Framers. Viktor Mayer-Schonberger

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Framers - Viktor  Mayer-Schonberger

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posteriores han confirmado las teorías de Isaac Newton del siglo xvii y han verificado que los cohetes pueden operar tanto en el vacío como en la atmósfera. The Times lamenta el error”.22

      Utilizar marcos para ver lo que (todavía) no podemos percibir es muy común en ciencias. Los eruditos de 1846 predijeron la existencia de un octavo planeta, Neptuno, basándose en su modelo del movimiento de los planetas y los datos que habían recabado al observar a Urano, su vecino planetario. Cuando los astrónomos apuntaron sus telescopios en dirección a la supuesta posición de Neptuno consiguieron encontrarlo, tal y como habían predicho gracias al modelo mental.

      Los marcos son como navajas suizas cognitivas; nos permiten comprender y explicar el mundo, ver lo que no existe, obtener opciones y conformar nuestras decisiones. Y la capacidad humana de enmarcar es una herramienta completa y versátil que nos ayuda alcanzar las estrellas, tanto en sentido metafórico como literal. Pero ¿cómo se aplica un marco a una situación y cómo se traduce exactamente un modelo mental a una decisión?

      quedarse dentro del marco

      Aplicar marcos no es fácil, pero tampoco hay que ser un genio para conseguirlo. Hacerlo bien requiere la mezcla perfecta de pensamiento riguroso e imaginación restringida. En los capítulos siguientes vamos a ver cómo aplicar correctamente los marcos. Pero primero vamos a analizar cómo los elementos clave de los marcos trabajan conjuntamente y se fortalecen entre ellos. Y para lograrlo vamos a examinar un caso de innovación trascendental muy conocido: la primera vez que la humanidad levantó el vuelo.

      Orville y Wilbur Wright llevaban años obsesionados con volar. Regentaban una tienda de bicicletas en Dayton, Ohio, y no tenían ninguna formación formal en física. Pero eran metódicos y organizados. Se leían todos los artículos técnicos que encontraban y estudiaban con todo detalle el vuelo de los pájaros. Consiguieron comprender el modelo básico de la aerodinámica en corrientes de aire ascendentes y lo aplicaron a la construcción de planeadores que consiguieron hacer volar. Tomaron notas exhaustivas sobre cómo los distintos diseños afectaban sus vuelos. Cuando encontraron errores en los cálculos del pionero alemán de la aviación Otto Lilienthal, construyeron su propio túnel de viento para realizar de nuevo las pruebas de rendimiento. El hecho de ajustarse rigurosamente al marco de la aerodinámica les proporcionó dos ideas esenciales en las fases iniciales de su proceso.

      La primera fue que lo primordial no era la estabilidad, sino el control. Al fin y al cabo, eran expertos en bicicletas. Ir en bicicleta es intrínsecamente inestable, pero el ciclista es capaz de equilibrar y controlar la bicicleta cuando está en movimiento, por lo que era crucial que el piloto pudiera controlar y equilibrar un vehículo volador en el aire. La segunda idea partió de esta primera. Por aquel entonces, los pilotos en ciernes se lanzaban por rampas o se tiraban por acantilados para crear la corriente de aire ascendente necesaria para volar. El rival de los hermanos, Samuel Langley, creó un Aerodrome que para despegar tenía que ser catapultado desde una casa flotante. Era muy difícil conseguir la velocidad necesaria. Así que los hermanos dieron la vuelta al problema y buscaron un sitio en el que hiciera el viento suficiente como para hacer despegar su aeronave. En el año 1900 acudieron al Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos para recabar información sobre la velocidad del viento por localización y, finalmente, se decantaron por Kitty Hawk, un pueblo con rachas de viento estables de entre veinticinco y treinta kilómetros por hora.

      Su marco aerodinámico los ayudó a concebir cada paso, desde la curvatura de las alas para generar aire ascendente hasta su diseño para girar basado en sus observaciones de los pájaros al que bautizaron como “alas deformables” (que luego se dejó de utilizar en favor de técnicas mejores). Pero el punto clave de su éxito fue una tercera idea: la hélice.

      Los estudios modernos estiman que la eficiencia de las hélices de los hermanos Wright era del ochenta por ciento, un porcentaje muy por encima del de sus competidores. Los hermanos comprendieron que para conseguir volar con motor debían averiguar cómo convertir la potencia del motor en un movimiento hacia adelante. Eso garantizaría que hubiera suficiente velocidad aerodinámica en las alas, que se traduciría en una corriente de aire ascendente y por ende les permitiría volar. Se trataba de una cadena de causa y efecto. Otros aviadores se centraron en diseñar motores más potentes o eficientes, pero los hermanos Wright comprendieron que la cadena causal era mucho más larga y que el motor era solamente uno de los eslabones.

      También se dieron cuenta de que se podían crear una gran variedad de hélices de distintas longitudes, grosores, inclinaciones y formas. Las hélices de los aeroplanos no tenían por qué ser iguales que las de los barcos. Es muy importante saber liberar la mente de las nociones preconcebidas que nos limitan demasiado. Al utilizar la imaginación, incrementamos exponencialmente las opciones que podemos considerar y eso, a su vez, puede incrementar las posibilidades de encontrar una solución que sea realmente buena.

      Sin embargo, tener una imaginación vívida también tiene sus desventajas. Había tantos diseños de hélices posibles que los hermanos Wright hubieran tenido que invertir mucho tiempo en probarlos todos. Además de ampliar el espacio de búsqueda,

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