Procesos urbanos en América Latina en el paso del siglo XIX al XX. Gerardo G. Sánchez Ruiz

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Procesos urbanos en América Latina en el paso del siglo XIX al XX - Gerardo G. Sánchez Ruiz

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México y Brasil, la superestructura jurídica y política había madurado y se disponía a revolucionar aunque endeblemente las estructuras productivas latinoamericanas.24

      Las condiciones en que se estaba desenvolviendo la producción, no correspondían a las relaciones de producción dominantes, por lo que había que revolucionar a estas últimas y así revolucionar a las primeras, aunque para el caso y pese a que en los movimientos revolucionarios participaban grupos empobrecidos, éstos al concluir enfrentamientos o movilizaciones lograron pocas mejoras. Al respecto cada país tiene su historia en cuestión de levantamientos de grupos inconformes y de periodos revolucionarios, de la firmeza de líderes populares y de claudicaciones, de victorias de grupos progresistas y de sus derrotas. Para ejemplificar cuestiones de lo señalado, respecto a Chile puede apuntarse:

      La primera huelga fue la de los obreros de las Compañías de Vapores de Valparaíso en 1903. Causa: una petición de aumento de salarios. Fueron violentamente reprimidos: 30 muertos y 200 heridos. La segunda huelga fue la de la carne (22-23 octubre de 1905). Motivo: el alto precio. Se solicitaba derogar el impuesto al ganado argentino. Hubo graves saqueos y desórdenes. 70 muertos y 300 heridos. El 6 de febrero de 1906 estalló la huelga de Antofagasta: participaron trabajadores del ferrocarril a Bolivia, obreros de puerto, pampinos de las salitreras. Motivo: solicitaban mayor tiempo para almorzar y un reajuste de sueldos de un 20%. Hubo graves desórdenes, incendios de edificios. Reprimidos finalmente por las tropas del ejército. Dirigió este movimiento el obrero tipógrafo, Luis Emilio Recabarren. El movimiento más grave se produjo en el gobierno de Pedro Montt, fue la huelga de Sta. María de Iquique (21 de diciembre de 1907). Participaron unos 10 000 trabajadores (Biografía de Chile, 2013).

      16 Había que destacar la importancia de los misioneros en la configuración de los territorios heredados en las colonias, lo cual sucedió en toda América Latina, y con casos destacados como los de las misiones en la Sierra Gorda de Querétaro, México. De esa actividad Cardús señala: “Desde que los misioneros pudieron nuevamente penetrar en las fronteras, en casi todas ellas se ha efectuado un cambio muy notable. Desde entonces se han descubierto nuevas regiones, y utilizado nuevos elementos; se han abierto diferentes caminos en lugares donde antes nadie podía transitar; se ha explorado el curso de varios ríos importantes, y se surcan las aguas de otros varios, por los que, aunque algo conocidos, nadie se había atrevido a navegar: los quinales y gomales se han convertido en objetos de valiosa industria; y en lugares de increíble actividad; varias industrias han tomado nuevo incremento y los terrenos para ellas mayor extensión (Cardús, 1886:19).

      17 Bértola y Ocampo apuntan: “Las primeras experiencias de emisión de un uso a nombre de los gobiernos latinoamericanos por bancos londinenses terminaron en un fracaso: sirvieron para refinanciar (a un costo alto) las deudas heredadas de la guerra de independencia y el resto dio pocos recursos a los gobiernos, que los utilizó de modo muy poco eficiente, entrando rápidamente en moratoria, mientras que los intermediarios obtuvieron grandes ganancias y los ahorristas europeos perdieron mucho dinero, lo que bloqueó por mucho tiempo las posibilidades de los gobiernos latinoamericanos de captar fondos por esta vía” (2013:100).

