberanía, y que se diferencia de lo que es un Estado federal. Las antiguas colonias se erigen en soberanas, aun cuando voluntariamente se integran dentro de una unidad superior: la confederación. Hasta tal punto no implica pérdida de soberanía particular, que cualquiera de ellas podría separarse en el momento que lo considerara oportuno.

      La soberanía reside en los Estados, no en los ciudadanos. No hay ciudadanos de la confederación, sino de los distintos estados, lo cual consagraba la autonomía de las antiguas colonias para decidir sobre sus problemas internos. No es necesario insistir en la importancia de este hecho, teniendo en cuenta que la estructura social y política de los estados iba a ser decisiva. A pesar de todo, sólo dos estados se dotarán de nuevas cartas: Massachusetts y New Hampshire. Como el resto se limitó a reformar las viejas cartas coloniales (tan sólo eliminando las alusiones al Parlamento y al rey inglés), éstos dos se ganaron la fama de revolucionarios.

      La dirección estatal de la confederación tendrá asignados varios papeles (cuyo cumplimiento se concede a un débil Congreso): el arbitraje entre los estados, el Ejército, las relaciones exteriores y el cobro de los impuestos en relación directa con los habitantes de cada Estado. Un problema importante, como es el de las tierras existentes al oeste de cada Estado, que cada uno reclamaba como propias, se resolvió acordando que estas tierras fueran patrimonio de la confederación (Adams, 1980).

      La aprobación de los artículos de la confederación fue una tarea larga y pesada, puesto que, inevitablemente, chocaban los distintos intereses de los diferentes estados. Y es que a los problemas mencionados, es necesario añadir los directamente ligados a la depresión económica sobrevenida después de la independencia. Con posterioridad al Tratado de Versalles, la confederación empieza a tener problemas económicos por la financiación de los gastos originados por el conflicto. Algunas colonias habían emitido deuda pública, que había sido colocada incluso en Europa de forma incontrolada. Unos estados habían hecho más que otros y, en caso de no pagar, la credibilidad internacional del nuevo Estado sería nula. Además, también los inversores internos querían cobrar.

      b) Después de la guerra

      Entran en un período crítico con motivo del profundo bache por el que atraviesa la economía. Podemos concretar los problemas subsiguientes a la constitución de la confederación en los siguientes:

      – Financiación de la guerra y del comercio posterior. Pago de las emisiones de deuda federal, limitadas por las aportaciones de los estados (la confederación propondrá cobrar una tasa del 5 % del comercio de cada Estado); pago por la disolución del Ejército, que hará necesario un préstamo de los Países Bajos para pagar los salarios atrasados.

      – Disturbios por el cobro de los impuestos. Hubo desórdenes públicos que hicieron entender a las élites dirigentes que era necesario pactar entre ellas para no perder el poder. En Massachusetts hay una revuelta dirigida por Shays en contra de unos impuestos; es una rebelión de los Hijos de la Libertad, que muestra que esta corriente, desaparecida durante años, podía reaparecer. La rebelión será reprimida por las tropas, pero el aviso será efectivo. No fue una rebelión contra el Gobierno, sino una protesta violenta en contra de condiciones de existencia que se habían vuelto intolerables (Nevins et al., 1994).

      Hacia 1786 parece necesario reformular el Estado, modificando los artículos de la confederación. A propuesta de Madison, Hamilton y otros se realizará un congreso en Filadelfia, en el que se pondrá en marcha la Constitución de 1787. Ésta fue un mal menor para todos, puesto que se trataba de un documento lleno de compromisos, de intentos de conciliar intereses contrapuestos. Los compromisos son evidentes a tres niveles: el Congreso, legislativo; el presidente, el ejecutivo; y los estados de la Unión, el aspecto federal. La inspiración ideológica se encuentra

Скачать книгу