La espiritualidad del subdesarrollo. Andrés Felipe Manosalva Correa

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La espiritualidad del subdesarrollo - Andrés Felipe Manosalva Correa Colección Encuentros - Doctorado en ciencias sociales y humanas

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señalar que había una sola realidad de la situación en concreto, sino que se presenta lo que para la prensa era la situación real.

      Por otro lado, para la prensa católica, la idea de desarrollo y subdesarrollo fue clave en las representaciones que se hicieron sobre sobre los trabajadores, por tal razón, fue necesario considerar estos conceptos desde la mirada crítica de Arturo Escobar y Theotônio dos Santos.39

      Surgido después de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos y en Europa, el concepto desarrollo se instaló en las agendas públicas internacionales. Se partía de la idea de que “producir más era la clave para la paz y la prosperidad”.40 Desde los países industrializados e instituciones internacionales, como la ONU o el Banco Mundial, se establecieron los lineamientos de acción.41

      Del desarrollo se desprendía el concepto de subdesarrollo, el cual se planteó como una fase previa del primero. La idea en concreto era que los países denominados subdesarrollados siguieran las acciones que llevaron a los países desarrollados a industrializarse. Estas eran: modernizarse a nivel tecnológico, educar a su población y promover el conocimiento. El antropólogo Arturo Escobar indicó que dicho propósito resultaba altamente ambicioso, pues consistía en “crear las condiciones necesarias para reproducir en todo el mundo los rasgos característicos de las sociedades avanzadas de la época”.42 Se trataba de “trasplantar el árbol de la ciencia y la investigación de los países desarrollados a los subdesarrollados”.43 Por su parte, Theotônio dos Santos afirmaba que “era imposible esconder la evidencia de que se consideraba la sociedad moderna, que naciera en Europa y se afirmara en los Estados Unidos de América, como un ideal a alcanzar y una meta sociopolítica a conquistar”.44

      Esta idea, al convertirse en hegemónica en los círculos de poder mundiales, permitió la puesta en marcha a nivel internacional de diferentes programas económicos que tenían como fin buscar la manera de que las naciones subdesarrolladas transitaran al desarrollo,45 pues este se había convertido “en una certeza en el imaginario social”.46 Había que adoptar los valores y actitudes propios de una racionalidad económica moderna que permitiera la productividad, el ahorro y la inversión.47 Lo anterior se evidenció en la prensa católica, pues en El Campesino, como veremos más adelante, se llamaba la atención en aumentar la producción y educar a la población para lograr el tan anhelado desarrollo. De forma similar se expresaron la Revista Javeriana y El Catolicismo. Este último tuvo como eslogan, entre 1966 y 1970, la frase “Un semanario moderno para una Colombia en desarrollo”.

      Esta idea de desarrollo contó con detractores que buscaron explicar las razones por las cuales no era posible llevar a cabo el transito tal como lo explicaban sus exponentes. La teoría de la dependencia, desarrollada en contra del eurocentrismo del desarrollismo, argumentaba que el subdesarrollo era parte inherente a la expansión de los países industrializados, que tal subdesarrollo no era una fase previa o primera condición para alcanzar el desarrollo y que existe una dependencia que imposibilita la transformación de las economías periféricas.48 Por tanto, las relaciones entre los países industrializados con los periféricos eran asimétricas, dejando en desventaja a los segundos.49

      No me interesa, sin embargo, ahondar en las teorías que refutaron las ideas desarrollistas del periodo. En cambio, hay que anotar que la respuesta que dio la prensa frente a la frustración del poco avance a nivel económico y social no tuvo en cuenta las críticas al desarrollismo, más bien, en las representaciones expuestas en la prensa católica surgió la idea de una espiritualidad del subdesarrollo, en la que señalaba la falta de voluntad de la población trabajadora colombiana para que, bajo su propio esfuerzo, se superara, pues no adoptaba las actitudes necesarias para ello. Se puso en hombros de la población el fracaso, bajo argumentos como la pereza, el excesivo descanso y la falta de iniciativa o emprendimiento.50 La lógica desarrollista impulsada en el periodo permitió la conformación de estas representaciones sobre los trabajadores y el ocio. En términos gramscianos, la batalla cultural desde las clases hegemónicas tuvo éxito en promover la idea de la infalibilidad a nivel teórico del desarrollo; los que fallaron, bajo esta idea, fueron los propios trabajadores.