      18 Indudablemente las migraciones podían ser positivas o negativas, pero en ocasiones eran deseadas; Guzmán Blanco, quien fuera presidente de Venezuela (1870-1877, 1879-1884 y 1886-1888) decía: “Desearía que los principales artículos de exportación de Venezuela, como el café, el cacao, el añil y el algodón, tuviesen a la Francia como mercado central, mientras que los vinos y los otros productos agrícolas franceses, disfrutarían en nuestro país de una libre en franquicia de derechos. Desearía también importar a mi país la ciencia, la literatura, las artes y la industria francesas, por medio de una gran corriente de inmigración. En una palabra, aspiro a hacer de Venezuela la Francia del América del sur” (citado en Almandoz, 2006:70).

      19 Los mismos Bértola y Ocampo apuntan: “Un factor que contribuyó a las dispares tasas de crecimiento de la población fue la capacidad de atraer inmigración [...]. América Latina absorbió cerca de la quinta parte de los 62 millones de personas que emigraron de Europa y Asia entre 1820 y 1930, en su mayor parte en el medio siglo que precedió a la primera guerra mundial […] y desde entonces tuvieron un fuerte impacto en algunas economías latinoamericanas” (2013:105-106).

      20 Esa situación la visualizó Max Weber en otras latitudes al escribir en 1923: “Toda casta india tiene su tarea fijada por la tradición; quien abandona las entidades tradicionales de su casta no sólo es expulsado de ella, convirtiéndose por lo tanto en paria sino que pierde, incluso, sus perspectivas en el otro mundo: la esperanza de renacer en una casta más elevada. De esta suerte, la ordenación de castas llegó a ser en la India el sistema social y económico más conservador que se haya conocido. Sólo por obra de la influencia inglesa se fueron abriendo brechas en él, y paulatinamente el capitalismo se infiltró en el sistema” (Weber, 2011:153).

      21 Esa situación obliga a recurrir a Marx para fundamentar la importancia del desarrollo económico y social, para entender formas de pensar, especificidades de las instituciones sociales, las leyes, etcétera, cuando en el “Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política” señaló: “En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social” (Marx, 1973c:517-518).

      22 Vicuña Mackenna, da cuenta de esa nueva casta al señalar: “El aprendiz de hacendado (ardua ciencia de antaño) desaparecía por completo de las escenas sociales, porque la vida del campo se tornaba entonces a la bruta, y sólo venía de firme a la casa paterna cuando se le anunciaba que se le había elegido mujer. Tenía lugar este pequeño rodeo del dios Himeneo en su propia familia, tocándole en suerte alguna de las más donosas y sabiditas de sus primas, después del desecho del hermano-doctor, que, como era de precepto; había de tener sobre el hermano-huaso el derecho de primera elección. Recibidas, pues, las bendiciones, la novia montaba a caballo con su compañero, y no volvía a ver las torres de Santiago sino nueve meses después, cuya visita se renovaba por periodos más o menos análogos durante quince o veinte años” (Vicuña, 1869:387).

      23 León Trotsky en Resultados y perspectivas (1906) apunta que en 1905 señalaba: “El capitalismo, al imponer a todos los países su modo de economía y de comercio, ha convertido al mundo entero en un único organismo económico y político. Así como el crédito moderno ha conectado a miles de empresarios a través de un lazo invisible, y permite al capital una movilidad sorprendente evitando muchas pequeñas bancarrotas privadas, pero acrecentando con ello al mismo tiempo, las crisis económicas generales en unas dimensiones inauditas, así también todo el trabajo económico y político del capitalismo, su comercio internacional, su sistema de monstruosas deudas públicas y las agrupaciones políticas de naciones que incluyen a todas las fuerzas de la reacción en una especie de sociedad anónima internacional, no sólo ha contrarrestado por un lado todas las crisis políticas individuales sino que también, por otro lado, ha preparado el terreno para una crisis social de dimensiones fabulosas” (Trotsky, 1979:85-86).

      24 Hay que retrotraer a Marx, cuando refiriéndose a esas condiciones que definieron sociedad, Estado y territorios, apuntaba: “Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo […]. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas

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