      Los aportes de Teun van Dijk, con el análisis crítico del discurso (ACD), fueron útiles para los aspectos metodológicos que guiaron esta investigación. Esta herramienta propone observar el modo en que el abuso de poder, la desigualdad o el dominio son practicados y promovidos en los discursos, así provengan del Estado, los medios de comunicación, la escuela, la universidad o las instituciones religiosas. Para el ACD, el discurso está relacionado con el poder, pues permite que mediante su uso se promuevan comportamientos, pensamientos y se legitime la conservación de órdenes sociales, jerarquías y la hegemonía de grupos particulares. Aunque el discurso puede dirigirse por parte de grupos subalternos, son los grupos hegemónicos quienes tienen acceso a los lugares más influyentes para su realización.51

      Vale señalar que la prensa contiene textos y contenidos que son de diferentes características. Hay noticias informativas, columnas de opinión, crónicas, extractos literarios, caricaturas políticas, tiras cómicas, publicidad, fotografías, entre otros. Al hablar de discurso periodístico nos centramos, en su mayoría, pero no únicamente, en la noticia y la columna. La primera de ellas es aquella definida como un informe periodístico que ofrece nuevas informaciones sobre sucesos recientes. La segunda es donde se expresan opiniones sobre determinado tema o suceso, por parte de los directores del periódico o invitados, aunque las noticias pueden también incluir opiniones. Así mismo, los demás contenidos de la prensa son susceptibles de ser analizados y fueron tenidos en cuenta, como, por ejemplo, relatos literarios o informes de estilo académico.

      El análisis de la prensa se hizo teniendo en cuenta dos aspectos claves: primero, el contexto del emisor para determinar los intereses y las diferentes voces dentro del discurso; y, segundo, el interés pragmático, es decir, lo que buscaba lograr en términos concretos la prensa.52

      El uso de determinadas palabras combinadas con otras y la relevancia de unos hechos sobre otros en la prensa son asuntos cruciales. Esto permitió acercarse, como lo señala Van Dijk, a “las suposiciones tácitas y las creencias del hablante escritor”.53 Se tiene en cuenta el uso de adjetivos sobre determinados sujetos, el uso de comillas para distanciarse de la voz de algún personaje, así como el uso de metáforas. Sobre la materia dice el pensador neerlandés: “La elección de palabras específicas puede señalar el grado de formalidad, la relación entre los participantes en el habla, la inserción institucional o grupal del discurso, y en especial las actitudes y, en consecuencia, las ideologías del hablante”.54

      Por último, Van Dijk es vehemente al señalar que, “desde el punto de vista ideológico, la noticia promueve implícitamente las creencias y opiniones dominantes de grupos de la élite en la sociedad”.55 A esto se le agrega que también hubo interés en las omisiones de la prensa, pues temas álgidos del periodo histórico, como ciertas huelgas de trabajadores o asuntos como la teología de la liberación, son casi completamente ignorados por El Campesino y El Catolicismo. Es decir, lo que no se dice también permite entender al medio y a su dirección.56

      Vale indicar que las noticias, artículos de opinión, crónicas, relatos u otros textos utilizados como fuente principal para esta investigación se seleccionaron con base en la consulta de la totalidad de ediciones de los tres órganos entre junio de 1958 hasta finalizar 1981.

      Este libro está compuesto por tres capítulos, titulados, respectivamente, “Trabajo”, “Trabajadores” y “Ocio”. En el primero se reflexiona acerca del trabajo a nivel teórico, posteriormente, se indaga por este mismo concepto en la doctrina social de la Iglesia y, de este modo, se entra de lleno en el análisis de la posición de los órganos de prensa frente a este concepto. El segundo

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